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Viaje

Actualmente

 

Ella tenía la cabeza apoyada en la almohadilla del asiento, mientras tamborileaba con los dedos, a un ritmo compatible con la música que pasaba con su mente. Así, en ese estado, miraba las nubes. Se puso a pensar en lo poético que de alguna forma se veía, el hecho que normalmente estaban altas, parecía que en aquel momento estaban en el suelo, bajo sus pies, sin embargo, apartadas de todos los males de la zona superior de la tierra. Era deprimente a su manera. Era tan obvio que su mente hacía el esfuerzo de distraerla de alguna manera. No le temía a las alturas, pero le daba una sensación rara ver aquello. «Soy rara» se dijo, una vez trató de parpadear, sintiéndose ridícula, tratando de sacar algo filosófico de formaciones de agua evaporada. 

 

Mientras más se metía en sus pensamientos, rebalsados de malas experiencias, recuerdos tanto buenos como malos, sensaciones e imaginaciones crueles, las ganas de explotar crecían en su interior. Y el tratar de hacerlo, de adentrase en su propia mente, le provocaba que se olvidara de todo lo demás. Su visión se despreocupaba hacia lo demás, por no decir que no le importaba, por lo que se veía, así como borroso a sus ojos, mientras que solo se notaría normal, lo que fuese de su interés. Aparte, sus oídos, comenzaban a sentirse como debajo del agua, inundados de un sonido blanco, que también la alejaba del presente. A este proceso le solía llamar "Meterse en sus pensamientos", y lo hacía prácticamente desde que era una adolescente. Fue por eso que, tratando de refugiarse del tormento de su cabeza, que no dejaba de darle razones para quitarse la vida, comenzó a meterse en su lado más tranquilo de su cerebro, para de esta forma organizarse. Organizar la rutina que debía hacer, le permitía calmarse. Pensó en la siguiente jornada a seguir: Lo que primero tendría que hacer después de bajar del enorme vehículo, el fuerte llanto que le soltaría a su almohada un poco más tarde, que, dicho sea de paso, muy probablemente no dejaría dormir a sus vecinos. Estando así, comenzó a tamborilear más y más fuerte. 

 

«¿Qué voy a hacer ahora?» fue la frase que le llegó, atacando esa parte más o menos segura para pensar, destruyendo la calmada de este lugar, «Estoy sola» Se dijo en segundos, mientras ya no registraba otro sonido que el de su corazón palpitando y el de sus uñas, las cuales ya no golpeaban en ritmo anteriormente nombrado, porque lo había perdido, sino que ahora, como si fuese una especie de respaldo, lo hacían sin ritmo más que 4 por segundo con la coreografía de, "meñique, angular, medio, índice. Meñique, angular, medio, índice" Más y más rápido, aumentando por cada segundo que pasaba en subconsciente, «Esto debe ser una pesadilla. Quizá mi vida a partir de ahora será una pesadilla» notó que una de sus lágrimas se escapó de sus ojos. «No puede ser. Dios mío no puede ser» Fue entonces que escuchó un "¡Tack!".

 

¾¡Ay! Se quejó, levantando la mano y poniendo rígidos los dedos. En efecto, se rompió una de las uñas pintadas de rojo¾. Mier... ¾Freno sus palabras¾ Bue, ya habrá tiempo para cortarse las uñas. ¾Se dijo después de meterse el dedo en la boca para chupar el poquito de sangre que le salía.

 

Ahora, un poco más calmada, miró el celular para asesorarse de que faltaban 6 horas para llegar a su destino. «Dios» pensó. Viendo en el panorama, tomó otra decisión de estas intrascendentes, y fue cerrar los ojos preparándose para descansar para consumir algo de ese tiempo, o al menos, no ver a nadie. De todos modos, tendría que hacer muchas cosas una vez se baje. Cerró los ojos, bajó el asiento un poco más hacía atrás, recostó la cabeza mirando a la ventana, respirando profundamente, bajando su nivel cardíaco. Ya de ese modo, casi al llegar a la fase de pérdida de conciencia por tal relajación, ósea, a nada de dormirse, fue despertada por alguien a su lado.

 

¾¡Hola! ¾Escuchó, con una voz cargada de seducción. 

 

Intentó ignorarlo, pero la curiosidad la mataba, y en el momento en que se dedicó a mirar de donde había provenido esa palabra, solo vio a un chico joven, de 20 y tantos años aproximadamente, rubio, de ojos marrones. Menor que ella.

¾Hola. ¾Le dijo después de analizarlo, sin la más mínima sonrisa.

¾¿Cómo estás? ¾Ella ni respondió. 

 

Estaba harta de los chicos como él. Si, estaba acostumbrada a los piropos, normalmente con los más jóvenes que ella, ya que solía ser atractiva ante sus ojos cargados de hormonas. 

¾Veo que no eres muy charlatana ¿Eh? ¾Continuó conversando.

¾No.

¾¡Mira! Para negar abres la boca.

¾Supongo.

¾¿Eres cuchillo afilado? 

Ella lo miró con las cejas bajas, la derecha del labio superior levantado, demostrando su desconcierto. 

¾Es que eres muy cortante.

 

«Que insoportable» pensó, «¿Lo voy a tener que soportar, durante las 6 horas que faltan del vuelo? ¿Cómo hago para sacármelo de encima?» Comenzó a pensar.

 

¾Y... ¿Cómo te llamas? - Siguió insistiendo en alargar la conversación.

¾Blair. - Dijo en un suspiro.

¾¡Blair! Qué bonito hombre.

¾Gracias. - Le siguió respondiendo, para tratar de no ser descortés, aunque la verdad estaba cansada.

¾Y... ¾«¡Otra pregunta más!»¾ Dime, ¿Qué haces aquí?

¾Viajo...

 

Este rio sarcástico. 

¾Me refiero a, ¿Por qué vienes a esta ciudad tan pequeña y aburrida?

 

Blair bajó la cabeza, mientras una sonrisa se le dibujaba en los labios, habiendo notando una oportunidad, o un punto de ruptura, todo mientras una mala intención comenzó a recorrer sus venas. Ahora sí que le miro directamente a los ojos, y dejándolo aún más enamorado, por ver sus ojos tan bonitos, pero un poco apagados.

 

¾Vengo a reconocer el cadáver de mi marido y mi hijo. - El pobre se quedó pálido y se paralizó, ya que no se esperaba para nada la respuesta de la mujer.

¾Ah... L-lo siento, no lo sabía...

¾No, no lo hacías. No te sientas culpable. ¾Ella sabía que había tirado el dardo y que ahora comenzaría a cerrar la boca.

¾¿Cómo es que...

¾¿Quieres saber más?

¾Si se puede...

¾El pequeño, en un atentado en el jardín. Y él, no se sabe. O por lo menos yo no lo sé. - Se le creó un nudo en la garganta, y dejó de verlo.

 

Pasó a sentirse un poco culpable por hablarle de ese modo. Llevaban 2 horas de vuelo, ¿Por qué recién ahora se dedicaba a dirigirle la palabra? Quizá era un chico cobarde tomando valor, para ver si conocía a alguien interesante, o ya saben. «Soy una imbécil» Se dijo luego de pensar en estas razones. Lo miró para disculparse, pero él ya estaba envuelto en música de mal gusto que trasmitían sus auriculares. En fin, quizá era lo mejor. Siguió su ejemplo, para escuchar un poco de orquesta, y después de eso, se logró dormir. Estaba cansadísima, debido a que no había logrado descansar en toda la semana, en ningún sentido, debido a que era atormentada por las pesadillas sobre el tema. Gracias a Dios, no tuvo de esas en el avión, lo que provocaría que despertase a los gritos, cómo ya lo había hecho antes.

 

Ya cuando bajó del vehículo, termino los procesos burocráticos para finalmente entrar en la ciudad. Pidió un Uber, para hacer su camino más hasta la morgue. Sin pensar demás, llegó después de un viaje de casi 20 minutos, «Maldición, estoy harta de los viajes» pensó todo el bendito camino. Pero cuando llego al pálido edificio deseó que hubiese durado más.

 

Entró por las pálidas puertas metálicas, mostrando su placa de policía, identificándose tanto como la oficial, la conjugue y madre de las víctimas, todo mientras cobraba un viejo favor al que manejaba el lugar. El gordo que atendía, le dijo un par de cosas antes de entrar, pero como trabajadora de la ley sabía todo sobre esos lugares: Del frio tan aterrador, del nauseabundo olor a muerte, de la fragilidad de los cuerpos, o del hecho de no poder tocarlos por la posibilidad de destruir pruebas. Pero el entrar le dio una sensación distinta a las que sintió otras muchas veces: La primera vez que entró se descompuso, causando vómitos, y pesadillas. Luego, le comenzó a causar indiferencia, incluso cuando veía cosas similares a cabezas despedazadas, o cuerpos desmembrados, por más repugnantes que sean, no le dejaba de dar una mera sensación acida, que ni el hambre le quitaría. Pero al llegar al cuarto, en vez de volver todo como si fuese común, peor que si fuese su primera vez, en aquel lugar amargo. El olor vomitivo le dolió de verdad después de tantos años. Quiso vomitar, pero no podía, debía mantenerse firme.

 

¾Señorita River, sabe quiénes son. ¿Necesita enserio que yo...

¾Quiero todos los datos. Ya sé de lo que me voy a encontrar, podré soportarlo.

¾¿Está segura?

¾Si. 

El hombre trajo la primera camilla, tapada con una sábana blanca, pero ya se veía el pequeño contorno marcado. Respiró hondo.

¾¿Lista?

¾¡Que si carajo! 

Después de gritar, el tipo levanto despacio la sabana, dejando ver a su hijo de 5 años. Su corazón se rompió: La luz de sus ojos, ahora estaba en una camilla sin vida, pálido cual fantasma, sin su alegría característica, que le daba su razón para levantarse cada mañana.

¾La fecha de muerte: lunes a las 4:30, hace 5 días, en el atentado a su jardín de infantes. La causa fue una serie de quebraduras en todo el cuerpo, causadas por la caída de escombros tras la explosión. La mortal, fue una en el cuello. Murió rápido.

¾Gracias a Dios.

 

Hace una semana

 

Blair estaba tranquila tomando su café de la tarde, mientras escuchaba la TV, durante un descanso entre horarios. El sabor amargo, endulzado con stevia le despertaba, dándole ganas de seguir en sus objetivos diarios. Miraba la mesa analizando su vida sin expresiones, a causa de su notorio cansancio por las horas de trabajo. Faltaba una hora para tener que volver a la oficina para llenar reportes y papeleo.

 

La razón de estar en Londres, sola, en vez con su familia, era porque estaba de intercambio hacia un año y medio, por causa de su trabajo de detective. A cambio de un gran aumento de dinero, y un posible ascenso a capitana de su departamento, tendría que trabajar como consultora por 22 meses en aquel departamento. Y aunque fue duro alejarse del amor de su vida, de su pequeño hijo, de la rutina aunada a la ciudad en la que creció, además de tener que soportar a un grupo, aún peor que el que tenía en Estados Unidos, lo justificaba en su corazón, porque «Todo sea para mejorar sus posibilidades, junto a su futuro. En especial las de James». Se decía como eslogan.

 

Con su café terminado, la cafeína en sus venas, y ya estando por irse, la música del noticiero despampanó bajo la frase "Ultima hora". Originalmente pensó que no debía ser nada importante, no sé, algún accidente en la carretera, o algún robo, nada que le quite el sueño. Se mantuvo tranquila hasta que sonó la frase: "Una explosión en el jardín de infantes Kids of the future de Estados Unidos, acaba de ocurrir, hace no más de media hora" Se le heló la sangre, provocando que empezara a temblar, "Así se llama... No, por favor, Dios no", se dijo. Lentamente movió la cabeza, aun baja para ver el televisor. En efecto, donde iba James: La misma calle, el mismo quisco en la esquina, solo faltaba el edificio donde el pequeño estudiaba, y en su lugar había escombros negros, junto al humo que tapaba la cámara. Saltó de la silla buscando el celular. Lo tomó, falló 3 veces en desbloquearlo, logrando lo a la 4°ta y llamó a su marido.

 

¾Por favor responde maldición. Dime por Dios que no llevaste a James al jardín hoy. ¾Murmuraba con el sonar del teléfono en espera de que contestara.

¾Blair... ¾La voz quebrada de él, mientras que, de fondo, se escuchaban gritos, llantos de otros padres, sirenas de policía y ambulancia, que daban un entorno post apocalíptico.

¾¡Adam, lo vi en la televisión, algo de un atentado en el jardín de James! ¾Dijo caminando de izquierda a derecha por los nervios que bordeaban el terror absoluto¾. ¡Adam, dime que...

¾Si Blair... ¡Si le traje esta mañana!

¾No, no, no... ¡No puede ser!

Ella cayó sobre la pared quebrando al llanto. Él también lo hizo. De modo de que ese momento tan íntimo, por más que la lejanía podría arruinarlo, fue uno de esos dolores tan sinceros que no importaba los miles de kilómetros que los separaban.

¡Es mi culpa, me pidió no ir! ¡No me dijo el porqué, solo se quería quedar en casa conmigo!

¾No lo es. No es tu culpa. ¾Trató de consolarlo un poco.

¾¡Sabía, que algo anda mal Blair!: ¡Me lo decía mi intuición, me lo decía él, lo decía la maldita investigación...!

¾¿¡Qué dices!?

¾¡Fueron ellos! Me mandaron una nota que decía: "Si sigues buscando, te haremos sufrir de verdad malnacido"

¾¿Por qué no me contaste? ¡Es algo muy importante maldita sea!

¾¡Perdón Blair! ¡Te pido perdón! - Su voz estallo en gritos y alaridos de dolor intensos. No daba más, su vida había perdido algo de lo más valioso, su propia descendencia. Otra vez perdió a un miembro de su familia - ¡Por mí culpa nuestro hijo está muerto!

 

Actualmente

 

¾¿Señorita? ¾Dijo chasqueando.

¾¿Sí? ¾Preguntó sacudiendo la cabeza, saliendo del trance.

¾¿Vemos a Adam? ¾Le preguntó el forense.

¾Un segundo... por favor.

¾Tómese su tiempo.

Inhalo y suspiro, mientras el gordo buscaba la otra camilla. «Cálmate Blair, todo acabara pronto aguanta un poco más» Intentó darse fuerzas, casi en vano.

¾Estoy lista. 

Asintiendo, destapó la parte superior de la camilla. Allí estaba el amor de su vida.

¾Dios mío. ¾Estaba a nada de empezar a llorar, pero contuvo la compostura. Lo último que quería era desmoronarse en frente de un desconocido.

¾Hora de muerte: sábado 2:54 AM. La causa fue desangramiento por múltiples puñaladas en el abdomen. Fueron 4 para ser específico: Las 2 primeras cortaron un pedazo del intestino delgado, las otras fueron al grueso y al hígado. ¾Se quedó callado un segundo, volteó para verla y le dijo con tanta tristeza como delicadeza¾. Señorita, me encantaría decirle que fue rápido, pero no sería verdad. El que hizo esto quería verlo sufrir.

¾¿Po-podría decirme cuanto estuvo desangrándose?

¾De 7 a 15 minutos.

¾Hijo de...

Su voz se rompía lentamente. «Destruyeron a James, destruyeron a Adam». Describió. «Que esto sea una pesadilla, por favor».

 

Se trataba de un sujeto tranquilo, serio cuando lo requería, inteligente en todo momento, pero con una sonrisa alegre, cálido, amoroso y sobre todo amable. Con habilidad en el deporte, principalmente el boxeo (Razón por la que usaba guantes, para cubrir las heridas de sus manos). Excelente trabajador, que trataba con creces ser el mejor padre. Luego de conocerse más y más, a sus 23 años se casaron, a los 25 se embarazo de James, y ahora a sus 30, estaba viendo sus cadáveres sin vida en una morgue. Parecía una especie de maltrato psicológico. Verlo pálido, sin vida, con una especie de cara de asco.

 

¾¿Ha-hay... algo más? - Preguntó a segundos de desmoronarse.

¾No... Los demás exámenes, dieron negativo o dentro de los parámetros.

¾ Ya veo. Y-ya es hora de irme. ¾El sujeto los guardó, mientras ella se iba lentamente evitando no desmallarse.

¾Mi más grande pésame. - Fue lo último que escuchó.

 

Salió de una vez del edificio. En un momento pensó el pedir otro Uber, pero al abrir el celular, vio una foto de ellos como familia, aún vivos, lo que la lastimó aún más, por lo que cambio su plan a llamar un simple taxi. Un viaje silencioso, una incursión al hotel más aún. Solo se quiso acostar para de una vez llorar, de descargar todo ese dolor. Se tiró a la cama... pero no pudo. Solo sintió una pena vacía, que ennegreció su corazón, que la hizo sentir culpable y luego se durmió. Su mente fluía sorprendentemente tranquila mientras recargaba sus baterías, de modo de quedar excelente para el día siguiente y seguir la jornada. Repasaba la información que necesitaba guardar, cuál desechar, etc.

 

Hace 2 años

 

Estando recostada, en la faceta final del trance conocido como sueño, es decir, cuando de a poco recuperaba la conciencia, el sonido del movimiento encima de las sábanas entraba de por sus entumecidos oídos. Luego su piel, más específico, la de su hombro, sintió una suave caricia provocada por la mano de su esposo. Por último, el toque húmedo de sus labios que tocaron su mejilla izquierda, calentando su corazón.

 

¾Vamos amor, es hora. ¾Dijo despertándola por completo. Gruñó con la voz entumecida.

¾Un poco más...

¾Vamos.

¾Que 5 minutos más dije.

¾Me pediste que me despierte antes que tu despertador.

¾¿Qué tanto? ¾Miró el celular, faltaban 15 minutos¾. ¿Tanto quieres que me vaya?

¾Todo lo contrario: Como te vas por 2 años... Creo que, al igual que a ti, me va a costar la fidelidad...

¾Púdrete. 

Dijo riendo, junto a un empujón hacia él, moviéndolo un poco. Suspirando, se sentó, mientras que con los dedos se revolvía el pelo. Besando a su marido, se salió de la cama para cambiarse, y preparar la maleta. James se despertó como a las 10 del mediodía, lo que le impidió pasar mucho tiempo con su madre. Aunque fuese el ultimo. A pesar de sus 4 años, el pequeño era un chico muy tranquilo, alegre, y aunque poco juguetón, era super apegado a sus padres, especialmente a ella. Por eso lloró muy fuerte a la hora de dejarla en el aeropuerto.

 

¾¡Mami, no te vayas! ¾Decía el niño llorando estando alzado por ella.

¾Mi vida, cálmate. Yo voy a venir a ver en tu cumple, y cuando tengas 6, vuelvo a casa definitivamente. ¾Intentó calmarlo, en vano.

¾¡Pero, es mucho tiempo!

¾Se va a pasar rapidísimo. Además, los voy a venir a visitar siempre que pueda. 

El niño no dejaba de llorar alzado por su madre.

¾¡No, no…! ¾Grito el niño. 

Al ver que su esposa estaba atrapada, y que requería ayuda para sacarse al chiquillo, se acercó para agarrarlo, alzarlo él, y finalmente liberarla.

¾Vamos peque, ven aquí. ¾Dijo mientras los hacía.

¾¡Ma…! ¡Voy a extrañarte Mami! ¾Exclamó deprimido.

¾Yo también mi amor. - Respondió poniendo su mano en su pecho. 

James metió la cabeza en el hombro de Adam, para seguir llorando. Le acarició la espalda para calmarlo. 

 

¾¿Van a estar bien? ¾Pregunto sin rodeos.

¾¿Desconfías de mí? ¾Preguntó juguetón.

¾Si, un poco.

¾¡Ah! pero me estás jodien...

¾¡Ey!, no insultes frente al niño. ¾Él, lentamente bajo a James al suelo, donde se quedó mirando al hacía abajo, mientras sostenía su mano.

¾Bueno, que quieres que te diga: 6 años casados, ¿Y te dignas a no confiar en mí?

¾Adam, yo confió en ti. Pero... 

Le puso la mano en el hombro derecho, le beso la mejilla. La sedujo con su mirada tanto como la tranquilizo.

¾Vamos a estar bien Blair. Puedes confiar en mí.

¾¿Me lo juras? ¾Él solo la besó dulcemente en los labios.

¾Con mi vida. 

Se dieron un abrazo, en el cual ella no pudo evitar lagrimear en el regazo de él.

¾Los voy a extrañar muchísimo.

¾Lo se mi reina.

¾No me quiero ir.

¾Tú lo decidiste.

¾Lo sé...

¾Tu dijiste que lo necesitamos.

¾Si...

¾Y...

¾No uses mis palabras en mi contra.

¾Perdón.

¾Está bien. ¾Dejó terminar¾. Los amo.

¾Y nosotros a ti.

Besó en los labios a Adam, y en la frente a James, antes de abrazarlo a este último con todas sus fuerzas. «No me separarán de él. La distancia es solo un número. Siempre estaré con él. Todo es por él» Pensó dándose ánimos. 

 

¾Te amo hijo. Con todo mi corazón. ¿Sabías?

¾Si. Te amo mami.