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IV: Debilidad

Hace 4 años

 

 Era pleno invierno. Hacía frio, y estaba lloviendo, pero su rostro estaba húmedo por otras razones. Encerrada en su cuarto, sentada en su cama, con los audífonos a todo volumen, escuchando a Blake Shelton, cuya música lo único que podía hacer es de acompañamiento, para no estar escuchando únicamente sus alaridos en la soledad, que, al igual en una película de terror, inundaban la solitaria casa. Tenía sus temblorosas manos, tapando sus ojos, heridos por tantas lagrimas liberadas en tan poco tiempo. Su voz se le iba segundo a segundo, debido a los sollozos que estaba liberando, mientras se sostenía el pecho. Igual, no podía quedarse quieta por la ansiedad que le generaba este estado. "Se pasaron. Realmente, hoy se pasaron." Se repetía la cabeza mientras hundía el rostro en su almohada. "Miren a la alienada" "Sus padres se separaron para alejarse de ella." "Es pelirroja porque es una zorra." Repetía en su cabeza lo que le decían sus compañeras, mientras miraba el marco partido de sus lentes. "Papá me va a matar." Se lamentaba cambiando de posición, estando ahora con las piernas pegadas a su pecho, mientras sus brazos le hacían para apoyar la cabeza.

 

- ¿Qué pasó Blair? - Preguntó su padre recién llegado del trabajo, mientras entraba al cuarto, apurado tras escuchar el llanto.

- Pa...- Ella se compuso y levantó los pedazos de lo que alguna vez fueron sus lentes. Unos que se habían comprado hace no más de 5 días. - Me los rompieron...- Volvió a romper en llanto.

- ¿Quiénes?

- Jessica y sus amigas.

- Pero que hijas de...- Se le acercó y miró el desastre que eran estas cosas. Se les había partido el marco, y se les había rajado el vidrio. - Me costaron más de mil dólares. Que pedazos de...- Frenó sus palabras, apretando los labios mientras gruñía. - Cuéntame que pasó. Desde el inicio y todos los detalles. - Con el corazón quebrado, y tomando mucho aire, intentó expresarse, pero falló un par de veces. Para la tercera, comenzó a relatarle su día.

- Empezó como un día normal. Tenía clase de biología, después de inglés, pero en el recreo... Jessica...- Empezó a dolerle de nuevo el pecho.

- Calma niña. Continua.

- Primero me empezó a tirar del pelo en clase. Luego me dijo de todo.

- ¿Qué es "De todo"?

- Fea, huérfana... Bruja, zorra. De todo...

- ¿Por qué se piensan que eso es un insulto? Y más importante ¿Por qué eso te duele? - Preguntó extrañado.

- ¡No sé!

- ¿Cómo no sabes?

- ¡Me duele! ¡Simplemente me lástima que me digan eso! ¿¡Está bien!?- Gritó sintiéndose incomprendida. 

- Bien bien. Ahora dime, como carajos se te rompieron los lentes.

- En el recreo, en la fila del quiosco, me empezó a tironear del pelo otra vez. Pero cuando me di vuelta, la encaré me empujó, y una de las amigas me puso el pie. Me caí de nuca contra el piso, y cuando me levanté, tras retorcerme de dolor y que ningún profesor hiciera nada, se me cayeron los lentes. Traté de levantarlos, y cuando les dije "Hijas de..." me los pisaron. Luego, vino la profesora, nos llevó a dirección, Jessica dijo que estábamos jugando, porque fue un accidente que me los pisara. Así que nos amonestaron a las 2...

- ¿Cómo?

- A las 2. Porque le creyeron la mentira. - Dijo pasando de furiosa a triste. - Te llamaron, pero de costumbre no atendiste. Así que...

- Dios... Qué escuela de porquería te teníamos que meter...- Dijo Wilson metiendo la cara en sus manos.

- Pa...- Le dijo más entristecida. - No te enojes...

- Tranquila. - Intentó calmarla. - No es tanto tu culpa.

- ¿Tanto? - La chica sacudió la cabeza.

- Como nunca se te ocurre defenderte...

Hace un año

 

- Y... ¡Listo! Tus uñas ya quedaron divinas. - Dijo la mujer. - ¿Qué te parecen?

- ¡Están genial Ma! - Afirmó la preadolescente, en un mini grito de alegría.

 

 Estaban en el piso donde vivía Caroline Brown, su madre. Se trataba de esos feos estructuralmente hablando, con colores oscuros en las paredes, algunos agujeros por aquí y por allá, además de algún insecto. Sin embargo, estaban bien decorados por el propietario: Con varios cuadros pintados, tanto por ella, como algunos comprados (Muchos tapando los ya mencionados hoyos). Además de tener varios instrumentos esparcidos. Si había algo bello desde antes de la llegada de la inquilina, era un gran balcón que daba a la vista de la ciudad desde un punto realmente bello, para admirar las estrellas, y las luces del centro. La total contraparte de la casa de Wilson, la cual estaba en una esquina, era pequeña, un lugar que por poco parecía una biblioteca vieja, la de su madre era acogedora, y no le era asfixiante estar allí.

 

 Caroline, era pelirroja como su hija, con ojos de color marrón oscuro, un poco petisa, de nos mas de 32 años. Alocada, joven, bastante atractiva. Amante del arte manual, le encantaba pintar, la música de cualquier tipo; Pasar rato en el aire libre mirando al cielo sin preocupaciones, o de viajar sin un rumbo por la ciudad. Total, contraparte de Wilson, porque era realmente amable y amistosa. La razón base de porqué Blair amaba pasar tiempo con ella. Le comentaba de los libros que leía, de los "Compañeritos", de los profesores, y toda su vida prácticamente. Hasta fue con ella con quien tuvo "La charla". Era su mejor amiga prácticamente, en la única en la que confiaba.

 

- ¿Pasa algo Blair? - Preguntó al verla un poco decaída, poniendo su mano en la mejilla de su hija. - Cuéntame.

- Pasa que, en la secu... me están molestando.

- ¿Cómo te molestan?

- Me dicen cosas, me tiran del pelo, me pellizcan...

- ¿Qué cosas te dicen?

- Me tratan de bruja...

- Y... El nombre no te ayuda, cielo...

- De tonta, de mentirosa... Además de... - Se le acercó y le susurró el insulto más frecuente.

- A la mier...- Bardeó la mujer. - ¿Por qué te dicen eso hija? - Se encogió de hombros. - Te tienen envidia, no les hagas caso, y no te dejes ofender por esas pavadas.

- Pero me duelen. Y no se les ocurre parar, por más que se lo pida a los gritos.

- ¿Pero quién te molesta?

- Una chica y sus amigas.

- ¿Cómo se llama?

- No lo sé. Traté de todas formas que me dejen de molestar. Intenté ser cordial, ayudarles con las tareas, y hasta defenderlas en las pavadas que hacen.

- Bueno. Solo no te dejes molestar. Ignóralas, no le des de tu tiempo. No se lo merecen. - Le dijo levantándose, yendo a la cocina. Allí tomó un paquete de papas fritas, y las vertió en un bol. Las llevó a la mesita frente al sillón para que pudieran comer. - Tu eres demasiado maravillosa como para que quieran tirar a la tierra unas golfas.

- ¡Mamá!

- Ups, se me escapó jaja. - Las dos se pusieron a reír. Tras un rato, y con las mejillas rojas por tanto reír:

- Gracias Ma. - Le dijo saltándole encima para abrazarla.

- De nada princesa. - Dijo aceptando el cariño.

Un año mas tarde

 

- Encima te viene menospreciando desde hace un año. - Exclamó Wilson sin mirar a su hija.

- Si...

- Que pibas inútiles. Si las ves bien, seguro las vas a ver en una película porno de adultas, porque no sirven para nada mas, esas huecas.

- ¡Dios! No digas eso. Eso te vuelve peor que ellas.

- Lo sé, perdón. - Se disculpó falsamente. - Debes atracarlas de forma inteligente.

- ¿¡Qué!?- Le preguntó la adolescente.

- -Eres inteligente niña, sabes cómo atacar para que duela.

- ¡No lo sé!

- A ver, piensa. No me niegues que no sabes lo suficiente, como para tirar dardos en los momentos adecuados, hacerlas caer lentamente, para que cierren la boca.

- No puedo hacerlo... O si...- Se puso a pensar.

- Sí que puedes.

- P-pero ya es tarde. Ya tienen establecido que soy el chivo expiatorio.

- -Porque te volviste sumisa, la amabilidad no sirve niña. Porque los animales así buscan a los más débiles para atacar. Es una maldita cadena alimenticia.

- Estás loco. ¿Qué puedo hacer ahora?

- Un ataque a la desesperada. Se fuerte, agresiva, y despiadada. - Le dijo con una sonrisa cruel.

- Papá... Me estás asustando.

- Perdón. - Se disculpó. - Pero creo que me entiendes.

- Si. Eso creo. - Le dijo bajando la cabeza deprimida, pero mas calmada porque al menos pudo hablarlo con alguien. El hombre se sentó en la cama. Su tono de voz agresivo se había relajado, y dulcemente cambió el tema de conversación.

- Escucha, el doctor dijo que no falta mucho para que uses lentes de contacto. Así que no es para tanto.

- Quizá...- Le acarició el pelo.

- ¿Quieres que pidamos pizza? Así te calmas un poco. ¿Te parece?

- No... no hace falta. Quiero estar un poco sola.

- Bueno, la pediré igual... Pero está bien, descansa un rato. Si necesitas algo...

- Mi game boy no tiene pilas.

- Ya te las traigo.

3 años después

 

Estaba sentada en su cubículo, apoyada con los codos en la mesa, masticando chicle. Era una hora libre, causada por la ausencia de un profesor. Estaba adelantando tarea de otra materia, en silencio, porque el mp3 se quedó sin batería. Adam estaba al fondo charlando con unos amigos. Estaba muy concentrada en su estudio, en la importancia de la prolijidad de la letra, en el trazo que debía ser perfecto, de no cometer la mínima falta ortográfica, todo satisfacerla a ella, porqué sino se estrazaría, y nadie, absolutamente nadie la quiere estresada, porque así, se volvería peligrosa. Es por eso que le molestó, más que de costumbre, la llegada de Debora, una chica conocida por ser más insoportable que el zumbido de un mosquito a las 2 de la mañana. De esas creídas, que únicamente por salir a bares caros, y fumar marihuana en la esquina, se sentían superiores, sobre todo hacía las chicas solitarias como Blair, que con suerte tomaban un trago de vez en cuando.

 

- Hola Blair. ¿Haciendo deberes rata de biblioteca? ¿Acaso no tienes nada mejor que hacer? - La adolescente no respondió, ni le importaba su presencia. Es más, normalmente se pondría los audífonos para ignorarla (Aunque no tuviese batería, era una forma de aparentar desinterés), no sintió que fuera necesario esta vez. La bully volteó a sus 2 cómplices, otras 2 inútiles incapaces de estar solas. - ¿Los ratones te comieron la lengua?

- Desgraciadamente, veo que a ti no, porque sigues aullando como el primate que eres. - Le respondió con soberbia, sin quitar la vista de la hoja, aprovechando la grieta que hubo en el dialogo, dispuesta a defender a sus peones y reina, para no perder.

- ¿Qué dijiste maldita? - Le preguntó golpeando la mesa para intentar intimidarla. - ¿Por qué no me lo dices en la cara? - Sin retroceder, pero tampoco dirigiéndole la vista, le dijo.

- ¿Eres sorda acaso? ¿O tonta? - Le respondía, ahora si levantando la cabeza un poco. - No me intimidas niña.

- ¿A no? Entonces porqué sigues hablando.

- Porque a diferencia de las otras debiluchas del salón, a mí no me hablaras sin recibir respuesta. Y, "Si te molesta el calor, no te metas a cocinar" ¿No? - Le devolvió la jugada, con una mirada despectiva, mientras los demás alumnos comenzaban a mirar cual espectadores de un evento interesante. - Te recomiendo que me dejes en paz, si quieres salir de aquí son el mínimo ego que tienes, y no con el rabo entre las piernas. - Alzó un poco el mentó, y dijo burlón. - Oh ¿Te confundí? ¿Fueron demasiadas palabras para ti? - Le dijo pronunciando cada vocal y letra de modo cruel, porque sabía que a Debora, al ser de intercambio, no sabía pronunciar bien el idioma.

- Yo hago lo que se me cante. - Le amenazó, con un tono de voz más enojado.

- Entonces báncate a que te diga, "Lo que se me cante"- Imitó su vos.

- Te crees mucho. ¿No es así? - Le preguntó queriendo enfurecerla, pero la pelirroja sin inmutarse le volvió a responder.

- No me creo nada. Por otro lado, tú te crees que puedes hacer "Lo que se te cante"

- Deja de imitarme.

- Entonces déjame en paz, que pareces un mosquito. Es más, soporto más lo que me dice un mosquito, que solo hace un zumbido, que las idioteces sin sentido que usas para comunicarte.

- Maldita zorra...- Le tiró los cuadernos al suelo. Blair ya se ardió. - No eres nadie ¿Sabes? Solo eres una piba callada que lo único que sabes hacer, es parecer inteligente. Tú, con tus ridículos libros y palabras complicadas.

- ¿Así? Si yo no soy nada, ¡Pues tu eres menos! - Le atacó levantándose, con las palmas aun apoyadas en el taburete. - Tú crees que por salir y tener a varios chicos detrás eres especial. Pero eres solo un chicle, para masticar y escupir, una vez pierdes el sabor. - Le acercó el rostro. - Ni tus padres han de soportarte para aceptar que te vayas del país.

- Como te atreves maldita. Pero como...

- ¡Pero nada ridícula! Sal de mi vista, que si nadie te banca, yo menos...

- Podría romperte la cara si pudiera.

- No puedes, porque: "Perra que ladra no muerde"

- Tu eres más perra que yo.

- Pero no me ves ladrando. ¿O sí? - Comparó, sonriendo con malicia. - ¿Por qué no le preguntas a Jessica si lo que digo es cierto? - La Hondureña miró a antigua bully, la cual estaba mirando por la ventana, sin decir una palabra, y cuando sus miradas se cruzaron, Jessica negó con la cabeza, como advirtiéndole que se alejara.

- Vámonos. - Finalmente dijo. - Pero...- Dijo mientras Blair recogía las cosas del suelo. - Al menos... Yo tengo amigas. Tu estas sola.

- Mejor sola... Que rodeada de otra gente falsa.

- ¿De qué hablas?

- No sabías como hablan de ti esas 2 a tus espaldas.

- Estás mintiendo.

- De ti depende creértelo. Quizá sea mejor vivir una mentira, pera no soportar tu lamentable realidad.

 

Debora se volteó y se fue, con el rabo entre las piernas, considerando lo que le dijo la ganadora de la pelea. Una sonriente Blair se estaba sentando para terminar la tarea, "Gané" se regocijaba en su mente, mientras sacaba un nuevo chicle para disfrutar. Pero entonces, un sentimiento oscuro le rodeo el corazón. "Otra vez tuve que hacerlo" pensó ahora, sintiéndose culpable mientras enterraba la cara en las manos de forma disimulada, para que no se note tanto el cómo se sentía.

 

Cuando se defendía, no tardaba en llegar la sensación de haberse convertido en algo que peor que lo que combatía. Quizá su padre se enorgullecería, "Bien hecho. Jugaste una buena partida" Le diría, en forma fría, pero claramente alegre. Pero su madre se decepcionaría de ella "Porque reaccionas así mi cielo. ¿Acaso eres peor que ellas?", le diría ella, con su tono de voz dulce que le dolería en el alma. Luego de ese pensamiento, le atacó la incertidumbre por haber pensado en Caroline. La echaba de menos. Soñaba con contarle de Adam, de las salidas e historias cómicas de las mismas. Recostarse junto a ella en el parque a escuchar música. Su cabeza le decía que la olvidara, pero su corazón se negaba a aceptar, simple y llanamente no la quería. Por último, tras divagar un rato, Blair pesaría que, a lo mejor, si seguía con esa actitud las compañeras la dejarían en paz. Supongo que para justificar el cómo se sentía.

 

Tocó la campana para cambiar de clase, e ir al almuerzo. Se levantó, tomó sus cosas, con la cabeza que seguía divagando un poco, salió al pasillo, y tras unos cuantos pasos, en una zona un poco desolada de los corredores, Adam le tomaría de la mano, deteniendo su camino.

 

- ¡Blair! - Le llamó. Volteó y sonrió por verlo.

- ¿Qué pasa?

- ¿Qué fue eso? - Le preguntó por lo anterior ocurrido.

- "Qué fue eso"... ¿Que?

- ¿Por qué trataste a Debora así?

- Ella empezó. - Se justificó como respuesta.

- ¡Ah bue! ¿Qué eres? ¿Una niña peleando porque le soplaron la velita a tu pastel? - Comparó. Blair sacudió la cabeza.

- ¿Me críticas por defenderme? - Insinuó.

- ¿Qué? ¡No!

- Entonces ¿Te duele que no hayas "Ayudado"?

- ¡No! Pasa que...- Se frenó. - Iba a hacerlo, pero...

- ¿Por qué no viniste entonces?

- Los chicos me dijeron que no interviniera. Que era peligroso.

- ¡Ah! ¿Y si ellos se tiran de un puente tú también?

- No es eso... Es más bien...

- Más bien ¿Qué?

- ¿Sabes? Dejémoslo aquí. - Cortó por lo sano.

- Me parece bien. Encima que tengo que tratar con esa hueca, tú me críticas por defenderme, en vez de apoyarme. Como si no tuviera bastante con que lidiar.

- Perdón, debí haber hecho algo.

- Yo no necesito ayuda Adam.

- Si la necesitas. - Adam se le acercó y apoyo su mano en su hombro. Normalmente se lo quitaría con agresividad, porque estaban discutiendo, pero se limitó a mirarlo de forma venenosa. - Tienes algo que ella no tiene: A mí.

- Agrandado.

- Déjame explicarme: Ellas son todas falsas. Ya lo dijiste que hablan detrás de ellas...

- En realidad, no sé realmente si hacen eso, solo planteé la semilla de la discordia allí.

- ¿Por qué harías eso?

- Para destruir lo único que tiene que yo no. Igual, es muy probable. Solo piénsalo. - Aclaró.

- En fin...- Aceptó. - Pero... - Retomó el tema anterior - Yo te quiero de verdad. Tal vez puedes defenderte sola. Pero, ya no tienes que hacerlo, puedes relajarte más. - Apretó los labios.

- Si... Claro...

- ¿No confías en mí?

- Las acciones dicen más. - Adam se encogió de hombros.

- Es verdad...- Aceptó. - Y sé que no necesitas ayuda. Pero eres mejor que ellas. ¿Por qué pierdes tu tiempo?

- Si no me defiendo ellas se van a creer que soy un tacho de basura, para descargarse.

- No les hagas caso... No te llegan ni a los talones. - Blair rio sin previo aviso. - ¿Que?

- La última persona que me dijo eso... Me abandonó...- Adam calló. Suspiró pesadamente cansado de la conversación.

- Tengo educación física. Nos vemos. - Dijo amargado.

- Si. Nos vemos.

Actualmente

 

Rey se estaba agarrando la cabeza, mientras daba vueltas por allí. Jane estaba estática, mirando a la nada, con los ojos perdidos en algo que nadie más podía ver. Del otro lado de la mesa, estaba una firme Blair, bebiendo con los ojos cerrados de su latte casero, rellenando su boca con la bebida, para disfrutar del sabor hasta el último segundo. "Está perfecto". En su largo sorbo, pudo escuchar los insultos de latino, acompañados los murmuros, casi aterradores, de la muchacha. Una vez se alejó la taza de los labios y había tragado, abrió la boca.

 

- ¿Algún problema? - Preguntó indiferente.

- "¿Algún problema?" ¿Enserio preguntas si tengo algún problema?

- Si. Si lo hago. - Respondió desafiante, con esa actitud segura. - ¿Qué ocurre?

- ¿Quieres que rompamos la ley?

- No exactamente.

- Quieres que busquemos nosotros a estos criminales. Eso se llama justicia por mano propia.

- Se podría decir que es básicamente eso. - Aceptó inclinando su cabeza. - Pero más bien, es acelerar la justicia.

- No me jodas... ¿Quién eres, Batman? - Se burló, pero estaba tenso aún. - Además, ya tengo problemas con la ley. ¿Quieres que arriesgue mi vida con esto?

- Tu solo fuiste atrapado con un vendedor de droga. Tampoco es que cabeza tenga precio. - Aclaró sacudiendo la mano izquierda. - Tampoco tienen que hacer mucho. Lo único que necesito es atrapar este sujeto. - Dijo sacando una foto de una carpeta, poniéndola de la mesa. - Este estaba involucrado de forma directa en el caso. Les recuerdo: El primer homicidio, fueron unos pandilleros emboscados en un callejón. Lo particular, es que ese sujeto estuvo un par de minutos antes del crimen. Aparentemente, el traicionó su banda, y estuvo cerca de los crímenes siguientes. Al menos de un par. - Explicó velozmente. - Si le capturamos, y le sacamos información, lo entregaremos a la policía. De esta forma iremos en camino a encontrar a los asesinos.

- No entiendo. - Susurró la chica de pelo morado.

- Verán. Ya se sabe quiénes son: Jasquier, Mary, y Daemon. Normalmente se sabría casi todo, pero sus registros civiles están desaparecidos Solo se sabe que aparecieron de golpe en un hospital, y allí desaparecieron.

- ¿Cómo es posible? - Volvió a preguntar.

- Las escenas del crimen estaban perfectamente limpias. Es posible que les hayan cambiado los nombres.

- Esto es más grande de lo que parece ¿Verdad? - Insinuó la pelimorado (Se había cambiado el color del pelo recientemente)

- Creo que sí. - Respondió Rey, recostándose en la pared.

- Los 3 desaparecieron. - Interrumpió Blair. - Mi teoría, es que estos los están abasteciendo de alguna manera. Están pensando en algo...

- ¿Cómo lo sabes?

- Simple. No están queriendo salir del país. No se los han avistado ni en aeropuertos o paradas de bus. Siguen aquí, buscan algo aún.

- ¿Con qué?

- No lo sé. Pero debo averiguarlo si queremos resolver esto. - Rey, empezó a enterrar la cara en las manos.

- ¿Y nosotros para que nos quieres?

- Rey. Eres el sujeto más fuerte que conozco. Tienes técnica para defenderte, y todas las cosas, de simio.

- ¿Qué?

- Jane, las pruebas indican, que algo tienen estos sujetos contra los del M.V.J.J. Solo tú sabrás unir los puntos que tienen relación con eso. Además, conoces a mucha gente, y alguno nos puede dar una mano extra. - Puntuó velozmente. - Yo me encargaré de unir los puntos. - Dijo terminando su plan. - Su paga será saber que esto se solucionó. ¿Bien?

- Blair, ¿Acaso estás...

- Está bien...- Afirmó segura Jane, asintiendo. Ambos se sorprendieron de la respuesta.

- ¿Ambas están locas?

- No lo estamos. Las cosas no están bien, y la policía claramente no ayudará. Hoy mismo una toma de rehenes salió mal en pleno medio día. Ni la gente, ni la policía, quieren hacer una mierda. - Afirmó con rabia. - Ya viví esto muchas veces. Sé cómo va a seguir. - Dijo segura de lo que decía, con ojos cansados, como si ya lo hubiera vivido. - Terminemos esto, y hagámoslo bien. - Blair no pudo evitar sonreír.

- Entonces... Rey. ¿Te unes o no? - Preguntó porque no se le ocurría que más decir.

- Dios... Realmente...

- Antes que digas algo. - La chica se levantó y le tomó del hombro al joven. - ¿Si estuvieras en la situación de Adam...

- ¿Muerto?

- Si. ¿Qué haría él? ¿Se quedaría sentado sin hacer nada? O ¿Mataría hasta el último zorro, que te mató? - Le preguntó la chica.

- Pues...- Bajó la cabeza. - T-tengo que pensarlo. - Se retiró del lugar. Se le veía por la ventana fumando un cigarrillo. Jane recorrió el lugar con la mirada.

- Tienes una linda casa.

- ¡Gracias! - Se quedaron calladas. - ¿Quieres algo para beber?

- Pues...

- Tengo vodka si gustas.

- Estaría bien. Gracias. - Se levantó, y de la lacena sacó la botella. Sirvió un vaso, y se lo dio. - Gracias. - Bebió en un sorbo, y se quedó cayada unos cuantos minutos.

 

Tardó el tiempo adecuado para que Blair se metiera en sus pensamientos. Rogaba que volviera y no rechazara unirse. Era vital para que el plan. Necesitaba de su habilidad para la pelea. No es que ella estuviese en el mejor estado físico. Solo tenía el entrenamiento de policía, que hizo ya hace varios años. Temió a que todo saliera mal, si se negaba: Si la vencieran en combate, y la matarán (Recordemos que es gente peligrosa). Encima, no tenían tiempo, así que no podían buscar a alguien que le remplace. Su cerebro le aclaraba que las cosas le saldrían bien, que sus jugadas habían sido las adecuadas, y psicológicamente se sentía obligado a hacerlo. Pero, ¿Y si no salía bien? ¿Y si hizo las cosas mal? Temía de verdad. Entonces volvió, y su corazón dejó de palpitar esperando la respuesta.

 

- Escuchen... Estoy dentro. - Suspiró disimuladamente, a la vez que se relajaba su palpitar.

- Excelente.

- Pero...

- Aquí vamos...

- No pienso matar a nadie. Solo a ellos.

- E-espera. ¿Matar? - Interrumpió Jane.

- Nunca lo hablamos ahora que lo pienso...- Continuó Rey nuevamente. Ambos se miraron, y luego a la pelirroja, que estaba cabizbaja. - Oye...

- No lo hablamos, porque... Aún no está decidido. Fundamental es detenerlos, sí, pero...

- Blair... Tu... Alguna vez has...

- Si. Es, lamentablemente parte de mi trabajo. - Ella rebobinó la imagen de la sangre en la pared, el 9 mm en sus manos temblorosas, sus pulmones agitados, y el terror en su cabeza. Tras terminar los recuerdos, sacudió la cabeza. - Gracias a Dios, solo lo hice una vez.

- Pero...

- Si sé, que esta vez puede ser diferente, porque es... Personal...- Interrumpió, apretando la mano. - No se qué voy a hacer. - "Quiero matarlos, pero si lo digo directamente me verán como una loca." Pensó mientras daba otro sorbo.

- ¿Estamos procediendo sin siquiera saber que vamos a hacer con ellos? - Hubo un silenció largo. Todos bajaron la cabeza avergonzados de no saber qué hacer con sus misiones. "¿Vamos a fallar?" - Lo voy a hacer. Pero si o si, tenemos que hablar sobre el final de esto.

- Me parece bien.

- Bien.

- Tengo trabajo. - Aclaró Jane levantándose. - Organicémonos, para vernos más tarde para planear como jugarla.

- Me parece bien.

- Por 2.- Incómodamente se fueron los 2 jóvenes a la puerta.

- Nos vemos.

- Si... Nos vemos.

 

Blair ya estaba sola. Pudo respirar profundamente relajada. Ya le dolían los dedos de tanto golpearlos contra la mesa, y el cuero cabelludo, de tanto tirarse el pelo, de los nervios de que algo saliera mal. Sin embargo, ahora una penosa sensación nostálgica le recorrió las venas. Lo que pasaba, era que estaba en su casa donde vivó casi 7 años. Ya la policía no la necesitaba, por lo que volvía a ser de su pertenencia. No había llegado hace mucho. No más un par de minutos, por lo que no tuvo tiempo para recorrer el lugar, solo llegando a sentarse para fingir que se sentía segura ante lo que estaba por decirles. Pero, tampoco quería recórrela, por miedo a ser bombardeada por recuerdos. Tras respirar aún sentada, tratando de asimilar los sentimientos, acompañada de una cerveza sin alcohol fría como la sensación que le recorría la espalda. Se quedó quieta un buen tiempo "Quiero salir de aquí." Sin embargo. no podía quedarse allí demasiado y tras levantarse, se puso, finalmente, a recorrer la casa.

 

Primero pasó por su cuarto: Una habitación un poco pequeña, compuesta por una ventana hacia la derecha, mientras que la izquierda, había un placar grande donde guardaba su ropa, junto a otros objetos. Todo bajo el manto de unas paredes pintadas de color blanco. Dio un par de pasos lentos, para ver a detalle aquella zona. Se sentó en la cama, sintiendo la comodidad del colchón; Acarició las suaves sabanas con nostalgia; Y se recostó para volver a sentir la calidez de su antigua guarida, de aquél lugar de paz, donde descansaba un par de horas tras salir del trabajo (A eso de las 8 am), antes de levantarse para cuidar al niño, que normalmente le saltaba encima (A eso de las 9 de la mañana), para dormir juntos una media hora más, aproximadamente. Allí dormía, leía, escuchaba música, charlaba con Adam durante horas sobre cualquier cosa, y un vasto etc. Básicamente, era donde se refugiaba del estrés de la vida de policía, esposa, y de madre también. Porque por más que amaba esa vida, era innegable que varias veces uno se puede cansar.

 

Miró al costado, donde solía recostarse él. Recordó como la abrazaba, como le besaba el cuello (Cosa que la volvía loca, cabe aclarar), y como se susurraba "Te amo", antes de descansar cada sábado y domingo, los únicos días libres de la semana. Todo para luego despertarla con unas caricias dulces en el rostro, un beso en la mejilla, y un "Levántate reina". A lo que respondería con un "Púdrete", porque le gustaba dormir hasta tarde los fines de semana. De alguna forma, con el tiempo, dormir con una pareja, es lo mejor. Y no dormir en un sentido sexual, tan solo descansar con aquella persona junto a ti. La sensación de paz de saber que está aquél que amas junto a ti, pacíficamente, arrullándote con su respiración, con el calor que proporcionaba el abrazo de él, que era aún mayor al de las mismas sabanas. Es una posición vulnerable cuando lo piensas. ¿Y si esa persona quiere matarte? Sin embargo, te sientes seguro, porque, "Cualquier cosa está ahí ¿No?". Crees, que siempre será así, y la sensación de tranquilidad de que aquél está bien, es inigualable. Amaba aquella sensación de falsa seguridad.

 

Pasó un rato, ahora estaba en la sala de estar, la habitación más amplia de la casa. Tenía una mesa en el centro, un televisor en la pared. Debajo de esta, estaba la ps3, que alguna vez fue de Adam. La tenía desde que salían de hecho, hace más de 13 años. Se acordó, ahora, de cuando jugaban a los juegos de lego, o a "Portal 2" en cooperativo, disfrutando el rato juntos, a las risas, y a veces, los gritos. "¡Te dije que vayas a la derecha!" recordó gritar en un momento de rabia. Se agachó para ver que juego quedaban, guardados: "Uncharted; The last of us, lego batman, spiderman, Star Wars, Call of Duty... " Leía barajeando la caja de cartón que los contenía. No tenía tanto tiempo para jugar, ahora era más bien un juguete de James, que no lo usaba mucho tampoco. De vez en cuando se ponía a echar unas partidas, pero llegaba cada día más estresado y solo quería dormir. "No lo culpo" pensó la pelirroja poniéndose derecha. Si los controles tuvieran batería jugaría un rato para despejarse. Probablemente jugaría a "Uncharted", para descargar su rabia.

 

Finalmente, el último cuarto de la casa. (Obviamente sin el baño, la cocina y el patio) El más duro para visitar. Con una ventana rumbo al patio, una cama pequeña en la esquina, adornada con una manta que tenía un estampado de peces, color naranja, y un pequeño peluche de spiderman pirata, de esos que se compran en puestos por $1. Las paredes pintadas de celeste, con unas fotos del inquilino de la pieza. Una estantería con varios libros infantiles, y debajo, un pequeño baúl con varios juguetes. De hecho, algunos seguían desperdigados por el suelo. Por instinto, quizá por el maternal, o por el del T.O.C comenzó a guardarlos, pero sus manos empezaron a temblar inevitablemente, mientras un zumbido la hicieron descompensase y caer al suelo. Solo puedo levantarse cuando le dieron nauseas para ir al baño para vomitar.

 

"¿Por qué?" se preguntó con la cabeza empinada en el inodoro, con el pelo detrás de su espalda, que se sostenía con su mano. Unas imágenes de su hijo en la camilla, pálido, y sin vida le dieron una razón para seguir vomitando. Sus arcadas se sumaban al dolor de su pecho y garganta. Los recuerdos de James jugando en el cuarto con sus juguetes, en comparación a la del cadáver, le dieron demasiado asco, tanto que no podía detenerse, por más fuerzas que hiciese para aguantar. Todas estas las imágenes en paralelo, ahora, a cuando se descompuso hacía 5 años, sin saber aún de su embarazo. Recordaba a Adam a su lado, sin dejarla por un solo segundo. Ahora, sola, sin nadie que le sostuviera siquiera el cabello, o le dijera que todo saldría bien. Más tarde ese día le dieron la noticia, lo que provocó que su corazón saltara de la alegría, casi causándole un paro, pero felicidad, al fin y al cabo. Ahora estaba empinada en el inodoro, soltando bilis y su almuerzo, con el palpitar rápido, para evitar que se termine muriendo en esa posición ridícula. Nadie le diría que todo estaría bien. Deseaba que le mintieran de tal forma, lo necesitaba enserio. Pero sufría la verdad: Nada saldría bien a partir de ese punto.

 

Logró levantarse temblorosa, para ver el espejo, viendo su reflejo desmejorado y la lastima, se convirtió rabia. Solo veía a una fracasada, que no puedo evitar que todo esto sucediera "Ahora vas a tener que conformarte con vengarte" Le dijo a la imagen proyectada en el cristal. "No pudiste ni proteger a tu hijo" se echó en cara, mientras apretaba los dientes "Eres una maldita inútil. Peor que las que te molestaban en la secundaria y preparatoria. Peor que los incompetentes de los 2 departamentos de policía. Eres una escoria". Esa frase, ese insulto, esa realidad a sus ojos, la llenó de una ira que le recorrió las venas, y fue tanta la gravedad de su odio, no hacia los asesinos, sino e ella misma, por sentirse como una mala madre; Esposa; O persona; que le dio puñetazo al espejo, con fuerza similar a la magnitud de sufrimiento de su corazón, despedazando el cristal, y causándole un sangrado en su mano, pero que no le dolía. Solo esto la determinó más a seguir adelante. "Mi dolor no es nada, pero el de ellos me confortará"

Hace 13 años

 

Tenía su sándwich primavera la mano, la cartera con sus libros, carpetas y notebook, cargado desde su hombro. La campera parca le daba el calor para salir afuera, que, por cierto, estaba empezando a nevar. La capucha tendría que ser su única protección ante los fríos objetos que caían del cielo. Antes de salir revisó su billetera, y no, no le alcanzaría para un taxi, así que, a esperar a un maldito colectivo a la intemperie, quizá durante horas. Claramente estaba molesta, y estaba un poco atragantada por el bocadillo, ya que debería terminárselo antes de salir. Caminaba lento por el pasillo de salida, y nuevamente Debora, como si ya no fuese suficiente martirio, la empezó a increpar, para romperles lo ovarios.

 

- Tan abrigada que estás.

- No me digas.

- Acaso no serás una lagartija de sangre fría. Ese me explicaría la falta de sentimientos o... algo de vida en esa carcaza pelirroja. - Dijo la bully, con un vocabulario más amplio que el de antes, que, según ella, era similar a la de un analfabeto. Claramente, quería rivalizar contra el amplio glosario de palabras que tenía Blair.

- Me impresionan las palabras que usas. Ahora hay que saber si las entiendes, y solo hablas por hablar, como el loro barato que e... - Entonces, sintió cono una mano le quitó la capucha de golpe, y como unas manos la rodearon en la parte baja del vientre, cerca de su cintura, y la arrastraban hacía atrás. "¡¿Qué está pasando?! ¡Sea quien sea el que está haciendo esto, le voy a arrancar la cara a golpes!" Pensó confundida Blair, en su susto, mientras agitaba los brazos. Antes de poder voltearse o defenderse, unos labios le besaron la mejilla y luego el cuello, provocando que un escalofrío le recorriese el cuerpo eliminando la tensión del mismo, relajando cada musculo, y prácticamente haciéndola quedarse como muñeca de trapo, "Seas quien seas, me ganaste. Soy tuya"

- ¿Te asusté? - Preguntó Adam.

- Un poco. - Aceptó Blair sonrojada, tomándole de los brazos, que aún la sostenían por detrás. - ¿A qué viene el arrebato?

- ¿No puedo sorprender a mi novia con cariño de vez en cuando? - Preguntó pícaro. Prácticamente se olvidó de que Debora y las otras huecas estaban frente a ellos. - Además, de avisarte que mi hermana me va a hacer el paro y nos viene a buscar a ambos. Le avisé que no te gusta el frio.

- Gracias. - Agradeció con cariño.

- Vamos. - Dijo soltándole de la cintura, pero tomándole de la mano, para dejar sola a la pálida Debora, muerta de la envidia. Y mientras se iba, la pelirroja de dio un dedo medio disimulado por detrás de la espalda. Ya fuera, Blair le empujó suavemente, una vez se habían alejado de los demás estudiantes de la preparatoria.

- ¿Por qué carajo hiciste eso? - Le preguntó.

- ¿Qué? ¿Lo del beso en el cuello? Sé por experiencia que es lo mejor para dominar a alguien. - Afirmó tranquilo.

- No... Todos son sensibles en el cuello, primero que nada. - Aclaró ahora ella. - A lo que me refiero: ¿Por qué te metiste en la discusión con esa... ¡Zorra!?- Preguntó haciendo énfasis al apodo animal de Debora.

- Yo te dije que no tenías que meterte más en eso. Que eres mejor y bla bla. Pero sobre todas las cosas, que me tienes a mí para darte una mano.

- Adam, no funciona así...

- Tú me dijiste sobre lo del ajedrez. Eso que todo el tiempo estamos en una partida y todo eso.

- Si, ¿Y?

- Pues déjame, en vez de ser un contrincante, darte una mano y ser un aliado.

- Adam, no necesito ayuda. - Dejó en claro, haciendo un leve gesto con la mano izquierda.

- Blair... - Se le acercó y tomó de las manos. - Lo sé.

- ¿Entonces? ¿Para qué te metes?

- Yo no quiero ayudarte. Yo quiero ampliar tus estrategias. - Ella inclinó la cabeza a la izquierda. - Ya no podrán decirte que estás sola, si me tienes cubriéndote las espaldas. Podrás evitar tener que atacar todo el tiempo. Se destruirán solas con solo intentarlo. - Dejó de verlo a los ojos, y se cayó un segundo, para luego decir extrañada.

- Hay algo tan raro en como hablas en este momento.

- Ahora sabes lo que se siente, cuando hablas de esa forma.

- ¡Ja! Así se siente. - Dijo con la rara sensación en sus oídos. - Igual, gracias por intentar hablar mi "Idioma"- Respondió riendo.

- Se siente raro, pero tiene su encanto. - Ambos se pusieron a reír a carcajadas. Luego Blair le acarició el rostro con la mano fría.

- No necesito ayuda, pero gracias. - Pusieron frente con frente, cerrando los ojos y dándose calor mutuo.

- Hay algo que no te dije.

- ¿Mhm?

- Mi hermana no viene a buscarnos. Solo quería sacarte de allí. - Lo dio una cachetada suave.

- No pasa nada. Pero al menos, hazme el paro, y báncame en la parada del colectivo.

- Me parece justo. 

Actualmente

 

La calle estaba concurrida. La gente la chocaba cada 3 pasos, y se estaba hastiando porque tenía al objetivo en la mira. Los audífonos puestos, en llamada con Jane y Rey, quienes estaban rodeando la zona, esperando la señal para capturar al sujeto. La campera de parca, con la capucha puesta, y una bufanda en el cuello. El corazón latiendo con seguridad, pero con fuerza por los nervios. "No es un plan perfecto, ni de lejos. Pero es lo mejor que pude organizar en un par de horas. No es excusa para cargarla Blair" Se dijo la mujer, zigzagueando por las calles más o menos iluminadas de la ciudad, mientras se pasaba del centro de la misma, a los barrios. El sujeto llamado Jeff Bell, el primer objetivo de los que debían encargarse. Se trataba de un vendedor de droga simples. Su relación tenía que ver con el primer caso: Una serie de pandilleros asesinados en un callejón, durante una reunión de los altos mandos. El sujeto era de la misma banda, y esa misma noche debía estar en esa reunión, ¿Por qué no fue? ¿Por qué se lo ve mejor económicamente ahora que todos los suyos estaban muertos? ¿Por qué a pesar de las pruebas en su contra no está preso? Eran las preguntas que estaban en la libreta, dentro de la mochila de la pelirroja. Ya era hora. Estaba alejado de los grandes grupos de personas al alrededor. Con unos lentes falsos, se le acercó, tras darle la orden de acercarse a sus aliados. Se le detuvo en frente, y con una libreta, el teléfono en mano haciendo de falso micrófono.

 

- ¡Disculpe! - Dijo con un tono de voz chillón, distinto a su voz normalmente medio. - ¿Tiene tiempo para responder una pequeña encuesta? - Preguntó.

- ¿Qué? - Preguntó sin entender.

- Una encuesta.

- ¿Sobre?

- Sobre el tránsito en las calles. ¿Le parece? Es un segundo.

- E-estoy apurado. Y si me disculpas...- Se disculpó, intentando esquivarla. Debía hacer tiempo hasta que llegase Rey, para noquearlo, y meterlo en el auto, para así interrogarlo.

- ¡Vamos! Es algo muy sencillo. No le tomará más de 1 minuto. - Insistió, poniendo su cuerpo frente a él para que no se fuera.

- Señora...

- ¿Señora? ¡Tengo 25! - Mintió para tratar de alargar la charla.

- Lo siento. Pero, realmente me tengo que ir. - Volvió a decir. Entonces tomándole del brazo, la apartó. "¡Maldición! Piensa piensa." No tuvo que hacerlo mucho, porqué de golpe, Rey apareció, envistiéndolo contra la pared, y una vez estaba confundido, le golpeó secamente, noqueándolo al instante.

- Más rápido y eficaz.

- Gracias, supongo. Súbelo al auto y llévalo a la dirección.

- Si. - Dijo levantándolo al sujeto, metiéndolo en la cajuela del auto. - ¿No se ahogará?

- No lo creo...- Dijo. - ¡Jane!

- ¿Qué?

- Maneja rápido. Solo, por si acaso.

Hace 13 años

 

Adam y Blair estaban sentados juntos, haciendo una tarea de matemáticas en conjunto. A ella le costaban algunas cosas de la materia, pero él era otro caso, no le costaba para nada, ni un solo número o cuenta. Era un buen profesor, y le agradecería de alguna forma más tarde. Pero cuando el docente se fue un segundo del aula, Debora se levantó de su asiento, se puso una mano por delante de la boca, para amplificar el sonido, y dijo:

 

- ¡Como esta no tiene habilidad para llamar la atención, tiene que quedarse probando la misma rama! - Rio malévola, mientras señalaba a la pareja al otro lado del aula. - Seguro que a él le debe pasar lo mismo. Lástima que no se dé cuenta de donde está metido, estando así de bueno. Debe ser un hueco bárbaro. - Blair apretó los dientes, la ira la consumió. "Que no se metan con él, que no tenía nada que ver en su ridícula riña". Cerró el puño, se levantó agresiva de la silla. Iba a ir a atacarla, detener esto de una buena vez, de forma repentina. Se podría decir que es una derrota, pero no la dejaría meterse con él. Pero Adam le detuvo tomándola de la manga.

- Calma. - Le pidió.

- Ya es el colmo. No se tenía que meter contigo. Se pasó del límite. Le voy a romper la cara. - Le respondió agresiva, furiosa, con la sangre que le hervía, pero que claramente se iba a romper a llorar. No quería hacer eso de nuevo, pero se sentía obligada.

- Calma...

- Suéltame...

- ¡Me parece que...! - Dijo Adam alzando la voz Devora volteó a verlo. - ¡… Me parece que te da envidia! - La bully rio.

- ¿De qué?

- ¡De que ella está conmigo hace 4 meses! ¡Y a ti, solo te soportan una noche! - El entero salón empezó a abuchear a Devora, quien se quedó cayada, roja de la vergüenza. Blair estaba helada, pero se sentía distinto, como, si ella estuviese segura.

- Adam... ¿Y-Yo que te dije de...

- Blair, déjalo ya. No pierdas tu tiempo. - Se volvió a sentar. - Ya le plateé lo de que ahora no se meterán contigo, porque ya no estás sola. - Terminó, mientras la otra se sentaba.

- Adam...- Enterró la cabeza en las manos. - Te... Te metí en esto. - El rio.

- Ahora no puedes hacer que no te defienda, porque estamos juntos. - Ella le abrazó.

- Gracias.

- No hay que agradecer.

Actualmente

 

Estaban los 4 dentro de un altillo abandonado, a las afueras de la ciudad. Tenían las capuchas puestas, junto a unos lentes para evitar que sus rostros sean vistos, pero también siendo simulados. ¿Qué pasaría si alguien les pregunta? Rey lo estaba golpeando con todas sus fuerzas. La sangre de sus nudillos y la del rostro de Jeff, eran indiferenciables. Jane estaba cayada, mirando al costado, evitando el contacto con la violencia de la situación. Blair acababa de llegar con una botella con un líquido azulado, además de tener unos chicles de sabor frutilla, se puso a observar la escena, sin más expresión que la de impaciencia, mientras le temblaba la pierna izquierda. Pasado un par de minutos, el más joven le soltó y se les acercó a ellas, claramente cansado, con la respiración entre cortada.

 

- ¿Nada? - Preguntó Jane, pasándole una botella de agua.

- Nop. - Respondió, apoyándose contra la pared. - ¿Qué más podemos hacer? - Preguntó mirando de reojo al prisionero, tras tomar un buen trago. - Y eso que le di con todas mis fuerzas... Es inmovible...

- ¡Novatos! - Exclamó la mayor del grupo. - No saben hacer hablar a un perdedor.

- Entonces ¿Qué harías tú?

- Fácil. Observen. - Dijo elegante.

 

Alejándose del resto, tras dejar su bolso. Cuando estuvo cerca de la linterna que alumbraba al capturado, se quitó la capucha y los lentes, provocando que los demás le llamasen la atención, pero les ignoró. Se arrodilló, frente a él, dejó la botella a su lado, se quitó el chicle de la boca, para ponerlo de nuevo en su papel. Le miró fijo a los ojos, se relamió los labios, humedeciéndolos para empezar a dialogar. Miró su bolsillo interno de la chaqueta del secuestrado, viendo una cajetilla de cigarrillos. Con los dedos ligeros la señaló y dijo.

 

- ¡Ah! Tienes cigarrillos. ¿Me convidas un par? - El otro no se negó, solo se encogió de hombros. Los tomó, sacó un encendedor del bolsillo de su campera, se lo enganchó en los labios, y se lo prendió. Inhaló un segundo el humo, pero lo liberó rápido, en un tosido. - A la...- Rio.

- Son de los fuertes. - Le informó también riendo.

- Se nota. - Aceptó. - Igual, me falta práctica. No lo hago desde la secundaria.

- ¿Empezaste allí también?

- Algo así. - Comentó en otra carcajada. - Lo hice por moda, más que nada.

- Yo lo necesitaba en su momento.

- Yo lo dejé un día. Ni me acuerdo porqué...

- Bien. - Dijo tras un mini silencio. - Te digo desde ahora: ¡Pierden su tiempo! - Exclamó por lo alto, con un tono de voz agrandado y seguro. - Ya me han interrogado de mil quinientas formas, y me han hecho de todo: Me han golpeado; Electrocutado en todas partes; Me han cortado; y además...- Señaló el cigarro aún prendido en los dedos de Blair. - Ya me han quemado con cigarrillos. - Terminó.

- Así que no te asusta...- Redactó.

- Para nada. - Terminó. Bajó la cabeza, rio lentamente, transmitiendo una atmosfera cruel a los alrededores. - Supongo que... Me debo rendir. Debería dejarte ir...

- Sería lo más inteligente. Pero creo que estás pensando en algo. - Entonces, alejando la mano derecha, destapó la botella, inundando con el fuerte aroma, proveniente de la misma, todo el lugar. Los compañeros inhalaron tratando de reconocer de que se trataba, mientras se empinaba la botella hacía los labios.

- ¿Quieres un trago? - Preguntó con un tono de voz misterioso, antes de tocar el recipiente.

- ¿Qué es? - Preguntó.

- Prueba. - Acercó la botella, pero la vertió encima de los pantalones de sujeto, al sonido de: - Ups! - Rey abrió los ojos enormes, tras darse cuenta de que era ese líquido.

- ¿Es nafta? - Al otro le recorrió un fuerte terror.

- No... Es mentira...- Negó. Tomando la botella, tiró la última gota más alejando, y le tiró una ceniza, provocando una pequeña explosión. Tiritó, tratando de alejarse, pero estaba acorralado. - ¡Diablos! - La risa de Blair se cortó abruptamente.

- Es... Solo cuestión de tiempo, hasta que una, pequeña, pequeñísima, ceniza, provoque que tengas las pelotas en llamas. - Le dijo con voz grave, pero fría, aterradora, profunda, y penetrante, que le envolvía, con una escancia más pesada que la del humo, y olor a nicotina proveniente de pucho. Además, este iba a menos de la mitad. - Así que... Tick tack, imbécil…- Se volvió a meter en cigarro en la boca, nuevamente inhalando, quemando más y más el pequeño objeto blanco. - Me vas a decir: Cuál es tu relación con los asesinos 3 suits: Jasquier, Mery, y Daemon. Me dirás todo lo que sabes. No omitirás ningún detalle. ¿Entiendes? - Preguntó agresiva. - ¡Habla!

- No... no te atreverías.- Rio nuevamente con un tono de negación. - No tienes el valor.

- ¿Quieres comprobarlo? - Estaba estática, ni siquiera temblaba, o demostraba signos de nerviosismo. No se tironeaba el pelo, o tamborileaba con los dedos. El otro fingía firmeza, pero se veía en sus ojos, que no podían verla directamente, que pasaba claramente lo contrario.

- ¿Te crees qué me creo esta pavada? ¿Qué soy un novato? ¡Pues no lo soy! ¿¡Okey!? ¡No lo soy!

- ¿Por qué tan alterado? - Preguntó sarcástica, y con cierto tono bravo, como si lo estuviera retando.

- ¡N-no lo estoy! ¡N-ni siquiera es verdad esta estúpido!

- Eres del tipo: Ver para creer ¿No? - Rey, se le iba a abalanzar para detenerla, le aterraba la posibilidad de que esto escale a otro nivel más aterrador. Pero Jane lo detuvo sosteniéndole del brazo. Se pusieron a dialogar casi a los gritos sobre las intenciones reales tras todo esto. Pero Blair seguía metida en sus pensamientos, escuchando bajo el agua, solo concentrada en su víctima. Se le terminó el primer cigarro. Se prendió otro. - Si se me terminan, te prenderé con el encendedor. Si es que una ceniza no se me cayó para entonces.

- ¡No te tengo miedo! - Gritó.

- Pues deberías. - Seguía observándola, con sus ojos violetas, pero helados, aterraban hasta el más firme. Estaba a la mitad, y una ceniza, casi cae encima del bolsillo.

- ¡E-estás loca! - Exclamó aterrado. Ya no podía ocultar sus sentimientos e instintos. - ¡Eres una desquiciada!

- Soy una avalancha.

- ¿¡Qué!?

- Me hicieron desmoronarme, ahora me llevaré a todos los que estén en mi camino.

- ¡Perdiste la cabeza! ¡No diré una mierda! - Bajó el brazo, y por ende el cigarrillo, provocando que se le acercase. - ¡Okey! ¡Okey! ¡Okey! ¡Diré todo! ¡Solo aleja eso de mí!

- Depende de ti. ¡Habla ya!

- Bien. No sé dónde están Jasquier, Mary, y Daemon...

- ¡Mala respuesta! - Bajó rápido el objeto blanco. Al unisonó, Jane, Rey y Jeff gritaron "¡No!".

- ¡Pero...! - Se detuvo a un milímetro de la nafta. - Se quiénes son exactamente. - Apartó el objeto.

- Tienes 30 segundos.

- No son 3: Son 4.

- ¿Qué? - Preguntó Rey

- ¿Qué? - Preguntó Jane

- ¿Cómo? - Exclamó Blair

- Hay un cuarto miembro. Se hace llamar "D.A.K.E". No era igual a los demás, era el que organizaba cada plan, quien los dirigía. Si Jasquier era el más peligroso, D.A.K.E lo debía ser más, porque le rendía el mayor respeto. Hasta Jasquier, que era el más agresivo.

- ¿Cómo era?

- Jamás le vi la cara, pero si escuché su vos, y tenía un acento extraño. Como el estadounidense, pero más neutro. Como si se le hubiese mezclado con alguno extranjero.

- ¿Qué más?

- Es la cabeza detrás de cada asalto. Logística, mano de obra, planes, sobornos, todo lo manejaba el. Me contrató cuando estaba con los Streets teaters. Me pidió información, a cambio de trabajar con él, y arruinar las armas de los miembros, para asegurarse de que la masacre saliera bien.

- Eres un asqueroso traidor. ¿Cómo no te encarcelaron aún?

- Porque tenía a varios policías comprados.

- Ni me sorprende. - Afirmó la pelirroja. - ¿Cuantos?

- Ni idea. Ya ni importa.

- ¿Por qué?

- Ya se deshizo de todos. Los traicionó, y los acusó. Los despidieron o metieron en la cárcel. A todos, creo.

- Si...- Interrumpió Jane. - El despido masivo de hace unas... 2 semanas, ¿No?

- Exacto. - Aceptó.

- Si si si, ¿Algo más?

- Yo no tengo nada más. Pero...

- ¿Mhm?

- Hay una reportera que el compró, hacia un buen tiempo. Creo que sigue con él.

- Nombre: ¡Ya!

- Marisa Coppel.

- Bien...- Dijo Blair. Tomó el teléfono de Jeff, y se lo lanzó. - Llamarás en altavoz al 911 y te entregarás.

- ¿Qué?

- Estas loca.

- Tu hazlo. - Rey le tomó del hombro, y la apartó.

- ¿Qué haces? Dijo que ese tal "D.A.K.E" tenía policías comprados.

- Exacto. Dijo que no los tiene más.

- Pudo mentir.

- No le conviene mentir, es poco probable. Prácticamente se meó. Y si, por lo que sea, aún tiene a alguien metido de encubierto, no le conviene hablar.

- ¿Por?

- Porque demostrará que no pudo mantener el secreto. Si nos tira, lo mataran. Está en Jaque, y nosotros en mate. - Acaró. - Además, no es tan inteligente como para hacer una pantomima rara.

- Cierto.

- Llama ya, antes que me den ganas de prenderme otro cigarrillo. - Jeff tiritó y marcó el teléfono.

 

Una vez llamados, ellos salieron de allí antes de la llegada de los uniformados. Se aseguraron hasta el último minuto de que todo había salido según el plan. Ocurrido eso, se metieron al vehículo para retirarse. Ninguno esbozó una palabra sobre el tema. Blair acercó a los 3 miembros a sus casas. Rey quedó en la de su novia, y a Jane la llevó a su departamento. Antes de bajarse abrió la boca para dialogar.

 

- ¿Quieres pasar un segundo? - Le preguntó. Lo pensó un momento. Le temblaba la mano por la repentina tranquilidad que le había llegado. Podía desmayarse si no se rebajaba un rato.

- Seguro.

- Aprovechemos para discutir un par de cosas.

- Vale.

 

En el ascensor no se dedicaron a dialogar, ni si quiera se miraban. Por otro lado, el interior del lugar, era notoriamente acogedor. Varias fotografías pegadas en las paredes, un televisor al frente, una nintendo Switch junto a la misma, donde sobresalía el "Super smash Bros". Una gran ventana, que llevaba al balcón, con una mesera. Un sillón de color beige, una frente a ella. Por último, una barra con varias bebidas alcohólicas, a la que se acercó y se sirvió un wiski.

 

- ¿Quieres algo? Tengo de todo. Practica y literalmente.

- Tengo que conducir, así que...

- Tengo una cerveza sin alcohol.

- ¿Fría?

- Sip.

- Gracias. - La aceptó con gusto, y tras destaparla, se la pasó. Se llenó la boca da la bebida, la contuvo un rato, y la tragó de una buena vez - Está buena. Gracias.

- Siéntate. Hablemos un poco. - Le dijo señalando la mesa. Tomó asiento. La otra bebió en 2 tragos lo que tenía, para luego servirse otro. - ¿Eres alcohólica? - Preguntó riendo, ya que lo dijo en un sentido de broma.

- Lamentablemente, no me puedo dar ese lujo. Nadie quiere un fotógrafo que no pueda estar firme. - Respondió en otra carcajada. - Además, el wiski está caro.

- Sip. El vodka no tanto, para mi beneficio. - Continuó Blair. Ambos quedaron cayadas.

- ¿Te gusta eso?

- Pues sí. Amo el calorcito. Jaja. - Se quedaron cayadas - Me sorprendió tu tolerancia... Ya sabes... Al interrogatorio. Rey no se lo bancaba, quería detenerme. - Ella gruñó por la acidez de su garganta.

- Estoy bastante más acostumbrada... Incluyo de lo que yo pensé.

- Me alegra, ya que...

- No pienses que la acepto. - La interrumpió. - Me repugna, da asco y miedo. No te voy a aplaudir por amenazar a alguien con quemarle las bolas, ni te incentivaré a volver a hacerlo. Sin embargo...

- Lo entiendo.

- Es un medio, y no tenemos muchas opciones o tiempo. - Aceptó.

- Es verdad lo que dices...

- Todo bien con que ya hayas matado, pero no quiero que...

- No no no.- Interrumpió ahora Blair. - Siempre es la última alternativa en mi trabajo. La violencia es un acto desesperado para obtener un objetivo. Usarlo, requiere perder una parte de sí. Significa que la diplomacia y el dialogo fallaron. Más bien, perdiste, y debes salir de eso. - Explicó con crudeza. - Yo no quiero recordar cuando... Le disparé a alguien.

- ¿Te duele?

- Más que eso, mi situación fue particular. Sin embargo, cuando Adam lo hizo, vi en alguien que amaba los resultados y cicatrices de quitar una vida.

- ¿Cómo fue? - Preguntó muy curiosa. Normalmente no hablaría, fue un momento muy íntimo para ambos. Sin embargo, quizá esa fuese una oportunidad única que hacerse más cercanas, y así ella sea más manipulable. La mayor, se enderezó en la silla mientras acomodaba el cabello detrás de su oído, todo esto, preparándose para contarle la anécdota.

- Yo iba al turno nocturno como detective, el al matutino. Aún siempre llegábamos a cenar y desayunar juntos antes de que me vaya al trabajo y el al suyo. Nos quedarían unas, 2 o 3 horas a la noche. Sin contar los fines de semana, obvio- Dijo ambientado la historia. - Pues era invierno, así que estaba oscuro a eso de las 6 o 7 de la tarde. Sin embargo, empezaron a pasar las horas, pero no llegaba, y me comencé a preocupar. Tanto tardó, que empecé a arreglarme para salir, ya que mi turno iniciaba a las 12 de la noche. Pero a un par de minutos antes de verme obligada a salir, escuché un portazo, y pasos de alguien corriendo al baño. Cuando fui a revisar, estaba él, vomitando, mientras temblaba y lloraba.

- Dios mío...

- Así es. - Aceptó.

- ¿Qué pasó después?

- Cuando me acerqué a preguntarle que le había ocurrido, lo único que hizo fue abrazarme con tanta dureza que casi me derriba, gritando, pidiendo perdón a alguien quien no conocía. Fuimos a nuestro cuarto, donde siguió con sus gritos, mientras seguía aferrado a mí. Y no era un abrazo como eso de cada mañana antes de irme al trabajo, o de los cálidos de disculpas, que pasaban después de pelearnos. Era uno similar a la de un niño, que le contaba a su madre de una pesadilla: Con su frente pegada a mi pecho, sus brazos por debajo de los míos, hincado encima mío. Estaba helado, pero traspiraba por igual. Fue un estado realmente preocupante. Sentí como sus latidos iban a 2.000 por hora.

- ¿Pero cómo se dio la situación? Ya sabes, la de la muerte.

- Cuando más o menos se pudo calmar, me explicó que habían agarrado a un criminal. El chabón había matado a un vendedor de droga en una riña. Común, algo que no causaría más de 2 a 5 años en prisión. Pero estaba aterrado, enserio no quería irse. Cuando lo agarraron en la casa, había un pibe y todo.

- ¿El hijo?

- Así es. Entonces, cuando se lo llevaban, el sujeto huye, y los amenaza con un revolver. Él y su compañero intentaron tranquilizarlo, pero el criminal no dejaba de gritar el nombre de su hijo.

- El hijo: ¿Cómo se llamaba?

- Ni me acuerdo. - Dijo apretando la mano derecha. - En fin, el sujeto estaba tan nervioso, que, pese a que intentaron calmarle por todos los medios posibles, sin embargo, martilló el arma y disparó, falló de milagro, pero ser vio obligado a dispárale hasta reducirlo. - Dijo súbitamente. - Él casi se desmayó. No se creía que había quitado una vida. Se descompensó, vomitó, todo. Su compañero terminó llamando a una ambulancia porque estaba en shock.

- Pobre. No me puedo imaginar lo que debió haber sido.

- Y sí. - Aceptó tras tomar otro trago. - Normalmente, le diría que sea fuerte, que es un gaje del oficio. Hasta que no sea así de... débil. - Describió adolorida. - Pero no pude. Lloraba como un niño, me dolió verlo así. No lo veía así desde hacía mucho tiempo. - Continuó una vez se le había terminado la bebida. - Cuando estaba conmigo, me hacía sentir segura, pero estaba desmoronándose frente a mí. Quizá necesitaba eso de mí en ese momento. Por eso, decidí tomarme la noche libre, para no sepárame de él.

- Que tierna. - Alagó. - Pero... ¿Cómo habrá sido ese sentimiento?

- Cuando mató... Murió una parte de él.

- Cliché.

- Pero cierto. Su sonrisa, su personalidad, la alegría que me transmitía comenzó a desvanecerse. Casi se fue por completo. Casi... se me pasó la idea de...- Se detuvo y calló.

- ¿Alguna vez volvió?

- Si. Pero por partes. Al principio, cuando se reencontró al niño de este criminal, e hizo las paces.

- ¿Y la segunda? - Sonrió.

- Cuando nació James. - Comentó con nostalgia.

- ¿No será cuando te embarazaste?

- Oh no. Eso fue un estrés bárbaro. Además, un padre no es padre hasta que ve al hijo.

- ¿Por qué fue un estrés el embarazo? Mi mamá dijo lo mismo un día.

- ¡Hay dios si empiezo con mi embarazo estamos toda la noche! - Exclamó.

- ¿Quieres otra y me cuentas?

In día mas tarde

 

Ya en el hotel (Porque no soportaba estar en su casa demasiado tiempo), con las mejillas rojas, con el tozo semidesnudo, con su brasier como única prenda. El ceño fruncido ligeramente, sin el más mínimo maquillaje, estando al verdadero descubierto, se estaba miraba frente al espejo del baño. Se analizaba desde la cintura hasta la cabeza: Miraba su hombro derecho con esa cicatriz prominente de bala, mientras más abajo se asomaban algunas de las de su cesárea; Con una pequeña marca debajo del labio, que le había hecho James jugando una vez en los columpios, y otro en los nudillos por lo ocurrido esa mañana; Por último, la hendidura de su dedo angular derecho, causada por el aniño de casada, y una cortada en la mano, por la vez que su propia pistola le hirió, cuando se vio obligada a utilizarla de improvisto un día. Sin decir ni una palabra, se lavó el rostro con agua helada "Soy tan frágil, tan débil" Pensó, a la vez que consideró que, si Jeff se hubiese levantado, la hubiera derribado con facilidad. Con el maquillaje ocultó las marcas de su rostro, con la camisa las de su torso. 

 

Fingir seguridad era parte de su vida, pero era igual de frágil que cualquier otra persona, porque a la más mínima, esa imagen podría rebumbarse. Cual espejismo, se desvanecería con solo prestarle atención. Le temía a ese aspecto de su vida: No podía demostrar debilidad hacia los demás, se aprovecharían de ella, de su amabilidad. No, lo negaría, ella era fuerte. Por eso se negaba a aceptar que su cesárea fue de emergencia, por complicaciones que podrían haberla matado si no se hubiera intervenido cuanto antes. Adam le insistía que fuera más sincera con sigo misma, "Que todos somos débiles en el interior", pero era demasiado terca. Mentir, aparentar, fachada, sería la palabra. Su actitud, su porte, su postura, funcionaban para obtener sus objetivos, y no pensaba cambiar esas habilidades que forjó desde joven. Menos en este momento. Terminaría esto, sin lugar a dudas, y rezaba, por más que fuera atea, a que todo saliera como debía. "Adam, te amo. Sin embargo, para hacer esto, tendré que ignorarte"

Hace 2 años

 

James y Blair acaban de llegar del jardín de infantes donde él estudiaba. Era invierno, y ambos estaban molestos de tener que estar llenos de ropa, para evitar el frio, pero igual estos no podían evitar temblar y tiritar un poco. Él era igual de friolento que su madre. Lo primero que hicieron tras llegar a la casa, fue prender la estufa de gas, de ese modo calentando la casa. Le preparó chocolatada caliente, para que junto a unas galletas oreo, hacerle una merienda. Una vez el niño se alimentó en la cocina, fue a la sala de estar, donde prendió el televisor para ver caricaturas un rato. El niño se sentó frente a la pantalla, y Blair se fue a su cuarto, dejando la puerta abierta para controlar su comportamiento. Se quitó los lentes de contacto, para ponerse las gafas, sentó en la cama para revisar las finanzas de la familia: Los gastos de la comida, la luz, el gas, etc, las cuales tenía anotadas en una libreta anaranjada. 

 

Las finanzas no estaban del todo bien. Llegaban muy justos al fin de mes, a veces les costaba siquiera llegar. Sus sueldos eran lo justo y necesario, pero el miedo a que llegue a pasar algo le molestaba "¿Una crisis? ¿Un despido masivo de policías? ¿Una ruptura de algo en la estructura de la casa?". Se metió en sus pensamientos, para calcular todo con excelencia, cada número, coma, o cuenta, a la vez de que el mismo estrés, de no tener el verdadero privilegio de no estar tanto tiempo ajustados con el presupuesto el mes. Sin embargo, no pudo quedarse así demasiado, ya que James se trepó por las sabanas, gateó hacia donde estaba y recostó su cabeza en sus piernas, mientras suspiraba pesadamente, como queriendo llamar su atención. Ella dejó la libreta, estiró su mano para acariciarle el pelo, así preguntarle:

 

- ¿Pasa algo Juicy? - Le preguntó a su pequeño, al verlo tan decaído. Este sin mírala dijo.

- Mami...

- Dime.

- Es en el jardín me molestan. - Se le frenó el corazón, y se enfureció mientras apretaba los dientes. "¿Cómo se atreven malnacidos?"

- ¿Cómo que "Te molestan"? - Preguntó disimulando su rabia, más peligrosa que la de un huracán.

- Me tiran papeles, y me dijeron tonto. - Ella jadeó en broma, ya que recordó los insultos que le decían, y como en comparación era ridículo, pero para un niño eso es lo peor que se puede decir. El cambió su postura, ahora sentado de piernas cruzadas, mirándola fijo.

- ¿Quién te hace eso? - Continuó interrogando, enganchando la lapicera en el cuaderno, dejándola en la mesa de luz.

- Un niño. - "Malparido" pensó furiosa. - Uno llamado, Carl.

- Pero...- Exclamó con ternura.

- ¿Qué hago? No lo soporto. No me deja en paz y... - "Defiéndete; Atácalo; Rómpele la cara" Pensó, recordando los consejos de Wilson. "Ignóralos, no les des de tu tiempo" recordó ahora lo que dijo Caroline. Pero su instinto, hizo que solo posara su mano en su la cabeza del niño, y sonriendo le dijo.

- No hagas nada, solo aguante. Mañana Mamá ira, a hablar con tus maestros para que estén atentos, y más tarde con la madre de aquel chico, a ver si llegamos a un acuerdo. - Se sorprendió de lo que dijo, pero seguía sonriendo.

- ¿Segura?

- Sip. Tu confía en mí.

- Bueno. - Aceptó el chiquillo. - Pero enseri...

- Tu quédate tranquilo Juicy. Soy tu madre, y a eso me dedico.

- Gracias. - Agradeció con una bella sonrisa, Blair le acercó para besarle la frente.

- Ahora ven. ¡Pasa un tiempo con tu madre!

 

Gateó a los brazos de su madre, y se acurrucó. Ella tomó una manta pequeña cerca de allí, le tapó, y comenzó a mimarlo por un buen rato. Todo, mientras que tarareaba con un tono de voz dulce, a la ves que suave una canción: "When you walk away You don't hear me say please Oh baby, don't go Simple and clean is the way that you're making me feel tonight It's hard to let it go" que tenía mucho significado para ella. James había llegado de malhumor, claramente por el maltrato de aquel niño, que quizá no entendía que lo que hacía estaba mal. Pero en ese momento se sentía seguro con su madre, con ese calorcito, junto el sonido de la música, acompañada de sus latidos. Con sus brazos la abrazó con fuerza y se terminó durmiendo en ese abrazo. Adam llegó más tarde, se recostó exhausto.

 

- ¿Cómo fue todo hoy?

- Quiero matar a un compañero de James.