Había algunas cosas dentro de su cuerpo que podían comunicarse con él telepáticamente.
Ese tonto clon suyo, que siempre amaba luchar por el protagonismo, se quedaba en el Nido de las Myriad Anthive. Vicioso no había hablado mucho desde la última vez que encontraron su cuerpo superior en el Santuario de los Sabios. Además, este último ni siquiera se atrevería a liberar su percepción espiritual sin su permiso, así que no había manera de que pudiera haber estado al tanto de lo que estaba sucediendo aquí fuera.
En cuanto a Pequeño Amuleto, lo había guardado en su anillo de almacenamiento, por lo que éste no podría comunicarse telepáticamente con él en absoluto. La voz claramente tampoco pertenecía a la de la Lanza Divina de Hueso de Dragón.
Sin embargo, había oído esa voz fuerte y clara. Era una reminiscencia de la de un niño pequeño, vivaz y despierto. No parecía ser un producto de su imaginación.
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