Vivian vio a su madre por segunda vez en los recuerdos, su rostro se volvió familiar en su mente hasta que se dio cuenta de algo muy importante que había ocurrido hacía unos días. No era la segunda vez que veía a su madre; encontrarla en los recuerdos de Abel no fue la primera vez. La primera vez fue en su propio sueño, el que no había podido ver ni entender. Habían ido y venido como fantasmas mientras ella no tenía ni idea de quiénes eran.
Ella había adquirido el cabello rubio de su madre; su altura era casi la misma que la media de una mujer humana, pero para un vampiro, se quedaban un poco cortas.
—Mamá —su boca pronunció las palabras que había estado esperando decirle a su madre desde el momento en el que quiso encontrarla, pero la mujer era sólo un fragmento de sus recuerdos perdidos que no podía escuchar las palabras de su hija.
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