Los jugadores estaban en un frenesí.
Toda su atención se había centrado inicialmente en la subasta del último equipo legendario.
Pero en este momento, la propiedad de este equipo ya no importaba.
Todos los ojos estaban puestos en John con asombro, llenos de miedo.
John, de pie frente a la ventana de piso a techo de una suite que no era suya, con las manos entrelazadas detrás de la espalda.
Desde lo alto, observaba toda la vida.
—Señorita Isabella, puede continuar...
La voz tranquila de John era como un susurro divino en los oídos de todos.
Los jugadores inclinaron sus cabezas, uno tras otro.
No se atrevían a mirar directamente al misterioso experto que acababa de hacer un movimiento asombroso y espantoso.
Isabella también estaba asombrada en este momento.
Había encontrado tiempo para revisar el backend de la casa de subastas.
La barrera de defensa establecida en la puerta de cada suite no se había activado.
Es decir, John utilizó un método impredecible.
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