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Capitulo 5

Capitulo 5.

El sábado desperté con las nalgas adoloridas, fui al baño hice mis necesidades, me cepille los dientes y luego entre a la ducha, el agua termino de despertarme, tenía mucha hambre, anoche no había cenado, pero tenía que seguir con la rutina de un sábado normal, así que tragándome todo lo que sentía fui al gimnasio, más que por gusto si no por obligación.

Mi padre ya se encontraba calentando y me le uní en silencio, de seguro seguía molesto, el comenzó con su rutina mientras yo lo seguía, para mi padre era una regla esencial que practicara o al menos estuviera en el gimnasio los fines de semana en las mañanas, a pesar de que era la capitana del equipo de animadoras para el eso no era suficiente, nada era suficiente, tenía que sobresalir en todos los ámbitos habidos y por haber.

-Lo hago por tu bien Katherine- asiento y suelto un suspiro, no quiero tener está conversación, pero sabía que era necesario para que las cosas siguieran fluyendo cómo se debía.

-Lo sé padre, y siento mi comportamiento de ayer, no volverá a pasar- el asiente y sigue con lo suyo mientras yo me centro en mi mundo sin importarme el escozor de mis heridas.

Al terminar fui a desayunar, mi nana prefirió no tocar el tema y todos hicimos como si anoche no hubiera pasado nada aparentamos como siempre lo hacíamos, pareciendo la familia perfecta, al terminar fui a mi cuarto a arreglarme y momentos después entro Chay con una sonrisa en la cara, estaba feliz y radiante y yo no podía estar igual que ella porque el cuerpo me dolía a morir y sentís que si me tomaba dos calmantes en cualquier momento me desmayaría.

-Tu padre me dijo anoche que Amir había caído en la trampa- menciona mientras se pasea por mi habitación- debes de contarme todo.

Dudo en contarle todo con lujo e detalles a Chay, la verdad aunque la quiera como una madre sé que es una chismosa y le irá a contar a mi padre, sé que si le digo cual fue mi comportamiento mi padre pegaría el grito al cielo y vendría a castigarme por mi mal comportamiento y eso es lo menos que quiero en este momento, así que le sonrió mientras me empiezo a quitar la ropa, no quería más problemas, deseaba evitar los golpes de mi padre y estaba segura que ella no se guardaria mi secreto, aveces creía que disfrutaba cuando mi padre y yo peleabamos, sabía que era un pensamiento tonto, pero no salía de mi cabeza.

-Solo le robe un pequeño beso y él me siguió el juego- digo y busco que ponerme luego de la ducha, siempre debía de estar presentable sin importar nada.

-¿y cómo besa?- me volteo y veo anhelo en sus ojos- tu tía Fernanda decía que Amir era muy bueno en la cama- no puedo creer que se atreviera a decir tal cosa, se le había ido un tornillo.

-¿y para que quieres saber tu eso Chay?- ella se queda paralizada y yo suelto una risita- ¿no me digas que has estado fantaseando con Amir Garnet?- mi padre la mataría si se enteraba de tal cosa, se la comería viva y el resto de su cuerpo se lo lanzaría a los lobos por traidora.

-Katherine no digas esas cosas- se hace la ofendida mientras lleva una mano a su pecho y suelto una carcajada, sabia que no estaba equivocado ella no me podía mentir a mi.

-¿te da miedo que le diga a papa?- veo su gesto de miedo y me acerco a ella intimidatoria mente- Amir Garnet es mío Chay Mosses y espero por tu bien que te mantengas lo más alejada posible de él.

-Tu no me das ordenes Katherine, recuerda que soy tu madre- me rio y me alejo de ella con altanería, creo que aveces había que poner a las personas en el lugar que les correspondía.

-No eres mi madre Chay, eres el remplazo que encontró mi padre, recuerda que cuando él se canse de ti te botara, recuerda que si voy y le cuento a mi padre de tu atracción hacia mi futuro esposo no la cuentas.

Me meto al baño sin dejarla replicar, muerdo mi labio con fuerza y observo mi reflejo en el espejo, quizás mi actitud no fue la mejor, pero no puedo dejar que ninguna mujer se acerque a Amir mientras yo lo pueda impedir, el debe de ser mío, estoy segura de que si no consigo hacerlo cambiar de opinión sobre su matrimonio mi padre sería capaz de dejarme en la calle, y seamos sinceros, nunca en mi vida he trabajado, nunca he hecho más que seguir las ordenes de mi padre, me he preparado para tomar el mando de sus negocios y no me puedo permitir quedar en la calle, no estaba lista para eso, era imposible que yo sobreviviera una semana en la calle.

Me ducho de manera rápida, al salir me visto bonita, me maquillo arreglo mi cabello y salgo de la habitación mientras le escribo a Amid para saber que tiene para hacer hoy, quería aprovechar el tiempo con mi primo, Sarah estaba arreglando la sala y le di un beso en la mejilla, sin duda ella era como mi segunda madre, la amaba y apreciaba que nos regalará todo su tiempo y vida.

-¿El señorito se encuentra?- le preguntó refiriéndome a mi chofer y ella rueda los ojos, ya que no le gusta que lo llame así.

-No le digas así a mi hijo.

-Me parece muy raro tu hijo, se comporta como si no hubiéramos crecido juntos- ella se ríe y acaricia mi cabello con cariño.

-Solo es respetuoso mi niña, no le gustaría tener problemas con tu padre, y si está en la cocina- asiento y me encamino para decirle que debemos de salir.

Al entrar me lo encuentro comiendo un gran trozo de papel y absorto en su celular, es guapo, no podría negarlo, si dijera lo contrario estaría ciega, pero es el hijo de mi nana, cuando esta pequeña siempre jugábamos, aunque a papa no le gustara mucho nana nos dejaba jugar cuando él no estaba en casa, pero cuando cumplí 12 él se empezó a alejar, no entendí su motivo, solo decidí que si él no deseaba verme yo no lo iba a obligar, luego se fue a vivir con su padre partiéndole el corazón a nana y volvió hace poco tiempo y mi padre decidió darle trabajo, para ayudarlo a pagar sus estudios.

-¿Qué haces aquí?- él se sobresalta y reprimo las ganas de reír.

-Señorita Mosses- dice llevando una mano a su pecho por la impresión- lo siento mi madre me llamo para que probara lo que había hecho, no volverá a pasar- hago una línea recta con mis labios y lo veo de arriba abajo, cómo lo dije antes, era muy guapo.

-Tengo que ir a donde mi primo… luego tienes la tarde libre- le informo mientras camino a la salida y siento sus pasos detrás de mí y quizás su mirada se desvía un poco a mi trasero, no me parecía insultante si no más bien me saco una sonrisa.

-Como ordene señorita Mosses.

Me abre la puerta trasera de la camioneta en donde me acomodo y él se monta en su lugar, cuando estamos lejos de la casa decido cometer una travesura y me paso al asiento delantero sorprendiéndolo totalmente, no era una actitud adecuada, ellos dos lo sabíamos pero me gustaba jugar con fuego.

-Señorita Mosses no debe de ir en este puesto- murmura y alzo una ceja, el no podía decirme en dónde ir, igualado.

-Es mi camioneta, puedo ir en donde quiera- el sonríe y sigue manejando mientras yo me concentro en mi celular, noto su mirada en mis piernas en algunas ocasiones cosa que me hace sentir deseada.

Amid dijo que fuera y luego ya veríamos que hacer, de seguro quería ir a donde Benjamín, ellos eran muy buenos amigos, pero la verdad es que el gustaba de mi, Benjamín es un mujeriego de primera, estuve mucho tiempo enamorada de él, pero ni la hora me daba, hasta que se dio cuenta de mi presencia, aunque me guste no puedo estar con él, si papa lo llegara a descubrir soy chica muerta, yo solo debía de concentrarme en un hombre.

-Abel ¿Por qué dejaste de hablarme?- él se tensa en su lugar y luego me lanza una sonrisa, esa era una pregunta que siempre rondaba por mi mente y ya era hora de darle una repuesta.

-Señorita Mosses…

-Y dale con eso- digo molesta- está bien que delante de mi padre me llames así para ahorrarte problemas pero nosotros nos conocemos de toda la vida.

-Lo sé Katherine- lanza un suspiro y luego me regala una sonrisa- hemos llegado.

Se baja para abrirme pero yo soy más rápida y bajo por mi cuenta, el me ve sorprendió mientras yo camino la entrada de la casa de los Garnet sin ni siquiera despedirme, toco la puerta y segundos despues es abierta por el servicio, no reparo en la chica solo entro como dueña de casa, ya que en algún tiempo cercano yo seré la señora de la casa y tendrán que besar el piso por el cual camino.

-El señor Amid se encuentra en su habitación…

No la escucho porque emprendo camino a la habitación de mi primo, si lo sé, soy muy odiosa, pero de esta manera me crio mi padre, para él hay dos clases de personas, los ricos y los pobres, si eres rico no debes de ver a los pobres, sé que es un pensamiento algo cruel pero me fue infundado desde mi nacimiento, trate de cambiarlo y aun trato porque sé que no es lo correcto pero en ocasiones me sale de manera natural, había cosas que quizás siempre serían así, no estábamos en igualdad de condiciones y el servicio no se merecía más de una mirada mia.

Para llegar al cuarto de Amid debo pasar por el de el Sr. Y la Sra. Garnet, la puerta está entre abierta y escucho un gemido, mi lado consiente dice que debo de seguir como si nada, pero mi lado chismoso me dice que me asome, ¿a quién creen que le hago caso? Así es señores, me acerco de manera silenciosa a la puerta y trago saliva al ver lo que está ocurriendo, no podía ser cierto.

Amir Garnet esta postrado en el suelo de rodillas mientras una de las piernas de su esposa se encuentra en su hombro, la cara de él se pierde en la vagina de ella, veo como Taylor suelta varios gemidos ahogados, escucho el sonido que hacen los labios del señor Garnet al comerle la vagina a su esposa y es imposible no calentarme, ella estalla con un gran chillido mientras el acomoda su pierna y se para, solo está cubierto por un pantalón de vestir y cuando se empieza a quitar el pantalón su mirada recae en donde me encuentro escondida.

Taylor no nota como su esposo se queda estático viéndome, y yo solo puedo llevar un dedo a mis labios e indicarle que guarde silencio, Taylor comienza a besarle el cuello mientras sus manos bajan su pantalón y bóxer al mismo tiempo liberando el gran pene del señor Garnet, no es como si hubiera visto otro pene antes pero este sin duda se veía grande, grueso y apetecible, ella lo empieza a masturbar con sus manos, mientras el suelta una maldición, pero sus ojos aun no se despegan de los míos haciéndome sentir poderosa, ella lo tocaba pero era yo la que lo ponía caliente.

Taylor se arrodilla y empieza a dejar besos en el pene de su marido, el sigue viéndome y entonces escucho ruidos en las escaleras, ocasionando que me aleje rápidamente de esa escena totalmente erótica que no creo que salga fácilmente de mi memoria, era imposible olvidar un momento como ese.