webnovel

ASOIAF: Una Historia Alternativa

Una historia en la que Jon Nieve toma su destino con sus propias manos. Acompañemos a Jon Nieve en su camino de gloria, traición, tristeza, ira y amor. En un mundo despiadado donde el honor es lo único que ya no tiene valor alguno, donde los despreciables señores y damas de los Siete Reinos juegan el Juego de Tronos, ya sea por ambición, diversión, o simplemente para ver el mundo arder. Basado en las Novelas de George R.R. Martin, este Fanfiction de Canción de Hielo y Fuego se basa exclusivamente en información disponible en los libros y un poco de mi propia cosecha... Todas las teorías aquí están aunque sea ligeramente basadas en las novelas y material literario adicional escrito o autorizado por el Autor original. [Aportes bienvenidos aquí: patreon.com / IgnathiusNZX] [DESCARGO DE RESPONSABILIDAD] Personajes, Lugares, Nombres, etc. Son propiedad de George R R Martin, y pertenecen a su saga literaria Canción de Hielo y Fuego.

IgnathiusNZX · Book&Literature
Not enough ratings
46 Chs

Robb - I (Reescrito)

Era una fría y luminosa mañana cuando el grupo de veinte hombres, entre los cuales se encontraban Robb, Jon y Bran, partió de Invernalia. El sol apenas se elevaba en el horizonte, tiñendo el cielo de tonos rosados y dorados. La helada del amanecer cubría el suelo con un delicado manto blanco.

Montaban en sus corceles, con Bran algo nervioso sobre su poni. Sería la primera vez que el menor de los tres hermanos los acompañara para presenciar la justicia del rey.

Rumores habían llegado a sus oídos de que habían capturado a un hombre en un pequeño fortín, enclavado entre las colinas.

"Debe ser uno de los hombres de Mance Rayder", pensó Robb. "Probablemente un salvaje que tuvo la suerte de escalar el Muro."

Pero cuando Robb vio al hombre atado de pies y manos al muro del fortín, esperando su ejecución, no vio a un salvaje desaliñado. En su lugar, contempló a un viejo de complexión huesuda, ligeramente más alto que él mismo. Las heladas habían mutilado sus orejas y un dedo, y vestía harapos negros, parecidos a los de los Hermanos Juramentados de la Guardia de la Noche. Sin embargo, las pieles que llevaba estaban sucias y rotas.

Las ataduras del hombre fueron cortadas cuando su señor padre, Lord Eddard Stark, el Guardián del Norte, ordenó que lo llevaran ante él.

Robb y Jon permanecieron montados, inmóviles y erguidos, mientras Bran, el menor de los tres, sobre su poni, trataba de aparentar que tenía más de siete años y que no era la primera vez que presenciaba algo así. En lo alto del fortín ondeaba el estandarte de los Stark de Invernalia: un lobo Huargo gris corriendo sobre un campo blanco como el hielo.

Lord Stark se erguía solemne a lomos de su caballo, con su larga cabellera castaña ondeando al viento. Su barba, salpicada de canas, le confería una apariencia más anciana de lo que sus 35 años indicaban. Como era habitual cuando debía cumplir con sus deberes como señor, el rostro de Robb reflejaba seriedad y solemnidad.

Comenzó entonces el interrogatorio del hombre, cuyas respuestas dejaban pocas dudas sobre su estado de demencia.

"¿Quién eres?", preguntó Lord Stark.

"G... Ga... Gare... Gared..."

"Gared, eres un miembro de la Guardia de la Noche, ¿por qué desertaste?"

"Mu... muer... muerto... sí... estaba muerto... pero se levantó... lo juro... azul... sus ojos eran azules... los Otros... fueron los Otros..."

"¿Quién estaba muerto, Gared? ¿Qué ocurrió?"

"Exp... expedición... fui en una... expedición con el niño... Royce... un novato... no escuchó... le dijimos que regresara... no escuchó... muerto... ahora está muerto... fue valiente... muerto... azules... sus ojos eran azules..."

Lord Eddard frunció el ceño al escuchar que un chico llamado Royce había muerto, y continuó con su interrogatorio.

"¿Qué le pasó al chico? ¿Quién lo mató?"

"Los... los Otros... fueron los Otros... espadas... espadas de hielo... lo vi... la espada estalló... metal... esquirlas de metal... en los ojos... azules... los ojos azules... estaba muerto... se levantó... muerto... pero se levantó... eran... los Otros... muchos... eran muchos... sus cuerpos... desaparecían... el bosque... vestían el bosque... azules... esos ojos azules... muerto... se levantó... estaba muerto... ojos azules..."

Lord Stark observó al hombre a los ojos y asintió. Dio una orden y dos guardias arrastraron al hombre loco hacia un tocón en el centro de la plaza. Lo obligaron a apoyar la cabeza en la dura madera negra. Lord Stark desmontó, y Theon Greyjoy, su pupilo, le entregó su espada. Hielo, un mandoble de acero valyrio que superaba en altura a Robb.

Su padre se quitó los guantes y se los entregó a Jory Cassel, el capitán de la guardia de su casa. Luego, empuñó Hielo con ambas manos.

"En nombre de Robert de la Casa Baratheon, el primero de su nombre, rey de los ándalos y los rhoynar y los primeros hombres, señor de los Siete Reinos y Protector del Reino; y por orden de Eddard de la Casa Stark, señor de Invernalia y Guardián del Norte, te sentencio a muerte".

Elevó el mandoble por encima de su cabeza.

"Controla tu poni", escuchó Robb que su hermano bastardo, Jon Nieve, le decía a Bran. "Y no apartes la mirada. Padre se dará cuenta".

Lord Stark decapitó al hombre de un solo golpe limpio. La sangre salpicó la nieve, tiñéndola de rojo.

La cabeza del hombre rebotó al caer y fue a parar junto a los pies de Theon, quien solía comportarse de forma inapropiada de vez en cuando. En esta ocasión, pateó la cabeza decapitada mientras reía.

"Imbécil", escuchó Robb que Jon decía en voz baja. Luego, su hermano bastardo felicitó a Bran por haber sido capaz de mirar sin apartar la vista.

Jon era extremadamente maduro y compuesto, a pesar de tener solo 14 años. La solemnidad de su mirada y su compostura constante lo hacían muy parecido a su padre.

"El desertor murió como un valiente", se escuchó decir a Robb. Como el hijo legítimo mayor de su señor padre, aunque heredara los rasgos de la Casa de su madre en lugar de los rasgos Stark, Robb tenía la piel clara, el cabello rojizo y los ojos azules de los Tully de Aguasdulces. Mientras tanto, su hermano bastardo Jon era un Stark en todo menos en el apellido. Esto hacía que Robb se sintiera ligeramente incómodo, a veces temiendo que su medio hermano pudiera arrebatarle la herencia que le correspondía por derecho. "Al menos tiene coraje", añadió, refiriéndose al desertor.

"No es coraje", lo corrigió Jon al escuchar su comentario. "Estaba muerto de miedo. Simplemente le temía menos a la muerte que a lo que sea que creyera haber visto. La muerte solo fue su forma de seguir huyendo. Se podía ver en sus ojos".

Los ojos de Jon eran tan grises como los de su padre y parecían capaces de juzgar todo lo que se les presentara con calma y precisión.

"Que los Otros se lleven sus ojos", maldijo Robb, tratando de no mostrar su impresión por la precisión con la que Jon había juzgado los pensamientos del hombre muerto. "Murió como un hombre. ¿Una carrera hasta el puente?", añadió para cambiar de tema.

"De acuerdo", respondió el chico bastardo, espoleando su caballo una vez terminada la conversación.

Robb maldijo y salió galopando tras él, hasta que corrieron juntos por el camino. Los cascos de sus caballos levantaban nubes de nieve tras de sí.

Robb y Jon galoparon hacia el puente, pero justo antes de cruzarlo, Jon frenó su caballo e indicó a Robb que hiciera lo mismo. Descabalgaron juntos y se dirigieron a un costado del camino, donde yacía muerto un enorme lobo. Cinco cachorros intentaban beber leche del cadáver.

Los ojos de Robb se desviaron hacia el cuello del enorme lobo. "Es un Huargo", recordó. Era la bestia que servía como símbolo de la Casa Stark. Se decía que los Reyes del Invierno, hace más de ocho mil años, tenían Huargos como mascotas y que eran los protectores más leales de sus amos. En el cuello del lobo, Robb vio un objeto extraño, enterrado profundamente debajo de la mandíbula.

Pero luego su atención se centró en los cachorros. "Hay cinco, uno para cada uno de nosotros si dejamos fuera a Rickon".

"Jon, deberíamos informarle a nuestro padre. Puede que sea una señal o un regalo de los Antiguos Dioses", sugirió Robb.

Jon asintió, montó en su caballo y regresó por donde habían venido. Robb, por su parte, recogió a un par de cachorros. Eran pequeños y dóciles, no se resistieron cuando los tomó en sus manos, a diferencia de lo que esperaba.

Jon regresó trayendo a Lord Stark y al resto del grupo. Todos se alarmaron al ver al enorme lobo muerto en el suelo.

"Por los siete infiernos, ¿qué es eso?", preguntó Greyjoy.

"Es un lobo", le dijo Robb.

"Un monstruo", replicó Greyjoy. "¡Qué tamaño!"

"No es ningún monstruo", dijo Jon con calma. "Es una loba Huargo. Son mucho más grandes que los otros lobos".

"Hace doscientos años que no se ve un lobo Huargo al sur del Muro", añadió Theon Greyjoy.

"Pues ahora estoy viendo uno", replicó Jon.

"Dioses, ¿cómo murió?", la voz de Lord Stark sonaba solemne.

Robb se apresuró a mostrar el objeto que había descubierto debajo de la mandíbula de la loba.

Jory se acercó y con una mano extrajo el objeto que causó la muerte del Huargo. Era una asta de venado, con las puntas desgastadas. Robb notó que todos en el grupo parecían asustados por el descubrimiento. Vio que Jon fruncía el ceño y murmuraba algo sobre un venado que traía el fin de los lobos Huargo. Robb no entendió sus palabras, y mientras pensaba en ello, Jory se giró hacia él y notó que tenía algo en sus brazos.

Cuando Jory vio lo que Robb tenía en sus brazos, se acercó y dijo que debían matarlos, que eran bestias salvajes y podrían representar un peligro.

"Mi señor", dijo Jon, dirigiéndose a Lord Stark. Robb odiaba cuando su hermano actuaba como si no fueran parientes. "Somos hermanos, somos familia... porque..." Los pensamientos de Robb se perdieron mientras Jon continuaba. "Hay cinco cachorros en total, tres machos y dos hembras, uno para cada uno de vuestros hijos legítimos. El lobo Huargo es el emblema de su Casa, y estos cachorros fueron enviados por los Antiguos Dioses para sus hijos".

Robb apenas podía creer lo que su hermano acababa de decir. Jon había sido quien encontró a la loba muerta, y solo gracias a él encontraron los cachorros. Y, sin embargo, para convencer a su padre, Jon se había excluido a sí mismo de poseer un Huargo.

Lord Stark también comprendió lo que Jon acababa de hacer, y una mirada de dolor se hizo visible en su rostro.

"¿No quieres un cachorro para ti, Jon?", preguntó su padre.

"El lobo Huargo ondea en el estandarte de la Casa Stark", señaló Jon. "Yo no soy un Stark, padre".

Su señor padre miró a Jon, pensativo. Robb se apresuró a romper el silencio que reinaba.

"Yo alimentaré al mío personalmente, padre", prometió. "Empaparé un trapo en leche caliente para que lo chupe".

"¡Yo también!", se apresuró a decir Bran.

"Resulta fácil decirlo, pero verán que hacerlo no lo es tanto", dijo su padre después de estudiar larga y atentamente a sus hijos. "No permitiré que los criados pierdan el tiempo con esto. Si quieren a esos cachorros, tendrán que alimentarlos ustedes. ¿Entendido?" Bran asintió rápidamente. El cachorro se retorcía entre sus brazos y le lamía el rostro con una lengua cálida. "También tendrán que educarlos", continuó su padre. "Es imprescindible que los entrenen. El encargado de los perros no querrá saber nada de estas bestias, se lo aseguro. Y que los dioses los ayuden si los descuidan, si los tratan mal o si no los entrenan. No son perros, no les harán carantoñas para conseguir comida ni se irán si les dan una patada. Un lobo Huargo puede arrancarle el brazo a un hombre tan fácilmente como un perro mata una rata. ¿Están seguros de que quieren esa responsabilidad?"

"Sí, padre", dijo Bran.

"Sí", asintió Robb.

"Y a pesar de todo lo que hagan, los cachorros podrían morir".

"No se morirán", dijo Robb. "No lo permitiremos".

"Entonces, podrán quedárselos. Jory, Desmond, recojan el resto de los cachorros. Es hora de que regresemos a Invernalia".

Pronto subieron de nuevo a sus caballos y comenzaron a moverse de regreso a su hogar. Pero cuando estuvieron en la mitad del puente, Jon se detuvo.

"¿Qué pasa, Jon?", preguntó su señor padre.

"¿No lo escucharon?", habló Jon casi en un susurro. Luego, giró su caballo, para consternación de Robb, y galopó de regreso al cadáver de la loba. Descabalgaron rápidamente y Jon caminó con seguridad por la nieve, como si supiera exactamente a dónde se dirigía. Se agachó y luego regresó a su caballo con algo oculto entre su capa.

"Este debe haberse separado del resto", dijo mostrando el cachorro que llevaba.

"O lo echaron", replicó su padre, con los ojos fijos en el sexto cachorro.

El cachorro era diferente a los demás. Su pelaje era completamente blanco y tenía los ojos abiertos, mientras que los demás aún los tenían cerrados. Además... sus ojos eran rojos como la sangre. "No es el mismo rojo que la savia de un arciano", pensó Robb.

Estaba seguro de que ese cachorro era diferente. "Ese es el regalo de los Antiguos Dioses... los otros son solo una bonificación", se convenció Robb.

Reanudaron la marcha hacia Invernalia, los tres hijos del Lobo Silencioso con un ánimo extremadamente bueno.