—ZEV —Zev tembló, buscando el coraje. ¿Ella lo miraría diferente si supiera? Había evitado incluso preguntárselo a sí mismo. No quería dudar de ella. Pero ahora... ella ya sospechaba. Necesitaba ser honesto con ella.
—Sasha lo miró, tomó sus manos, apretándolas —Zev, ¿qué es? ¿Qué no me has contado?
—Su corazón martilleaba en su pecho —Yo, eh, no te he contado sobre el entrenamiento que me dieron —murmuró—. Sobre las cosas operativas. La razón por la que no tenía que quedarme en el complejo. Las cosas que Nick me entrenó para hacer.
—Sasha esperó, observándolo.
—Zev tragó fuerte —Lo que necesitas saber, Sash, es que les creí durante mucho tiempo. Como que tenía que hacerlo. Incluso cuando las dudas cruzaban mi mente, creer en esas dudas significaba aceptar que había estado equivocado. O sea, realmente equivocado. Tenía que admitir para mí mismo que había sido un tonto. Y... me tomó mucho tiempo hacer eso. Luego, incluso cuando lo hice, me tomó un tiempo salir de su influencia.