—¿Irme? ¿Qué quieres decir, Jefe Su? —Ming Lei no podía creer las palabras de Su Jiyai.
—¿Estaba el Jefe Su pidiéndole que se fuera?
—Pero ¿por qué? No era como si ella amenazara a otros... solo pedía compensación cuando se sentía ofendida.
—Sí, vete —reiteró Su Jiyai, con voz firme.
—Has estado explotando tu posición como superior, aprovechándote de otros bajo la apariencia de buscar respeto.
—Lo he tolerado suficientemente, esperando que te dieras cuenta del error de tus acciones, pero está claro que no tienes intención de cambiar.
—Los ojos de Ming Lei se movían nerviosos, buscando apoyo en la multitud, pero no encontró ninguno.
—Las personas que habían estado susurrando a su favor hace momentos ahora evitaban su mirada, dándose cuenta de que alinearse con ella podría causarles problemas.
—Pero, Jefe Su —empezó Ming Lei, con la voz temblorosa,
—No he hecho nada malo. Solo quería lo que era justo
—¿Justo? —Su Jiyai la interrumpió tajantemente.
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