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Capítulo 14 - Parte II

Su rostro se enmascaró segundos después de que tuviera la oportunidad de encontrarle un significado a su expresión.

—¿Por qué no me lo dijiste desde el comienzo? —preguntó impenetrable.

—¿Habría al...alguna diferencia? —mi tono era algo irónico.

—Chris, sabes muy bien que Brit...

—Ya lo sé, Ryan —le interrumpí —, no tienes que...que repetirlo cada vez que tienes oportunidad de hacerlo.

—¿Hay algo malo con eso? —Algo en su pregunta me decía que estaba tratando de sacarme algo.

—No —no sé cómo me las arreglé para sonar indiferente, pero firme —, ninguna.

—Está bien. —Tomó mi mano —. Me alegra que no haya pasado nada grave, Chris.

Creo que más te alegra el hecho de que Brittany haya sido la persona que me salvó —pensé con ironía.

—Igual yo —respondí, sonriente.

En ese momento tocan la puerta de la habitación. Era Sam. Sin embargo...

—Chris, Brittany vino a ver cómo seguías —Sam me dio una mirada de: «hice todo lo posible por distraerla. No funcionó.»

—Ah, no te...te preocupes —Sonreí lo más sincero que pude —. Pasa.

—Hola —me saludó, luego se percató de que Ryan estaba conmigo. —¿Ryan?

—Hola, Brittany —Él se le veía nervioso. Porque la mano que tenía atrapada la mía le comenzó a sudar, sin embargo, no pude sentir más nada porque se soltó de esta al ser consciente de que su chica había llegado.

—Yo vine a ver a Christine —se explicó —. No sabías que estabas aquí.

—Yo... No sabía que vendrías.

Genial. No podía estar más incómoda en la vida. ¿Merezco esto en la vida? ¿Dónde está Sam, se habría ido?

Acabo de enojarme. Miserablemente estoy súper enojada. No puedo creer que estas cosas me sucedan a mí. ¿Por qué siempre del chico equivocado? ¿Por qué siempre tiene que suceder cosas como estas en mi vida? Digo, ¿lo he pedido? ¿soy responsable de esto?

No es la situación en sí, no es que Brittany me haya salvado y que el chico que me gusta, gusta de ella, no. No es eso. Es algo más. Siempre es algo más. Es el hecho de tener que pasar por las mismas situaciones siempre. Por más que las evite, por más que intente alejarme de aquellas cosas. ¿Qué necesito? ¿Qué necesito para, de cierta forma, no atraer este tipo de situaciones a mi vida?

Yo no pedí un compañero de apartamento, yo no pedí que me gustara ni mucho menos que tuviera dueña justo en el momento en que yo apareciera, no antes, no después, si no en el punto exacto, no pedí medio sanar una herida para ya tener otra. No. No sé si pueda seguir con esto viendo que lucen como almas gemelas y yo aquí como el alma solitaria que intenta separar algo que está destinado a ser.

—¿Chris?

—¿Sí?

—Brittany te estaba preguntando como estabas.

—Lo...lo siento. Me he distraído —me disculpé —. Estoy bien, gracias. Una vez más.

—No te preocupes. Si eres amiga de Ryan tal y como él dice, entonces me alegro de haberlo hecho.

¿Por qué no se iba? Me estaba haciendo sentir peor de lo que ya me sentía. Ella salvándome la vida, y yo intentando quitarle al chico que probablemente será su novio.

—Sí... —fue lo único que logré decir.

—Bueno, no te quito más tiempo. Espero que descanses. Pasa una buena noche —Sonrió —. Adiós.

—Adiós. Que te...te vaya bien —respondí. ¿Y Ryan? ¿Se quedaba o se iba?

—Iré con Brittany. ¿Te molesta que...?

—Anda, ve —le sonreí —, ¿no vas a perder la oportunidad, o sí?

—No, claro que no. —Se levantó y me dio un beso en la sien —. Hasta luego, Chris.

—Adiós.

Justamente cuando Ryan sale de la habitación, entra Sam con cara de preocupación. Seguramente sabía lo que estaba pensando.

—¿Se nos han dañado un poco los planes, verdad? —preguntó. Yo no respondí, sólo me encogí de hombros. Él caminó hasta a mí y se sentó a mi lado —. ¿Estás considerando abortar la misión otra vez, cierto? —Yo asentí, mientras él me abrazó.

—Creo que no puedo más, Sam —me sinceré con él —, pensé que...que podía con esto, pero no. No sirvo para hacerle daño a otros. No intencionalmente.

—Lo siento —se disculpó Sam.

—¿Por qué?

—De alguna manera te he presionado a todo esto —se explicó —. Me siento mal al verte así y sé que soy responsable de ello también.

—No, sabes que no lo...lo eres.

—No discutamos —advirtió —, es más, mira...

—¿Qué ha...harás?

Sacó su teléfono y marcó un número conocido para mí, colocándolo en altavoz.

—¿Hola? Pedazo de pimentón, ¿cómo está, mi Chris?

—¿Norah?

—¿Chris? ¿Eres tú? ¿Cómo estás? ¿Te hiciste daño? —hizo una pausa como si tuviera que acordarse de algo —, por Dios, ¡¿es cierto que la chica que te salvó es la que le gusta al cara bonita?

—Vaya, si no...no hubiera ido al hospital ese día, creería que todavía estas embarazada.

—Anda, responde... —insistió.

—Estoy bien, Norah. Y sí... sí, es la misma chica.

—Joder, es que nosotros si corremos con una suerte —dijo más para sí misma que para nosotros —. Pedazo de pimentón, ¿estás ahí?

—Sí, señora negro, estoy aquí —contestó Sam.

—¿Qué haremos ahora? Se nos está complicando la misión.

—Que no es nin...ninguna misión —dije irritada.

—No creo que vamos a seguir con la misión, águila negra. Emergencia dos cero uno —habló Sam seriamente.

¿¿Emergencia dos cero uno??

—¿Aquí águila negra, copiando águila blanca? ¿Mucha frecuencia?

—Afirmativo.

—¿Pueden, por favor, no hablar de esa manera y explicarme? —pregunte algo molesta. Ya estaban hablando en claves... ¡y de mí!

—Chris, ¿en serio te echarás para atrás? —Norah, ahora si se oía muy seria.

—Es lo...lo mejor.

—Vamos, tiene que haber otra manera. ¿Qué tal que Ryan no le guste de verdad? —sonaba desesperada —. Además te besó... ¡Dos veces!

—Se fue con ella estando yo...yo en el hospital. Esos besos no significaron nada —aclaré.

—Chris tiene un punto. —Estuvo de acuerdo Sam —. El desgraciado se ha ido con ella.

—¿Cómo sabes que me besé con...con Ryan, Norah? —pregunté sospechosamente.

—¿Ah? Shhhh... Shhhhh.... ¿Qué has dicho? —Sabía que estaba fingiendo que la señal se cortaba para no responder que fue Sam quién le contó.

—Ya me has es...escuchado.

—Shhhhh... Shhhhh. Lo siento. Los llamaré más tarde —De pronto los sonidos extraños no se escuchaban más —. Y esto no se ha acabado. ¡Apenas es el comienzo! Águila negra, cambio.

—¿Me ex...explicas tú, Sam? —Me crucé de brazos.

—Shhhh... Shhhhh... ¿Qué has di... ¡Auch! —exclamó del pellizco que le di —. Está bien, está bien. Fui yo, ¿de acuerdo?

—¿Por qué lo hiciste?

—Necesito reconstruir la segunda fase de la misión. Buscaba opinión femenina y hacer una alianza con una de las mejores en esto.

—Estás lle...llevando esto muy lejos, señorito.

Él rió, mientras se acercaba a mi oído par a susurrarme —: Todo por ti, pequeña.

Yo sonreí, mientras escondía la cabeza en su cuello y el me abrazaba.

—Gracias —Este sonó más sincero que el que le dije a Brittany.

—No hay de qué.

—Sam... —pronuncié después de un rato en silencio.

—Te escucho.

—¿Cómo fue que te...te enteraste de lo que me sucedió?

—¿Por quién más? —sonrió —. Por Frank.

—Ya sé que fue por él, pe...pero, ¿cómo? —volví a preguntar.

—Bueno, pues...

***

—¿Cómo cuantos días? —preguntaba, mientras escuchaba aquella irritante voz del otro lado de la línea —. Está bien. Tengo que verificar primero si es posible irme. Adiós.

Me habían llamado para decirme que probablemente iría de viaje unos días. Por lo tanto respondí que tenía que verificar ya que no quería dejar a Christine sola. Sé que ella me diría que me fuera y eso, pero eso sería volver a abandonarla. Por lo menos no lo iba a hacer por ahora. Así qué no le diría nada al respecto, me encargaría de aplazar todo.

—¡Ayuda! ¡Ayuda! —sentí que gritaban desesperadamente. ¿Qué estaría pasando?

Sentí que abrieron la puerta de mi oficina sin tocar.

—¡Christine casi se muere! —gritó un Frank algo pálido —. ¡Ayuda! —como un autómata, cerró la puerta, se sintió que abrió la de la oficina del frente y repitió exactamente lo que me había dicho.

¡Santo! ¿Christine? ¿Es esa Christine? ¡Claro que era ella! ¿Quién más si no?

Inmediatamente me puse de pie y corrí en busca de Frank para que me informara donde se encontraba Christine y si verdaderamente estaba en peligro. Él solía exagerar todo.

Recuerdo que una vez le dijo a toda la empresa que esta se estaba incendiando y teníamos que salir de prisa. Efectivamente todos lo hicimos sin razonar nada, cuando llegaron los bomberos, nos informaron que no había incendio como tal, sólo que había explotado el microondas. Irónicamente, explotó gracias a Frank.

—¡Ayuda! ¡Ayuda! ¡Christine casi se...!

—Frank —le interrumpí —, ¿donde está Christine?

—En el salón prohibido —respondió exageradamente.

—¿Cuál? ¿El que estaba cerrado temporalmente? —Sentí que mi corazón comenzó a palpitar rápidamente.

—Sí. —Asintió —. Ahora, seguiré avisándole a toda la empresa. Adiós —Se dio la vuelta y como sí no hubiera pasado nada, seguía gritando como loco, yendo por cada oficina a informar —: ¡ayuda! ¡Ayuda! ¡Christine casi se muere!

Sin perder más tiempo, me dispuse a ir al salón, cuando llegué ya estaba entrando los de la ambulancia para llevarse a Christine, mientras ella protestaba.

—¡Estoy bien! ¡Ya les dije que estoy bien!

—Solo por precaución, Christine —le informó Greg, nuestro jefe.

—Chris... ¡Santo! —dije, mientras me acercaba a ella y la abrazaba. Me di cuenta que Brittany estaba al lado de ella. ¿Qué había pasado?

—Estoy bien, Sam.

—Señorita, por favor, le pido que nos acompañe.

—Ya les dije que...

—Que sí —la interrumpí, mientras la cargaba y me la llevaba a la ambulancia.

—¡Bájame, Sam Jenkins! —exigió.

—No —contesté con tranquilidad.

***

—¡Sam, te ordeno a que no me dejes en esta habitación sola! —exclamó enojada.

—¿Podrías esperar sólo un momento? —sugerí con suma calma, lo cual la enojó más —, es sólo para hablar en recepción.

—Cinco minutos. —Me apuntó con su dedo índice —. No más.

—Está bien, gruñona —accedí, mientras salía de la habitación, sin percatarme de que me había lanzado una almohada.

Bueno, ahora tenía cinco minutos para que mi plan funcionara.

Vamos, guapo, apresúrate.

—¿Hola?

—McShane.

—¿Quién habla? —preguntó.

—Soy Sam —tomé una pausa —, el mejor amigo de Christine. —Hice énfasis en «mejor amigo».

—Sé quien eres —habló con antipatía —. ¿Qué quieres?

—Bueno, necesito que me hagas un favor.

—¿Tú? —su tono de voz se le notaba la sorpresa —. ¿Pidiéndome favores a mí, Jenkins?

—Sorpresas que da la vida, McShane —respondí con ironía —, créeme que sí por mí fuera ni existieras en mi vida ni en la de Christine.

—Chris ya está mayor como para que alguien decida con quién andar y quién no —contestó a la defensiva —. Además, creo que deberías tomarte esas libertades con Emily. Al fin y al cabo es tu novia, ¿no?

—¿Disculpa? —Contrólate Sam, que haces esto por Christine. Tu puedes —, mira, McShane, si quisiera discutir contigo acerca de tener libertades o no con Christine, no te habría llamado, te lo diría de frente. Porque... —Aquí va, lo diría a ver si tocaba una fibra sensible —, creo que eres el menos indicado para decirme nada. ¿O es que yo no podría preguntarte lo mismo?

—¿Y por qué me preguntarías a mí eso?

—Porque veo que he visto como tratas a Christine —dije despacio —, pero gritas a viento y marea que vives y mueres por Brittany. ¿Entonces, McShane, dime, seguimos con esto o me dejas hablar para contarte el motivo por el cual te he llamado?

Él se quedó callado unos segundos que creí que se había ido, eso me hizo confirmar que le importaba Chris. ¿Pero cuánto? Eso lo iba a averiguar.

—Dos minutos para que hables —accedió, ignorando lo que le dije. Yo sonreí triunfante.

—Necesito que intentes de todas las maneras posibles abrir la puerta de la habitación de Chris.

—¿Por qué...?

—No me interrumpas, hombre —le regañé —. Toma lo que creas necesario. Ropa, higiene personal, ropa interior sin morbosidad...

—¡¿Quieres que te rompa la cara?! —exclamó, sonando furioso. Le di en el blanco —. Como vuelvas a hacer esos comentarios respecto a Chris, no respondo, Jenkins. ¿Quedó claro?

—¿Celoso, hermano? —pregunté irónico. Sé que le estaba provocando.

—No soy tu hermano —dijo seco —. Te quedan treinta segundos.

—Qué suerte. —Sonreí —. Haz lo que te dije y me lo traes a la dirección que te daré.

—¿Yo por qué tengo que hacer eso? —preguntó escéptico. Estoy seguro que estaba pensando otra cosa —. ¿Por qué no viene ella? Te quedan diez segundos.

—Anota la dirección —dije, mientras le daba la ubicación —, Christine está en el hospital, la van a dejar aquí por eso necesita lo que te estoy pidiendo. Porque sé como es ella.

—¿Qué? —su voz sonaba con algo de... ¿angustia? —. ¿Qué mierda le pasó, Jenkins?

—Te espero. —Sonreí —. Lo siento, se me acabaron los diez segundos. Te veo acá.

—¡Hijo de las mil pu...!

Colgué antes de que terminara la frase que ya había escuchado muchas veces por parte de él. Me reí porque ya sabía como provocar a este pendejo. Tiempo atrás me costaba sacarlo de sus casillas, él era el que lograba enojarme a mí.

***

—El resto es historia, Chris —comentó, dando por terminada la historia.

—¿Cómo haré con...con mi habitación ahora? —Me crucé de brazos.

—Pregúntale a él cómo hizo. —Se encogió de hombros.

—¿En serio le...le dijiste lo de la ropa interior? —pregunté, seguramente poniéndome como un tomate.

—Serio. Tenía que ver que no fuese gay.

—¡Sam! —le regañé, riendo fuertemente, mientras él se reía y me abrazaba de lado.

Estábamos todavía riéndonos de lo que él hizo— que por cierto fue súper vergonzoso —, hasta que escuchamos a alguien tosiendo algo falsamente.

Dirigí mi mirada hacía esa dirección y me encontré con Ryan. ¿Acaso no se había ido? ¿Qué hacía aquí?

—Hola de nuevo. —Sonrió, algo tenso.

—¿Qué...qué no te habías ido? —pregunté amablemente, mientras intentaba salirme del abrazo de Sam, lo cual este no me lo permitía.

—¿Por qué? —cuestionó escéptico —, ¿acaso no esperaban más visitas? —Esto último, lo hizo mirando en dirección a Sam en tono acusatorio.

¿Qué estaba sucediendo aquí no me estaba enterando?

¿Quién está celoso? ¿Ryan o Christine? ¿Creen que Sam está bien dando un empujoncito? ¡¡¡¿¿Y por qué volvió Ryan??!!

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