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Alma Negra

John "Alma Negra" Un alma inocente y pura, había sido lentamente corrompida por la maldad. Sus ojos iban perdiendo el brillo y en su corazón se iba formando un caparazón, un escudo tan fuerte para evitar a toda costa una traición. Un águila enjaulado y condenado a no sentir, el negocio y la codicia eran su motivo de existir. La oscuridad se convirtió en su mejor amigo, las mentiras y verdades en su abrigo; la frialdad e inteligencia para el negocio, el cuchillo y arma para el enemigo. Un supuesto enemigo tiene que ejecutar, pero el destino le sorprende y lo hace dudar; haciendo que su vida de un giro inesperado, y quizás, esa persona logre mostrarle el camino indicado; y se convierta en su luz, en medio de esa oscuridad, porque detrás de él puede quedar aún algo de humanidad.

NATALIADIAZ · Realistic
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38

Habíamos llegado al centro comercial, y estábamos caminando por las tiendas. Recordé que tenía que llamar a Keny, así que lo hice.

Llamada telefónica:

—Quiero que me envies con Carl mis uniformes de entrenamiento, y ordena otros más extras con una talla grande.  

—¿Talla más grande, Señor?

—El uniforme que sea Extra largo, y si es posible que el pantalón sea triple X— Daisy se paró delante de mí.

—Parece que tienes una obsesión con mi trasero. ¿Con las mujeres que normalmente te acuestas, son más planas que una tabla de surfear y por eso estás tan obsesionado con el mío?— me le quedé viendo, y seguí hablando.

—También envíame todo el equipo de entrenamiento, cuando digo todo es todo. Lo quiero aquí en dos días.

—Sí, señor — colgué la llamada.

—Parece que estás de buen humor hoy, Travolta.

—¿Y qué quieres que le diga? ¿Que traiga una pequeña para que no te sirva ni en la cabeza? Efectivamente no suelo acostarme con mujeres con ese tipo de trasero, porque en realidad ni en eso me fijo.

—Oh, es cierto, tú solo vas por el hueco de al frente.

—Te equivocas. Cojo el que me pongan delante, después que sea mujer, no importa, así que ten cuidado.

—Eres un asqueroso— su expresión de asco me hizo reír. Hace unas expresiones tan reales e interesantes, que no puedo evitar reírme de ella. Ni siquiera con Juliana me había reído tanto; si esas dos se juntan será un problema.

Seguimos caminando y vimos una tienda plus, así que ahí entramos.

—Ve a comprar lo que quieras, me quedaré afuera.

—Que antipático.

—¿Quieres que entre al probador contigo?

—No, pero me gustaría que al menos me acompañes para ver qué me queda bien o que no.

—Nunca he comprado ropa para mujer. No tengo ni puta idea de que se vea bien o no. ¿Por qué te importa tanto mi opinión? ¿Acaso lo haces para que te mire?

—Contigo se le quitan las ganas a uno de hacer las cosas. Quédate afuera, antipático— entró a la tienda y vi que pasaba el tiempo y aún no salía. ¿Tanto tiempo se toman las mujeres en comprar ropa?

Entré a la tienda y la busqué, estaba mirándose en un espejo la ropa que se estaba midiendo. Era un traje color púrpura, y tenía pequeños detalles en negro. El traje no era tan corto, pero su trasero hacía que se levantara bastante. No se ve nada mal con el puesto, el problema sería que si le da el viento, se le vería todo.

—¿Cómo se ve?— preguntó al verme.

—Se te ve todo el trasero, deberías ponerte un pantalón—se fue dentro del vestidor y cuando regresó, estaba con un pantalón. Ahora el problema con el pantalón, era que le marcaba el trasero bastante, se veía bien formado. Desde que descubrí su trasero, ahora todo lo que veo es eso—. Retiro lo dicho, ponte el traje mejor — le dije indiferente.

—No te entiendo— se quedó esperando mi explicación, y no encontraba qué decirle.

—Que se te marca la cherry.

—¿La cherry?

—Ignora mi comentario y ve a cambiarte, mocosa— se notó confundida y aún así entró al probador, se puso otro traje y se dio la vuelta. El mismo problema, me estaba causando problemas a mi en el pantalón. No debí haber entrado. Estaba queriendo concentrarme en las luces, en la ropa, en las empleadas, en todo a mi alrededor menos en la loca.

—¿Vas a seguir ignorándome? — al escuchar su tono molesto, la miré.

—Creo que en este lugar la ropa no se hizo para ti.

—Eso es imposible, la ropa es para chicas gorditas. No es que yo sea tan gorda o que parezca un tanque.

—Así lucirás con el uniforme que te mandé a traer.

—Que grosero eres.

—Te espero afuera.

—¡Idiota!

Iba a salir, pero vi a un hombre mirando en dirección a Daisy. Se veía sospechoso. ¿Será que la conoce? Lo miré disimuladamente y fue cuando vi que sacó un teléfono y lo volteó. ¿Acaso le está queriendo tirar una foto a Daisy? No estaba seguro, así que caminé en dirección a ella y la metí bruscamente dentro del probador.

—¿Qué estás haciendo?

—¿Tienes amigos?

—¿Por qué me preguntas eso?

—Hay un hombre afuera que es posible que te haya estado tirando fotos, así que quería preguntarte para salir de dudas.

—¿Y para eso tuviste que meterme de esta forma al probador? Casi me haces comer el espejo. No se supone que estés aquí, ni mucho menos que hagas eso.

—A mi nadie me puede impedir nada, ni siquiera tu.

—Señorita, ¿se encuentra bien? Me notificaron que al parecer vieron a un hombre entrar con usted— dijo la empleada.

—¿Lo ves? ¿Ahora que hacemos?— preguntó asustada, y saqué dinero de mi bolsillo, para así abrir la cortina.

—Hola, linda. Ella es mi hermana y la estoy ayudado a escoger un lindo traje para su cumpleaños. ¿Será que me permite asistirla? — sonreí, y le mostré el dinero. La empleada nos miró y sonrió, cogió el dinero y bajó la cabeza.

—Siento mucho interrumpirlos.

—Déjanos a solas, preciosa— se fue y miré a Daisy.

—Problema resuelto.

—Todo lo buscas solucionar con dinero.

—Todo se soluciona con dinero.

—No es cierto.

—¿Y qué vas a saber tú de eso, niña?

—¿Para qué hiciste eso? Tuviste que haber visto mal. ¿Quién va a querer tirarme fotos?

—Andabas mostrando tu trasero a medio mundo.

—Dijiste que nada se veía bien, ¿Por qué van a querer mirarme?

—Quizá tu si te ves mal, pero esto no —le agarré el trasero.

—¡Depravado! — me empujó, y se dio la espalda para tratar de salir, pero la agarré por la cintura y la pegué contra la pared, aún de espalda.

—Querías que te viera la ropa, ¿No es así? Entonces muéstrame cómo te queda ahora— le bajé el cierre del traje por el costado, y metí mis manos por dentro del traje; su piel era muy caliente y suave. Me di cuenta que no tenía sostén debajo del traje y llevé mis manos a sus senos.

—¿Qué crees que haces? —tartamudeó.

—Probando cuán suave la tela del traje es. ¿Por qué tiemblas? ¿Tienes esa necesidad ahora? Solo pídelo.

—No tengo ninguna necesidad, idiota. ¿Cómo te atreves hacer esto aquí? No tienes vergüenza.

—Entonces ¿si bajo mi mano a tu entrepierna, no vas a humedecer mis dedos? Te recuerdo que no debes tener ropa interior— mi otra mano la llevé por detrás de su muslo, y subí el traje lentamente, a la vez que iba acariciándola—. ¿Aún sigues pensando que soy un inútil?

—Sí— musitó, y me detuve, para colocarla frente al espejo.

—Mírate, estabas deseándolo.

—¿Por qué haces esto, estúpido?

—Solo fue una pequeña prueba para que sepas de lo que te estás perdiendo, y para mostrarte que te mueres por estar con este inútil. Termina— salí del probador y la dejé sola.

Estábamos en una situación comprometedora y se me antojo. Si llega a ser como las demás, ahí mismo la hubiera acabado. Fue otro impulso inevitable; un impulso que se irá cuando la pueda tener. Solo hay que esperar. Esa ovejita ya está casi al otro lado, si supiera lo que le espera.