webnovel

Alma Negra

John "Alma Negra" Un alma inocente y pura, había sido lentamente corrompida por la maldad. Sus ojos iban perdiendo el brillo y en su corazón se iba formando un caparazón, un escudo tan fuerte para evitar a toda costa una traición. Un águila enjaulado y condenado a no sentir, el negocio y la codicia eran su motivo de existir. La oscuridad se convirtió en su mejor amigo, las mentiras y verdades en su abrigo; la frialdad e inteligencia para el negocio, el cuchillo y arma para el enemigo. Un supuesto enemigo tiene que ejecutar, pero el destino le sorprende y lo hace dudar; haciendo que su vida de un giro inesperado, y quizás, esa persona logre mostrarle el camino indicado; y se convierta en su luz, en medio de esa oscuridad, porque detrás de él puede quedar aún algo de humanidad.

NATALIADIAZ · Realistic
Not enough ratings
194 Chs

25

—¿Vendrás conmigo? No suelo salir con mujeres como tú, pero puedo cambiar el menú por hoy— se quedó pensativa, y bajó la cabeza.

—Me da lo mismo — murmuró.

—¿No te da miedo aceptar una propuesta así?

—Miedo me da quedarme ahí.

—Solo una tonta se deja humillar así de esas mujeres.

—¿Y eso qué te importa?

—En realidad no me importa, es tu problema; ahora solo me interesa satisfacer mi necesidad. Antes de llevarte, quiero ver tu identificación, no quiero meterme con una menor de edad.

—El hecho de que sea bajita, no significa que sea una niña. Tengo 19 años.  

—¿Hay alguna diferencia? Al lado mío sí eres una niña.

Suspiró y buscó en la cartera, pero en realidad no me interesaba su edad, solo necesitaba saber quién es.

Al ver su tarjeta, efectivamente tenía 19 años y su nombre era Daisy Molina. Le llevo seis años de diferencia. Debe importarle muy poco su vida, como para atreverse a aceptar una propuesta de un desconocido como yo, pero me da lo mismo, solo necesito una mujer ahora.

Le di la tarjeta de vuelta y caminé en dirección a mi auto. Ella me siguió y se subió. Lucía pensativa por todo el camino, y apretaba su traje como si estuviera nerviosa.

—¿Ya te estás arrepintiendo? — le pregunté, y se quedó en silencio, mirando por la ventana.

¿Acaso me está ignorando? ¿Cómo se atreve?

La llevé a un Hotel; no había forma de que le mostrara donde vivo. Me parecía muy extraño que se me haya acercado de la nada y que me estuviera siguiendo tiempo después. Quizá ya estoy paranoico, pero mejor prevenir que lamentar.

Al subir a la habitación, ella entró primero. Sus piernas se veían temblorosas. ¿Está nerviosa por lo que va a suceder, o es porque está planeando algo? Su nerviosismo me tenía inquieto.

—No voy a ir con rodeos— le agarré el brazo y la tiré contra la cama, para así subirme sobre ella—. Nada de besos— le dije.

Ya era una costumbre. Con las malas experiencias que he tenido, no tengo tiempo para perderlo en eso, solo necesito terminar rápido para que se me quite esa necesidad.

Busqué mi cartera y saqué un preservativo; arranqué parte de su traje porque quería ver sus senos.

Le quité el área del sostén para verlos mejor. Para la edad que tiene, está muy bien desarrollada. Sin duda alguna tiene unos buenos senos, me excité solo de verlos.

Bajé el cierre de mi pantalón y me puse el preservativo para acomodarme entre medio de sus piernas; luego le quité la ropa interior y la tiré a otra parte.

Ella tenía los ojos cerrados y, de alguna manera, me llamó la atención eso. Contemplé su cuerpo desnudo, ya que nunca había visto una mujer como ella así. Tenía un buen cuerpo; sus muslos eran anchos y sus brazos también.

Coloqué mi pene en su entrada y apretó fuertemente la sábana, aún con los ojos cerrados. Agarré sus dos brazos y los subí por arriba de su cabeza, luego los presioné fuertemente contra la cama y abrió sus ojos.

—¿Qué haces? — lucía asustada.

—Hasta que al fin abres los ojos.

La penetré de golpe y ella rechinó los dientes; su interior definitivamente fue el mejor que alguna vez haya probado. Podría venirme muy rápido sin problema.

—¡Detente, por favor!—me rogó, pero me sentía muy excitado como para detenerme en ese momento.

Deseaba estar más profundo dentro de ella. La embestía con muchas ganas, pero su rostro se llenó de lágrimas y sus gemidos no parecían de estarlo disfrutando como yo.

—¿Ahora a ti qué te pasa?— me detuve, y ella aún continuaba llorando.

Era irritante oírla llorar, así que le solté las manos y ella me empujó.

—¿Cómo te atreves? — le pregunté molesto.

—¿No te enseñaron a tratar a una mujer, idiota? Para eso usa tu mano. ¡Eres un inútil!— se levantó de la cama, y se arregló el traje.

—¿Qué dijiste?

—¡Eres un animal! — sus piernas estaban temblando, y cogió los tacones del suelo.

—¿A dónde crees que vas? Crees que luego de haberme dicho semejante cosa, ¿Voy a dejarte ir? — me levanté de la cama, y ella retrocedió.

—¡No te me acerques, animal!

—¿Cuál es tu problema, niña tonta? ¿Quieres dinero para terminar?

—¡Eres un maldito!—abrió la puerta, y salió corriendo.

No pude irme detrás de ella rápido como quería, tenía que arreglarme el pantalón y quitarme el preservativo, pero al mirarlo, vi sangre en el. ¿Y esto qué demonios significa? ¿Estaba en sus días o qué?

No podía quedarme más tiempo mirando eso, tenía que encontrarla y hacerle tragar todo lo que dijo. ¿Cómo se atreve a hablarme así?