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Alma Negra

John "Alma Negra" Un alma inocente y pura, había sido lentamente corrompida por la maldad. Sus ojos iban perdiendo el brillo y en su corazón se iba formando un caparazón, un escudo tan fuerte para evitar a toda costa una traición. Un águila enjaulado y condenado a no sentir, el negocio y la codicia eran su motivo de existir. La oscuridad se convirtió en su mejor amigo, las mentiras y verdades en su abrigo; la frialdad e inteligencia para el negocio, el cuchillo y arma para el enemigo. Un supuesto enemigo tiene que ejecutar, pero el destino le sorprende y lo hace dudar; haciendo que su vida de un giro inesperado, y quizás, esa persona logre mostrarle el camino indicado; y se convierta en su luz, en medio de esa oscuridad, porque detrás de él puede quedar aún algo de humanidad.

NATALIADIAZ · Realistic
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194 Chs

18

Ese mismo día nos hicimos la prueba. No le dije nada a mi padre, si le comento sobre esto, lo más probable se moleste, pero solo quiero probarle a ella que soy su hermano.

Hoy estaríamos recogiendo los resultados; ella ya había llegado, tuve que escaparme de la empresa para venir.

Juliana abrió el sobre y su rostro se puso pálido.

—Esto no puede ser. ¿Cómo es esto posible? Aquí debe haber un error.

—¿Ahora en quién confías, hermanita?— le pregunté.

—¿Estás bien, princesa?— le preguntó Owen.

—¿Hay alguna probabilidad de que se hayan equivocado?—me preguntó Juliana.

—¿Qué sucede? Déjame ver— le arrebaté los papeles y miré los resultados.

Efectivamente era mi hermana, pero al darme cuenta de la segunda prueba que hizo sobre ella y Sofía, salió negativa.

—¿Y esto qué demonios significa?—pregunté molesto.

—Parece que no he sido la única engañada. ¿Con quién demonios he estado viviendo? —se tapó la cara.

Esto no puede ser. Entonces ¿Quién demonios es nuestra madre?

—Estás embarazada, Juliana, no es momento de enfrentar a tu madre así — le dijo Owen.

—¡Ella no es mi madre! ¡Es una mentirosa!— gritó furiosa.

—Tienes que calmarte, eso le hace daño a nuestros bebés, princesa.

—Lo siento, Owen, tú no tienes la culpa de nada y yo aquí ando gritando.

—No entiendo nada. Somos hermanos, pero nuestra madre no es ella; entonces ¿De quién mierda somos hijos?— me tapé la cara de la rabia.

—¡Tengo que enfrentarla!—gritó Juliana.

Owen le gritó y me le quedé mirando. Estaban discutiendo, pero se calmaron rápido.

—Por lo pronto, voy hablar con mi padre, él tiene que darme una explicación sobre esto. Por cierto, sé que no soy de tu agrado, pero ya ves; somos hermanos y me alegro de eso. Espero podamos llevarnos bien y conocernos mejor.

—Ya veremos, no creas que olvidaré lo que hiciste.

—De acuerdo, hermanita malcriada— la despeiné, y sonreí.

—Me quedaré con una copia — me dijo.

—De acuerdo, te dejaré mi número de teléfono y, así nos mantenemos en contacto.

Nos pasamos el número y luego sacamos las copias para despedirnos.

Estaba tan molesto que no podía guardarme esto para mí solo. Necesitaba una explicación urgente.

Al llegar a la empresa, vi a mi padre en su escritorio.

—Quiero que me expliques esto y es ahora, papá — le grité molesto.

Le puse el papel encima del escritorio y, él lo miró; luego fijó su mirada en mí.

—Hay cosas que es mejor no saber. No es el momento, John— su tono despreocupado me irritó.

—¡Quiero que me respondas ahora!

—En primer lugar, no entiendo la razón por la cual pierdes el tiempo en estas cosas. Tenemos asuntos más importantes que atender, que una simple prueba como esta— rompió el papel, y lo dejó caer encima del escritorio.

—Esto es importante para mí.

—Pero para mí no. Confórmate con saber que lo has tenido todo, no todos tienen esa oportunidad.

—Esto es demasiado. No dejaré las cosas aquí, voy averiguar la verdad.

Se levantó de la silla de mala forma y me puso la mano en el hombro.

—No seas malagradecido y, no trates de morder la mano a quien te ha dado de comer por tantos años. ¿No me digas que esa niña será un problema ahora?

—No me amenaces con ella.

—Si me sigues dando dolores de cabeza, no me dejarás de otra que deshacerme de ella. ¿Eso quieres?—arqueó una ceja, y rechiné los dientes de la rabia.

—No.

—¿No me digas que ya la aceptaste como tu hermana? Que tonto te has vuelto. Te he dicho que los sentimientos no se mezclan, ni se demuestran y, menos, si afectarán los negocios.

—¿Qué negocios?

—No has aprendido nada de tu padre, ¿Eh?

—¿Esto es negocio para ti?

—Todo en la vida es negocio, John. ¿No te he enseñado lo suficiente hasta ahora? No vuelvas a hacer este tipo de cosas a mis espaldas, o para la próxima, olvidaré que eres mi hijo. ¿He sido claro?

—Sí, papá— respondí entre dientes.

—Ese es mi hijo— sonrió, y me le quedé viendo.

Yo tengo que saber la verdad, pero no quiero ponerla en riesgo a ella.

Días después, mi padre me reunió de la nada.

—Tengo un encargo que hacerte y espero no te niegues hacerlo, o de lo contrario, olvidaré que eres mi hijo.

—¿Qué necesitas, papá?

—Quiero que elimines a Juliana. Quiero que decidas entre los dos. ¿A quién elijes?

—Esto no es un juego para decidir eso, padre.

—¿Vas a rebelarte por ella? ¿No me digas que esa mujer te importa? Tú no debes sentir nada, John. Las únicas personas importantes en tu vida, somos tu madre y yo. Te crié con la capacidad de no sentir nada, porque así no te decepcionarás nunca. Las personas mienten muy bien, por eso es mejor no sentir nada por nadie. Lo más importante en la vida son los negocios y el progreso, nada más que eso. Tú serás la cabeza de mi negocio cuando yo falte y, es por eso que debes ser fuerte. No puedes dejarte manipular por las personas, ni mucho menos por los sentimientos. Una debilidad puede hacerte perderlo todo y, tú no quieres perder nada, ¿Cierto, hijo?

—Yo...— me interrumpió:

—Fuiste criado para ser astuto y único. Eres especial, John. Estoy depositando mi confianza en ti, no me decepciones.

—Yo no sé si pueda.

—Que tonto te has vuelto. Que decepción. Te he dicho que los sentimientos no se mezclan, ni se demuestran y, menos si afectarán los negocios. Yo que creí que eras el indicado, pero veo que me equivoqué. Tú quieres tenerlo todo y, para eso, hay que hacer sacrificios. Ella se ha convertido en tu debilidad y, las debilidades no pueden existir, John. Si tanto te importa el negocio y todo lo que has alcanzado hasta ahora, ya sabes qué hacer. Papá estará orgulloso de ti y podré irme tranquilo, porque sé que el negocio estará en buenas manos. Ella no es nada en tu vida; tú y ella son todo lo contrario, no tienen nada en común. Ella no debe significar nada para ti, porque nunca ha estado contigo. Estoy seguro que si le doy la oportunidad a ella de decidir entre los dos, ella escogería salvar su pellejo. El ser humano es así, traicionero por naturaleza; es por eso que quiero que te concentres en lo que realmente importa, no en algo tan insignificante como ella.

—¿Estarás orgulloso realmente? ¿Por qué no me dijiste la verdad, papá?

—No quería herirte, John. Para mí eres importante. Tú y yo juntos hemos construido este imperio, no sería justo que por algo tan insignificante como ella, eches a perder todo lo que por años hemos logrado. No te desvíes del camino que te mostré, es el único que va a dirigirte a la verdadera felicidad. Todos tenemos un momento de debilidad y, es por eso que quiero que recapacites. Me dolería perder al único hijo que tengo. Haz esto por ti, por mi y por el negocio.

—Está bien, haré lo que pides, papá.

—Mátala, y demuéstrame que aún queda algo de ese hijo que crié; mátala, y demuéstrame que estás apto para este negocio que hemos construido los dos.

—Sí, papá.

—Ese es mi hijo— ambos sonreímos.

Cité para el día siguiente a Juliana; quería estar a solas con ella y salir, aunque sea una sola vez. Nos encontramos en la cafetería del centro comercial. Se veía muy hermosa. Me le quedé mirando y ella sonrió.

—¿Cómo has estado, hermanita?

—No me acostumbro a que me llames así tan seriamente. He estado bien, ¿Y tú?

—Bien, ¿Cómo va todo con el embarazo?

—Bien, cada vez más grande la barriga, así como puedes notar ¿Hablaste con tu padre?

—Sí, pero no me quiso decir nada.

—¿Y no insististe?

—Sí, pero mi padre no es fácil, tiene una actitud de perros.

—Es igual a ti.

—No, él es peor.

—¿Crees que haya alguna posibilidad de que yo sea su hija? Yo aún no comprendo nada. Si mi mamá no es mi mamá, entonces ¿Mi padre, no era mi padre? Estoy confundida.

—Ya no pensemos en eso.

—Tengo que pensar en eso, aún no he podido sacarme esa rabia y la duda de mi cabeza.

—¿Te hiciste alguna prueba con él?—le pregunté.

—No, ¿Y tú con el tuyo?

—No, pero lo estoy pensando. Eso de ser engañado no me agrada.

—Deberías hacerlo y así salimos de dudas.

—Juliana, no quiero que te metas en este asunto. Es delicado y tú estás embarazada. Déjamelo todo a mi, yo me encargaré del problema.

—Este también es mi problema. Yo quiero saber de dónde vengo, quién es mi mamá, mi papá; quiero saberlo todo.

—Pero estás delicada en este momento. ¿Qué te parece si nos vamos de compras o caminamos por el centro comercial los dos?

—¿Ir de compras contigo? Con esa pinta que tienes, pensarán que vas a asaltar a alguien.

—Eres la segunda persona que me ha visto vestido así; siempre ando en trajes, pero me tomé el día libre del trabajo para venir.

—¿Solo por pasar el día conmigo?

—Levántate, no seas vaga — evadí el tema.

—De acuerdo, pero conste que no lo hago por ti.

—Lo que digas, orgullosa.

—Idiota.

Caminamos por el centro comercial y entramos a varias tiendas. Vi una consola de videojuegos y me detuve a mirarla. Me llamó la atención todos los juegos que habían, jamás había estado en un lugar así y, menos, acompañado por una chica.

—¿Tienes una consola en tu casa? — me preguntó.

—No, no tengo tiempo para eso.

—Que aburrido eres. Te ves muy interesado en ellos. ¿Por qué no le das una oportunidad?

Había una consola encendida y ella agarró un control para pasarme el otro.

—¿Acaso eres un gallina que teme perder contra su hermana? —arqueó una ceja, y la miré.

—¿Miedo de ti? No me jodas — agarré el control y me acerqué al televisor.

Traté de concentrarme, jamás había jugado con esto. Parecíamos dos niños pequeños en medio de la tienda jugando.

Perdí las tres partidas que jugamos.

—Esto no se va a quedar así. Te reto a jugar en esa máquina que está ahí— era la máquina de matar zombies con los controles de rifles.

—Vamos, mal perdedor.

Le gané dos partidas, pero en la última, ganó ella. Es muy buena jugando. Tiene buena puntería, podría ser muy buena si tiene un arma real en la mano.

—Te sigo ganando—me sacó la lengua, y sonreí.

Salimos de la tienda riendo, no pensé que estaría divirtiéndome con ella. De hecho, es la primera vez que siento realmente ganas de reír.

—¿Acostumbras a jugar ese tipo de juegos? — le pregunté.

—Hace mucho no lo hacía.

—Eres una tramposa, estabas aprovechándote de alguien inexperto.

—No vengas con eso, me ganaste dos veces.

—Pero tú muchas veces más.

—¡Mal perdedor!— sonreí por su forma de presumir—. ¿Sueles sonreír así?

—¿Por qué la pregunta?

—Siempre luces como alguien muy serio y amargado.

—No suelo salir a divertirme, para mí la diversión la tengo en la oficina.

—¿Y matando personas?— preguntó en un tono bajo.

—Sí, es lo único que conozco como diversión — respondí serio.

Es en lo único que soy bueno, y para lo único que sirvo.

—¿Quieres comer algo? — le pregunté para cambiar el tema.

—No, pero tomaré una botella de agua.

Caminamos a un Kiosco y quise comprarle la botella de agua, pero no me lo permitió; luego nos sentamos en una mesa los dos y nos quedamos hablando.

—Deberías divertirte más a menudo. Ser serio solo te pondrá más viejo —comentó en un tono de burla.

—Eso es lo que me ha permitido estar respirando en este momento.

—¿Eso qué significa?

—No me hagas caso. Cuéntame de ti.

—No tengo mucho que contar. Ya debes conocer todo de mi, ¿Me equivoco?

—En parte.

—Me toca decirte lo mismo. Cuéntame sobre ti, eres muy misterioso.

—¿Realmente te gustaría saber sobre mí, o lo haces porque te pregunté?

—Por ambas razones.

Juliana se levantó de la nada y vi un liquido bajar por su entrepierna.

—¿Estás bien? — me levanté de la silla, y le agarré la mano.

—Mis bebés...

—¿Eh?— me quedé sorprendido y quieto.

—¡Ayúdame, John! ¡Tengo que ir a un hospital! ¡Llévame, por favor!

La conversación de mi padre se cruzó por mi cabeza en un milésimo segundo. Yo vine aquí para algo y estoy dudando otra vez.

«Tú no debes sentir nada, John. Las únicas personas importantes en tu vida, somos tu madre y yo. Te crié con la capacidad de no sentir nada, porque así no te decepcionarás nunca. Las personas mienten muy bien, por eso es mejor no sentir nada por nadie. Lo más importante en la vida son los negocios y el progreso, nada más que eso. Tú serás la cabeza de mi negocio cuando yo falte y, es por eso que debes ser fuerte. No puedes dejarte manipular por las personas, ni mucho menos por los sentimientos. Una debilidad puede hacerte perderlo todo y tú no quieres perder nada, ¿Cierto, hijo?»

«Fuiste criado para ser astuto y único. Eres especial. Estoy depositando mi confianza en ti, no me decepciones.»

«Que tonto te has vuelto. Te he dicho que los sentimientos no se mezclan, ni se demuestran y, menos, si afectarán los negocios. »

«Tú quieres tenerlo todo y para eso hay que hacer sacrificios. Ella se ha convertido en tu debilidad y, las debilidades, no pueden existir. Mátala y demuestrame que aún queda algo de ese hijo que crié; mátala y demuéstrame que estás apto para este negocio que hemos construido los dos.»

Yo... debo matarla.