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Alma Negra

John "Alma Negra" Un alma inocente y pura, había sido lentamente corrompida por la maldad. Sus ojos iban perdiendo el brillo y en su corazón se iba formando un caparazón, un escudo tan fuerte para evitar a toda costa una traición. Un águila enjaulado y condenado a no sentir, el negocio y la codicia eran su motivo de existir. La oscuridad se convirtió en su mejor amigo, las mentiras y verdades en su abrigo; la frialdad e inteligencia para el negocio, el cuchillo y arma para el enemigo. Un supuesto enemigo tiene que ejecutar, pero el destino le sorprende y lo hace dudar; haciendo que su vida de un giro inesperado, y quizás, esa persona logre mostrarle el camino indicado; y se convierta en su luz, en medio de esa oscuridad, porque detrás de él puede quedar aún algo de humanidad.

NATALIADIAZ · Realistic
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Lo llevé al lugar que ya tenía preparado y lo llevaron dentro para amarrarlo.

—Ve a la casa con Kian, nosotros nos quedaremos aquí— le dije a Alexa—. Tan pronto acabemos con este, buscaremos a Kwan.

—Esta bien, nos vamos— Alexa salió del lugar y me quedé con Daisy.

Ella se veía bien pensativa, y le toqué el brazo.

—¿Te sucede algo?

—Quiero que lo hagas hablar, por favor.  

—Aún si no habla, buscaremos a nuestro hijo.

—John— hizo una pausa—, quiero matarlo yo. Necesito ser yo quien le cobre todo lo que me hizo.

—No quiero que te ensucies más las manos.

—¿Y las puedo tener más sucias? Entremos— siguió caminando, y aunque me moleste, debo darle la razón. Más sucias no las puede tener y por mi culpa.

Según entramos, Daisy fue directo a él, y le dio un puño en la cara.

—¿Dónde tienes a nuestro hijo?— le preguntó seria, y él rio.

—Las cosas no funcionan así, Daisy.

—¿De dónde la conoces?— le pregunté, al ver con la confianza que le habla.

—¿A poco no te ha dicho?— rio.

—Habla.

—Dile, Daisy, si es que te acuerdas— la miró, y ella desvió la mirada.

—Nada de otro mundo, lo conocí hace mucho y lo había visto sólo una vez, ni su nombre real me dijo.

—Eso hiere mis sentimientos, ¿Y qué te hace pensar que no era el mío realmente? ¿Acaso lo dices para que él no se moleste?

—Eso no viene al caso, dime ¿dónde tienes a mi hijo? — insistió Daisy.

—Lejos de ustedes, en un lugar que no lo van a encontrar nunca— rio, y esta vez fui yo quien perdió la paciencia y le di un puño en la cara.

—Aún si no me dices, voy a averiguarlo por mi cuenta.

—No podrás, el único testigo de donde estaba, está muerto— sonrió, y me alejé, para quitarme el traje y subirme las mangas de la camisa.

—Si así va la cosa, no hay problema.

—No, John— Daisy se paró delante de él.

—Cualquiera pensaría que lo estás defendiendo.

—No, es solo que no quiero que vayas a matarlo sin que hable.

—Ambos sabemos que eso no va a ocurrir. Quiere usar a nuestro hijo para salvarse el culo, al final, no dirá nada.  

—Tiene que hacerlo. Vas hablar, quieras o no— dijo Daisy.

—Eres una malagradecida, que tras que te doy una mejor vida, lejos de ese idiota que tanto detestabas, ahora me pagas así. Yo podía darte mucho más que él. Conmigo siempre estuviste protegida, ¿Cuándo te ha protegido él? ¿Qué tipo de vida miserable te espera con ese? Yo te daba libertad y siempre te protegí de todo, jamás te hicieron nada; incluso te volviste fuerte gracias a mi. Eso se llama: «Morder la mano a quien te da de comer»

—¿A base de qué? ¿De maltrato, abusos y golpes?

—Sabemos muy bien que tu misma te lo buscabas. Jamás te hubiera tocado un pelo, sino fuera que hicieras todo lo contrario a lo que te digo. Sabes que siempre fui bueno contigo, trataba de complacerte en todo, hasta te hacía el amor suavecito como pedías— estaba indignado y frustrado, que le di una patada a su silla, haciéndolo caer hacia atrás.

—¡John!

—Quédate con tu amante, y haz lo que quieras con él— salí del lugar, tratando de calmar la ira que estaba sintiendo.

Si me quedo un segundo más ahí, no sé de lo que sería capaz. Esto no lo soporto. Ya le hubiera callado el hocico si no fuera por ella.

Daisy

—Parece que está herido tu novio. ¿Por qué no me sueltas, Daisy? Podemos tener una mejor vida, y te puedo dar a tu hijo y darte muchos más, si así lo quieres. Prometo no pegarte más, incluso, perdonaré tu traición; para que veas que así de mucho te quiero.

—¡Ya cállate!

Debo ir a ver a John.

John

—Dime la verdad, Daisy. ¿Por qué estás dudando tanto?

—Yo no estoy dudando, John.

—¿Me ves cara de idiota? Para mí está muy claro que tienes otras razones, aparte de nuestro hijo, para no hacerle nada. ¿Acaso lo amas?— se quedó en silencio—. Parece que di justo en el clavo.

—Estás diciendo tonterías.

—¿Ahora soy yo el tonto? Esta Daisy que tengo en frente la siento tan distante de mí, tan diferente, tan difícil de alcanzar, es como si ya no te tuviera.  

—¿Desdé cuándo te volviste tan dramático? Este no es el John que conocí.

—Que irónico, tú me volviste esto tan patético y ahora te quejas. Tú eres el motivo principal por el cual me he convertido en esta persona, porque parece que el único idiota que ama en este momento soy yo. No sabes lo que me estoy controlando, todo lo que soporto para no lastimarte, pero a ti no te importa un demonio lo que pase conmigo. Tengo claro que las cosas no pueden ser como antes, pero tenía una puta esperanza de que al menos aún siguieras sintiendo lo mismo que yo, pero me equivoqué. Te dije que confiaras en mí, que hiciéramos esto juntos, ¿Y qué has hecho? Todo lo quieres hacer sola, no quieres que interfiera, no quieres que le haga nada. Te recuerdo que no es sólo tu hijo el que está desaparecido, también es mi hijo. Si tanto lo quieres defender de mí y dejarlo vivo, adelante, llévatelo, cásate con él si te da la gana, haz otro hijo con él, al final, ni siquiera has pensado en Mia, es como si para ti ella no existiera.

—No te lo permito...— trató de darme una bofetada y le agarré la mano.

—Estas cogiendo mucho vuelo. Te amo y toda la cosa, pero a mí no me tocas. Soy yo quien no te permito que trates de golpearme, ¿A ti qué demonios te pasa? ¿No te gusta que te digan la verdad en la puta cara? ¿Es eso? Pues te las diré todas, sin que me quede nada por dentro. Cuando pasó todo esto, tenías privilegios, él mismo lo dijo y lo vi con mis propios ojos; tenías libertad, pudiste haberme buscado o tratado de ver a Mia, pero ni eso hiciste. No confiaste en mí para salir de esto, no sabes lo preocupado que estaba, no sabes cómo me sentía cada vez que Mia te mencionaba. A ella también le hacías falta, podías haber hecho algo para buscarnos. Tenías forma de encontrarnos y mucho más fácil que yo, cuando sucedió lo de los Roberts. Por otro lado, siempre te callas las cosas, tal parece que a pesar de tener tantos años juntos, la confianza aún no la has tenido en mi. Ahora me entero por boca de terceros, que conocías a ese tipo, y quién sabe de dónde. Hacían el amor y toda la cosa, y justamente como me lo pedías a mi. Yo que durante todo este tiempo estuve pensado que debías estar muy mal, pero ¿Qué va? Fui yo el único idiota que permaneció solo, preocupado y angustiado por ti. Corté con los planes antes de tiempo, solo para poder estar al lado de ustedes, pensando que quizá había una forma de arreglar el tiempo perdido, pero me volví a equivocar. Mira como te dejó el cuerpo ese idiota, y en vez de detestarlo, de matarlo de una o torturarlo, tampoco lo haces. Ah, se me olvidaba que conmigo pasó más o menos lo mismo. Parece que eso de masoquista se te quedó grabado.

—¡Eres un desgraciado!— trató de darme con la otra mano y la sujeté.

—Sí, un desgraciado que solo ha tenido ojos solo para ti, y que a pesar de saber que te has enamorado de otro, sigo aquí y luchando con esas ganas de matarte junto a él. Ya no lo soporto, ya no más, ya fue suficiente, ya llegué al límite, Daisy. Será mejor que te alejes de mí en este momento, no quiero hacer algo de lo que luego lo más probable me arrepienta. Quédate, y diviértete con tu nuevo amor, pero no te acerques a mi— la solté, y seguí caminando.