Elrick se ocupó de dar instrucciones a aquellos que se encontraban sin heridas, poco a poco fueron reuniéndose nuevamente, pero se encontraban temerosos de que el hechicero regresará.
Para Sir Jonas lo ocurrido fue extraño, se preguntaba porque el hechicero se había retirado luego de haberlos amenazado de muerte, algo que sí era seguro, era que debían irse del lugar lo antes posible y evitar dejar huellas de su ruta de escape.
La zona lucia como una campo de exterminio, la oscuridad y la poca luz no dejaban ver con claridad lo destruido y desagradable del lugar, aún así, ese olor repugnante de carne quemada se había impregnado en la ropa de los presentes, quienes hacían esfuerzos para no tropezar con los trozos de sus compañeros muertos y no devolver la cena que durante el festejo habían consumido.
— ¡Vámonos! Gritó Elrick
Algunos, cargaron en sus hombros a los heridos, otros recogieron armas, provisiones y objetos que habían quedado esparcidos en el lugar pero que eran útiles en su cruzada. Nadie había notado la ausencia de Jhonny, tal vez lo habían dado por muerto debido a que el ataque había sido tan rápido y de improvisto que fue difícil para ellos defenderse del agresor.
Mientras caminaban, evitaban decir palabra alguna, lo que antes había sido un festejo se había convertido en una deshonra, los que se habían considerado invencibles no hace menos de unas horas, habían quedado reducidos a una manotada de parias sin ánimo y coraje. Cobardes que habían corrido producto del pánico y el temor.
— Elrick ¿A dónde iremos ?. Preguntó Sir Jonas quien caminaba junto a él.
— No lo sé, A duras penas quedamos unas cuantas docenas de hombres, insignificantes para continuar nuestra misión. Además, la presencia de ese hechicero fue una total sorpresa. Esos desgraciados de la corte nos habían asegurado que estaban todos desterrados. Maldita carnicería... me confíe.
Elrick se tomaba la cabeza con sus manos mientras rascaba fuertemente esta y apretaba su rostro.
— Tengo mis dudas respecto al hechicero. Dijo Sir Jonas.
— ¿Qué quieres decir? Volteó a mirarlo Elrick.
— Parecía que necesitaba algo.
— Por supuesto... deseaba recuperar a su bestia. Le dijo Elrick como si le hubiera dicho algo que él ya sabía.
— Sí, perooo. Se enojó demasiado, se desequilibrio cuando la bestia desprendió la luz al cielo. Además desde ese evento este no ha dejado de alumbrar.
Era verdad, pocos lo habían notado pero era tal el Shock que ni siquiera le estaban dando importancia al evento. El cielo que antes dejaba ver las estrellas a su alrededor ahora estaba saturado de nubes que en su interior relampagueaban y crujían como si fueran a caerse . De un momento a otro se precipitó una lluvia.
— Qué desgracia, apenas para completar esta noche infernal. Dijo con frustración Elrick mientras daba señal a sus hombres de refugiarse bajo los grandes árboles.
<Lo único bueno de esto, es que nuestras huellas desaparecerán> Pensó Sir Jonas mientras organizaba unas hojas para poder sentarse sobre ellas.
Jhonny quien había estado en el río, intentó regresar al campamento, cuando observó el panorama no pudo evitar vomitar nuevamente aunque ya no le salía nada, solo le ardía el estomago. Ni la cenizas habían quedado de la bestia, la hoguera había consumido todo. Ahora el agua, en un acto purificador bajaba para limpiarlo.
Jhonny corrió a buscar refugio mientras se preguntaba que había pasado, miraba con asombro los cuerpos de sus camaradas sin comprenderlo. Finalmente, vio una cueva, esta era tan pequeña que a duras penas cabía una persona agachada.
Se sentó cubriéndose con una capa que había recogido del piso, apoyó su cabeza en la pared de la cueva y se quedó mirando afuera la lluvia caer junto a los rayos y los truenos que se clavaban en su mente recordándole lo solo que estaba mientras rogaba al cielo que amaneciera pronto.
Elrick por su parte encontró descanso bajo un árbol, algo peligroso debido a los rayos que caían copiosamente, miraba al cielo intentando obtener paz, las gotas de lluvia que se colaban en las hojas se resbalaban en su rostro, su cansancio era tal que su visión se hacía borrosa, de pronto, una imagen, una remembranza vino a su mente y donde antes habían gotas empezaron a rodar lagrimas.
Cuando cerró sus ojos pudo ver la imagen de una joven. Poco a poco su mente se fue transportando a esa visión mientras sus labios susurraban.
<¿Por qué me fui y te deje sola? >
— Eli, ahí estas te estaba llamando pero no me contestaste.
— Te escuche cariño, pero tenía que terminar el trabajo. La tierra está muy difícil de arar últimamente, no ha llovido y todo parece polvo. Debo transportar el agua y es muy duro cuando ya no quedamos muchos hombres en la aldea.
— No te esfuerces tanto Eli, me preocupa que te llegues a enfermar, no sé qué haría sin ti.
Ahí, parada junto a un pozo pequeño se encontraba Rosalie, una joven mujer en sus 20s, muy hermosa, de tez blanca y labios carmesí, con cabello rizado rojizo que sobresalía de la cinta que lo sujetaba, se acercó a Erick Elrick para tomarle y besar una de sus manos.
— Eli, tengo miedo de que la guerra llegue a la aldea. Cada día veo los jinetes y sus caballos que recorren los bosques cercanos. Dios permita todo acabe pronto y Arthur tomé pronta posesión de todo.
Ella recostó su cabeza en el pecho de Erick, quien sacudió sus manos para limpiarlas y luego abrazarla suavemente.
— No te preocupes, nada en este mundo me alejará de mi.
— Precisamente a eso le temo, todavía hay cosas que no hacen parte de este mundo.
Rosalie tenía razón, las guerras habían iniciado para erradicar a aquellos y sus prácticas abominables que no hacían parte de este mundo humano. Muchos que vivían el proceso de transición no hallaban posición en el nuevo orden, sus creencias y temores los hacían cometer actos e invocaciones atroces. La aldea donde residía Elrick y Rosalie no escapaba de dichos miedos, muchos de sus vecinos no eran la excepción.
— Ven, ya es tarde, está oscureciendo y este frío no le hace bien a nuestro bebé. Dijo Elrick mientras tocaba el vientre de Rosalie quien se encontraba en su tercer tercio de embarazo.
Ambos caminaron a casa donde ella se dispuso a servirle una modesta cena. Luego, empezó a tejer unas prendas diminutas para su primogénito, en ese preciso instante oyeron que alguien tocar la puerta.
Elrick se paró de su silla y preguntó.
— ¿Quién es? ¿Qué desea? Al tiempo hacía señas a Rosalie para que se escondiera detrás de la cortina que separaba la cama del resto de la casa.
— Erick, soy yo...Patrick
Al escuchar esto le abrió a su amigo, lo dejó entrar y cerró la puerta rápidamente.
— No tengo tiempo, los soldados han venido por los demás hombres que quedamos en la aldea. Parece ser que no tiene suficientes para llevar a cabo las cruzadas de Arthur. Ya se llevaron a Andrew y James. Los pobres no pudieron oponerse, es inútil, ellos no entienden de razones.
— ¿Cómo llegaste?
— Tu sabes que no puedo dejar a mi esposa y madre solas, sabes lo difícil de la situación, ellas no podrían superarlo. sencillamente corrí para resguardarme mientras la guardia pasa por los lados de la granja y luego regresar, aún así vine para avisarte que no tardarán en llegar.
— Patrick, no es posible. Dijo en voz alta Rosalie mientras se tapaba la boca. ---Se suponía que ellos no se meterían con los aldeanos, para eso habían convocado gente para hacerlos soldados. Continuo hablando.
— Si eso creímos todos, pero ahora se llevan todo lo que puede servirles.
— Eli ¿qué hacemos? dijo preocupada con sus ojos apunto de quebrase.
Erick se sentó, sin saber que decir y hacer, tan solo era un joven inexperto de apenas 22 años que había perdido a su familia unos cuantos años atrás y encontrado el amor de una mujer que una vez había encontrado corriendo sola y temerosa en el bosque y a quien había acogido en su casa. Nunca le preguntó nada, en aquel momento todo era atribuido a la gracia de los dioses y al destino de las almas.
— No lo sé... maldición. No puedo dejarte sola. Levantó la voz con preocupación.
— Pero si te quedas igual van a llevarte. Le dijo Patrick casi como si se lo recriminara.
— ¡Vámonos! tenemos más oportunidad si nos vamos ahora. Con eso regresaremos luego, después de que se hayan ido.
Miró a Rosalie quien se encontraba derramando lagrimas, sus ojos de esmeralda se perdían en un fondo rojo y brillante.
— Vete, vete. Le rogaba Rosalie mientras organizaba una bolsa con comida y ropa.
Patrick apresuraba a su compañero, le decía que no había más tiempo, aun así Erick se acercó a su esposa le dio un beso, tocó su vientre y se despidió con un nudo en la garganta.
— Te prometo que volveré. Dijo esto mientras cerraba la puerta.
Rosalie quedó sola, sin poder contener su llanto, gimió durante un largo rato hasta caer en cuenta que debía conservar la calma en caso de que los soldados llegaran. Apagó la chimenea aunque la noche era fría, se abrigó y esperó acurrucada cerca a la ventana mirando como el viento movía las hojas de los arboles, rogándole a Dios que Erick regresara con ella.