En las profundidades de la selva templada, el ambiente era sofocante y denso. Los árboles antiguos se alzaban como gigantes, sus copas entrelazadas creaban un dosel que apenas permitía pasar la luz de la luna. A lo lejos, el sonido de criaturas nocturnas resonaba en la oscuridad, componiendo una sinfonía inquietante. La humedad envolvía el entorno, impregnando el aire con un olor terroso y unos toques florales.
Un grupo de figuras encapuchadas se movía sigilosamente entre los árboles, sus copas oscuras camuflándose con la penumbra. Sus pasos eran casi inaudibles, una muestra de su entrenamiento y disciplina. Entre ellos, una figura alta y delgada lideraba un pequeño grupo, su mirada fija en la dirección donde se había visto a Edmundo y sus amigos.
— Encapuchado 4 — No pueden estar lejos — dijo con un lenguaje de señas usado especialmente para mantener el sigilo — mantengan los ojos bien abiertos y no bajen la guardia — termino de comunicar conforme se acercaban a donde están Edmundo y sus amigos
Los otros asintieron en silencio, sus movimientos eran precisos y coordinados. El grupo avanzaba con cautela, conscientes de que cualquier ruido podría delatarlos. La misión era clara: debían quitarle el libro para impedir que Edmundo y sus amigos fortalecieran el sello que mantenía a la bestia atrapada.
A pocos metros de ellos, Edmundo, Isabel, Fernando y José estaban absortos en su entrenamiento. La pequeña fogata que habían encendido ofrecía una luz tenue, proyectando sombras danzantes sobre sus rostros concentrados. Isabel estaba sentada frente a Edmundo, sus manos extendidas y entrelazadas con las de él, mientras él la envolvía con una capa de mana.
— Edmundo — concéntrate, cariño — dijo con firmeza pero también con cariño — imagina que estás rodeada de puntos azules celestes brillantes, deja que fluyan a través de ti — sigue diciendo con firmeza y cariño porque no sabía cuando serían atacados
— Isabel — asiente con la cabeza, cerrando los ojos con fuerza, después de unos momentos logró sentir que un calor suave y reconfortante que proveniente de Edmundo, relajándose y visualizando los puntos brillantes del mana, dejando que esté la envolviera y absorbiéndolo poco a poco
— Fernando — ¿De verdad crees que esto funcionará? — preguntó mientras cruza los brazos y observando a Edmundo con escepticismo — No estoy seguro de que esta "magia" pueda ayudarnos a detener a una bestia antigua — menciona en un tono un poco fastidiado y un poco molesto
— José — es lo mejor que tenemos — respondió mientras toca una hoja de helecho anormalmente grande y la sigue analizando — Y parece que este lugar tiene más mana de lo normal lo cual podría ser una ventaja para nosotros — sigue comentando con un tono casi molesto porque le parecía algo bastante obvio.
— Fernando — suspira y se rasca la nuca mientras observa el entrenamiento de Edmundo e Isabel. Aunque estaba escéptico, no podía negar la determinación de sus amigos ni el extraño comportamiento de la selva a su alrededor.
A unos metros de distancia, los encapuchados se habían detenido y reunido con el encapuchado 2, observando con atención mientras esté les decía todo lo que observo. El líder del grupo frunció el ceño al ver la concentración y la intensidad del entrenamiento de los jóvenes.
— Encapuchado 4 — Esto no es bueno — dijo con lenguaje de señas mientras gira su cabeza hacia los otros — parecen estar aprendiendo a manejar el mana más rápido de lo que esperábamos — comunica con movimientos rápidos de manos mientras trata de idear una forma efectiva de arrebatarles el libro — Necesitamos actuar ahora — dice con movimientos de manos un poco más agresivas y precisas.
— Encapuchado 2 — ¿Qué sugieres? — preguntó mientras sigue observando a Edmundo y a sus amigos.
— Encapuchado 4 — avisémosle a los demás grupos — haciendo señas precisas — que algunos se encarguen de distraerlos mientras otros intentan apoderarse del libro — sigue comunicando mientras sigue analizando la situación y la importancia del libro — No podemos permitir que dominen por completo la magia — les dice haciendo señas con movimientos firmes y precisos
Los encapuchados asintieron, y el grupo se dividió rápidamente para informar del plan a los otros grupos, mientras que, Edmundo continuaba guiando a Isabel en su entrenamiento para que se le facilitará manipular el mana.
— Edmundo — estás haciendo un buen trabajo, cariño — dijo suavemente y con aprecio — sigue concentrada. Siente el mana fluir a través de ti, como un río de energía — le sigue diciendo con aprecio y está vez sonriendo por el buen ritmo que lleva.
— Isabel — asiente con la cabeza, sus labios se curvaron en una leve sonrisa al sentir la tenue fluctuación del mana mientras Fernando los observa con interés, aunque mantenía su expresión escéptica.
— Fernando — Esto es realmente extraño — murmuró con un tono un tanto molesto e incrédulo — pero si realmente nos da una ventaja, supongo que vale la pena intentarlo — menciona dejando de cruzar los brazos y tratando de infundir un poco de mana del ambiente en sus espadas
— José — estaba absorto en su propia práctica, intentando replicar los movimientos de un estilo de lucha para canalizar el mana del entorno en sus armas. Sentía la presión del tiempo y la amenaza constante de los encapuchados mientras reflexiona — no sabemos cuánto tiempo tenemos antes de que esos encapuchados hagan su movimiento — repitiendo este pensamiento hasta que lo dijo en voz baja con un tono preocupado y con un destello de miedo.
— Edmundo — asiente estando consciente del peligro que los rodeaba. Sabía que no solo estaban luchando por detener a la bestia, sino también por proteger el conocimiento del libro de aquellos que deseaban liberar a la bestia y sembrar el caos — No podemos fallar — se dijo con firmeza mientras aprieta un poco más sus manos — estamos luchando por algo mucho más grande que nosotros mismos. Debemos estar preparados para cualquier cosa — piensa mientras se prepara mentalmente para lo que pudiera pasar.
De repente, un crujido resonó en la oscuridad. Fernando se tensó, instintivamente y sostiene con más firmeza sus espadas.
— Fernando — ¿Oyeron eso? — preguntó con voz baja y un tono alerta.
Edmundo levantó una mano para silenciar a los demás, concentrándose en el oído, agudizándolo. Otro crujido, seguido de un murmullo apenas audible. Los encapuchados estaban cerca.
— Edmundo — Manténganse alertas — aviso a todos en una voz un poco seria y preocupada además de un poco elevada mientras suelta a Isabel y la ayuda a levantarse — no estamos solos — murmura cuando está más cerca de sus amigos y sostiene su arco en la mano izquierda mientras que con la derecha toma una flecha
Isabel — abre los ojos, su mirada se encontró con la de Edmundo. La preocupación se reflejaba en sus ojos, pero también una chispa de determinación — Estamos listos — dijo mientras desenvainaba su espada larga y la sostenía con dos manos — no dejaremos que nos tomen por sorpresa — menciono con convicción y seriedad.
La tensión era palpable mientras los amigos se preparaban para enfrentar lo desconocido. El aire estaba cargado de anticipación, y la selva parecía contener el aliento. Los encapuchados, ahora más cerca, se preparaban para atacar, conscientes de que la batalla por el control del mana y el libro estaba a punto de comenzar.
El líder de un pequeño grupo de encapuchados hizo una señal, avisándole a otro grupo para crear una distracción, creando la distracción a la derecha del campamento de Edmundo y sus amigos. Ramas se rompieron y hojas crujieron mientras los encapuchados avanzaban, con movimientos precisos y calculados.
— Fernando — ¡Ahí! — Exclamó con un poco de miedo mientras señala hacia la derecha — ¡Nos están rodeando! — exclama con temor y convicción.
Edmundo coloco una flecha y tenso la cuerda de su arco, preparándose para dispararla infundiéndola con mana. La tensión en el aire era casi tangible mientras los encapuchados se acercaban.
— Edmundo — ¡José, Fernando, cubran los flancos! ¡Isabel, quédate cerca y prepárate para aprender a usar algo de magia de manera práctica! — exclama con convicción y valentía.
Los amigos se movieron rápidamente, cada uno tomando una posición defensiva. Sabían que no podían permitir que los encapuchados les arrebataran el libro.
De repente, algunos de los encapuchados emergieron de la oscuridad, sus rostros ocultos con sus capuchas y pasamontañas que les cubrían desde la nariz hasta el cuello de color negro, sus movimientos eran rápidos y letales.
Los amigos de Edmundo tratan de seguirle el ritmo a los encapuchados pero apenas pueden bloquear algunos ataques, recibiendo algunos cortes.
— Fernando — ¡¡Ken!!, ¡¿Ya sé te ocurrió algo?! — exclama con algo de desesperación y miedo
— Encapuchado 7 — ¡No dejen que tengan un respiro, presiónenlos hasta que ya no puedan! — gritó, resonando entre los árboles con autoridad.
— Edmundo — empieza a infundir de mana otra flecha para dispararla, haciendo que la punta empezara a brillar con un leve tono celeste — cariño, ¿Te acuerdas cuando hiciste la esfera de mana? — pregunta apurado y con algo de preocupación mientras dispara la flecha, la cual encontró a su objetivo, derribando a uno de los encapuchados y sacando una daga para defenderse de los encapuchados cercanos.
— Isabel — si me acuerdo, ¿Por qué? — responde mientras se defiende con trabajo de los ataques con su espada larga y teniendo algunos cortes superficiales y otros un poco más profundos.
— Fernando — ¡Ken, no es momento de ser cariñoso y déjate de rodeos, con trabajo y nos mantenemos vivos! — exclama molesto y con varias heridas
— José — levanta su escudo tratando de cubrirse mientras intenta contratacar con su estoque sin lograr encestar un golpe y recibiendo algunos cortes superficiales — No es por presionarlos pero ¡necesitamos una contramedida! ¡¡Ya!! — exclama con angustia.
— Edmundo — ¡Ya sé!, Isabel, has lo mismo que hiciste para hacer la esfera pero en lugar de hacerlo con mana puro lo harás con algún elemento con el que te sientas cómoda — exclama y comenta apurado con un tono angustiado y presionado ya que no tienen tiempo de descansar.
— Isabel — ¿Cómo hago que la esfera tenga algún elemento? — pregunta mientras sigue bloqueando algunos ataques.
— Edmundo — solo imagina el elemento que quieres manifestar pero entre más inestable sea el elemento que quieras, más difícil será controlarlo — comenta con prisa y agitado mientras sigue tratando de defenderse tanto con arco como con sus dagas.
— José — ¡Dense prisa! — exclama mientras trata de bloquear la mayor cantidad de ataques, tanto los dirigidos hacia él, como los dirigidos hacia sus amigos, recibiendo algunos cortes más.
— Fernando — ¡Ken, ¡¿Cuánto tiempo tenemos que mantener la formación?! — gritó con voz firme, miedo y determinación.
— Edmundo — unos momentos más, no mucho — comento algo molesto, presionado, apurado y con miedo mientras deja de infundir mana en sus flechas y empieza a formar un círculo mágico, y dispara otra flecha mientras supervisa a sus amigos.
— Isabel — lo intentaré — comenta apurada mientras cambia de arma a sus dagas y trata de usar la tierra como proyectil mágico ya que es el elemento más estable.
— Fernando — ¡¿Ya o necesitan más tiempo?! — grita con exasperación porque ya llevan 2 minutos tratando de aguantar.
— Edmundo — ¡Ya casi termino! — grita con angustia y dolor mientras se cuelga el arco y saca su otra daga para defenderse mejor de cerca.
— Isabel — empieza a formar una esfera de tierra cerca de cada una de sus manos — ya esta, ¿Ahora qué Edmundo? — dice aguantando el dolor de los cortes y el cansancio.
— Edmundo — intenta arrojarlas y hacer una cortina de polvo — dice apurado, tratando de protegerla para que no se distraiga y no se lastime más al tratar de lanzar su hechizo.
— Encapuchado 12 — sus movimientos se están ralentizando, se están agotando — comenta frío y sereno — creo que es momento de que la otra parte intente arrebatarles el libro ya que ahora reaccionan más lento — suguiere de manera serena.
— Encapuchado 10 — eso funcionaría, avísale al grupo que aún está oculto para que intente arrebatarles el libro — comenta de forma fría y analítica.
— José — ¡¡Apúrense, no creo seguir aguantando mucho tiempo!! — grita cansado, frustrado, enojado y presionado
— Isabel — ¡y-ya voy! — grita mientras lanza las esferas de tierra hacia arriba mientras Edmundo se mueve y la protege lo mejor que puede mientras ella lo hace, las dos esferas de tierra chocan entre ellas, rompiéndose y haciendo que caiga una gran cantidad de polvo.
— Edmundo — ahora es mi turno de hacerles un truco — menciona con cansancio y respirando pesadamente mientras el polvo desciende — ¡¡Aegis domum, mana custodia!! — grita mientras completa el círculo mágico y se imagina un escudo en forma de domo, sacando el polvo del interior para ver y gastando mana durante el tiempo que esté activado.
— Encapuchado 6 — ¿Cuándo aprendieron magia intermedia? — pregunta molesta y un poco desorientada porque el espía no les había informado que ya sabían hacer esa magia.
— Fernando — respira rápida y pesadamente — ¡Creí que habías dicho que no necesitaría esfuerzo físico! — exclama molesto ya que no le gustaba hacer tanto trabajo.
Se empieza a escuchar muchas espadas tratando de romper el domo, haciendo que se necesite más mana para mantenerlo
— Edmundo — lo siento, me equivoqué pero no es momento de quejarte, no tenemos mucho tiempo para descansar — comenta preocupado y pensando en una forma de disminuir el consumo de mana ya que no duraría para descansar lo suficiente.
— Isabel — ¿Y si tra-tratamos de vo-volver al pueblo? — pregunta nerviosa y con preocupación — s-si volvemos te-tendrán que dete-tenerse — dice tartamudeando por la presión de la situación.
— Encapuchado 5 — ¡consuman todo el mana de su domo, rápido, antes de que el polvo nos impida ver! — exclama con firmeza y un poco preocupado.
— José — sería una buena idea sino fueran fanáticos de la religión — responde molesto y resignado
— Edmundo — tengo… una idea — comenta de manera pesada y entrecortado — aprovechemos… la cortina de polvo… y escapemos lo más… rápido que podamos… nos haré… "invisibles" por… unos segundos — dice pesadamente, entrecortado y en un tono serio, frío y casi imperceptible mente triste
— Isabel — e-eso suena me-mejor — dice mientras trata de respirar profundamente y calmarse.
— Encapuchado 7 — tenemos que darnos prisa, que el polvo está por — dice mientras da un golpe fuerte con sus cuchillas y Tose porque ya los cubrió la nube de polvo.
— Edmundo — a la cuenta de tres — dice mientras se empieza a quitar la bolsa donde tenía el libro antiguo y su cuaderno, sacando este último y lo guarda entre su ropa, mientras que sus amigos empiezan a prepararse — ¡tres! — se termina de quitar la bolsa mientras sus amigos se posicionan para correr y huir — ¡dos! — se acerca a Isabel y empieza a amarrar su mochila en la funda de la espada larga de Isabel mientras ellos se ponen en posición de carrera — ¡Uno! — termina de amarrar la bolsa, asegurándose de que no se caerá cuando corran y empieza a redirigir su mana hacia ellos para hacerlos "invisibles" y aprovechar la nube de polvo, haciendo que el domo se agriete por los ataques que recibe — ¡Ya! — dice mientras termina de quitar el mana del domo para hacerlos "invisibles" pero realmente se está quedando sin mana para mantener el domo, desintegrando se poco a poco, respirando agitada mente y se voltea hacia el lado contrario de dónde se dirigen sus amigos para darles la mayor cantidad de tiempo que pueda mientras empieza a usar el mana de sangre, siendo envuelto en un vapor carmesí, mejorando sus reflejos, fuerza, velocidad y resistencia.
Esta gastando 2 ml/s de sangre
— Encapuchado 9 — al fin… logramos… romper… el domo… — exclama mientras tose ocasionalmente.
— Edmundo — tengo que llamar la atención — se dice mientras empieza formar un círculo mágico gastando 20ml de sangre más — ¡Anima attractio! — grita para asegurarse de que el hechizo funcione bien, agitando el cuaderno, dirigiendo toda la atención de los encapuchados en el cuaderno debido al hechizo, mientras sigue corriendo entre los árboles, tratando de alejarlos los más posible de sus amigos y al mismo tiempo susurra — imago refractionis — gastando 10 ml de sangre para hacer que su cuaderno de apuntes se parezca al libro mágico, haciendo que gaste 4 ml/s para mantener los hechizos.
— Encapuchado 8 — ¡Ahí está, va con el libro! — grita para avisarle a todos para arrebatarle el libro.
Todos los encapuchados de la zona, incluyendo a los que estaban escondidos entre los arbustos sintieron una necesidad inexplicable de atrapar a Edmundo pero sin afectar a sus amigos que seguían corriendo para ocultarse entre la fauna anormalmente grande
— Encapuchado 20 — ¡Atáquenlo, atrápenlo y quítenle el libro! — le ordena a todos con una voz firme y fría.
En cuanto dijo eso, los encapuchados que estaban más cerca de el trataron de atacarlo, acertándole algunos cortes profundos en sus muslos y algunos superficiales en los brazos ya que Edmundo trataba de esquivar en lugar de bloquear.
Al mismo tiempo en el otro lado, con los amigos de Edmundo:
— José — al fin escapamos — dice mientras suspira y se esconde entre los helecho junto a los demás.
— Isabel — un momento — menciona mientras mira a su alrededor buscando a Edmundo pero encontrando la mochilita que él traía, agarrándola y sosteniéndola — ¡maldición!, ya se me hacía raro que hiciera eso.
— Fernando — ese hijo del demonio nos engaño — dice molesto por lo que hizo.
— Isabel — volveré por él — comenta con determinación y enojo ya que la engaño y no le gusta ser engañada.
— Fernando — no puedes — menciona resignado y molesto ya que no serían de gran ayuda — solo seríamos una carga — dice algo deprimido.
— Isabel — no se dieron cuenta que no éramos invisibles ¿Verdad? — cuestiona analizando lo sucedido después de calmarse un poco.
— José — ¡¿Qué?!, ¡no puede ser! — exclama sorprendido de que no los persiguieran al ser visibles.
— Fernando — ese loco debió haber hecho algo — comenta mientras se entristece y sonríe incómodamente.
— Isabel — hay que ir por él — dice al entender el porque Fernando se ponía así — conociéndolo planeo algo — menciona, dándose la vuelta y regresando a buscarlo.
— José — igual de obstinada que él — dice mientras la sigue con una pequeña sonrisa.
— Fernando — bueno, ya que — comenta resignado a lo decidido.
Volviendo con Edmundo:
— Encapuchado 10 — ya no puede aguantar más, hay que quitarle el libro lo más rápido posible — comenta algo molesto por tener que perseguirlo y al mismo tiempo sintiendo como si no fuera él mismo
— Edmundo — ¡Maldición!, me rindo, les daré el libro — dice con un tono adolorido, deteniéndose y recargándose en el tronco ya que ha estado huyendo por 5 minutos mientras que con su mano izquierda trata de hacer presión en su brazo derecho.
Los encapuchados lo rodean por completo para que ya no trate de escapar sin importarles que esté herido ya que saben que puede hacer magia intermedia.
— Edmundo — miren, aquí está el libro — comenta algo mareado por la perdida y consumo de sangre pero aún así haciendo un hechizo para incrementar su fuerza explosiva gastando 10 ml de sangre más, mientras agarra con firmeza el cuaderno disfrazado del libro — ¡ahí va! — grita mientras lanza el cuaderno con todas sus fuerzas para que llegue lo más lejos que pueda.
Los enmascarados persiguen el cuaderno ya que pensaban que era el libro antiguo, además de que le había puesto el hechizo de anima attractio.