—¿Sabes dónde puedo quedarme esta noche? Iré mañana a verificar lo de los bandidos —preguntó él.
Ella asintió.
—Si sales y sigues caminando, verás la Posada de Hamshire a tu derecha en un par de minutos. Deberían tener habitaciones disponibles —dijo ella.
Leo sonrió y luego salió del ayuntamiento. Inmediatamente perdió la sonrisa en cuanto salió del edificio. Caminó hacia la posada. Entró y vio a un anciano puliendo vasos en la barra. No había otro mostrador para registrarse en una habitación.
—¿Sabes dónde puedo encontrar una habitación? —preguntó.
El anciano miró a Leo y sonrió.
—¿Eres nuevo aquí? —preguntó el anciano.
Leo asintió.
—Tenemos una vacante para ti. Te registraré. ¿A qué has venido, por cierto? —preguntó el anciano.
—Soy un mercenario. Vine a lidiar con el problema de los bandidos que tiene este pueblo —dijo Leo.
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