Naida y Keijo estaban sorprendidos por toda la destrucción que veían. Sus ojos recorrieron la zona reducida a arena. No se veía rastro de la mansión en la que habían estado; sin lugar a dudas, había sido completamente eliminada. Todo lo que habían visto era difícil de creer y de explicar. Ellos no sabían cómo le iban a explicar todo lo sucedido a la familia real.
"¿Qué fue todo eso?", preguntó Naida. La confusión era evidente en su rostro.
"No estoy seguro, no sé en qué creer", comentó Keijo.
"¿Era esa niña realmente la princesa Lía, o era ese sujeto haciéndose pasar por ella?", preguntó Naida, confundida.
"Fui capaz de sentir el maná de esa persona, y sin lugar a dudas se trataba del maná característico de un elfo. En cuanto a su presencia, era exactamente igual a la de la princesa Lía. La magia ilusoria no puede imitar la presencia de una persona", dijo Keijo. Sabía que, sin lugar a dudas, se trataba de la princesa Lía, pero una parte de él se negaba a creerlo, ya que podría tratarse de un truco de aquel individuo. Era mucha casualidad que, justo después de desaparecer ese chico, apareciera la princesa Lía, casi como si hubieran intercambiado lugares.
"¿Entonces tratas de decir que en serio se trataba de la princesa?", preguntó Naida con preocupación en su voz. Después de todo, habían visto cómo la princesa se convirtió en una estatua y se quebró en pedazos hasta convertirse en cenizas. Si de verdad se trataba de la princesa Lía, entonces ellos habían fracasado en protegerla.
"Sí, es bastante probable que en realidad se tratase de ella."
Un silencio mortal había caído sobre ellos. No sabían cómo sentirse con respecto a la situación. Habían visto la manifestación de un poder que iba más allá de su propio conocimiento. Ellos sabían que, aunque hubieran intentado ayudar, no habrían sido de mucha utilidad; más que ser de utilidad, hubiesen sido un estorbo. Ellos fueron capaces de ver ese tremendo poder que parecía no tener igual. Los dos no mostraron signos de tristeza en el exterior, pero dentro de ellos muchas emociones estaban fluyendo, pero ninguno de los dos se atrevía a soltar una sola lágrima, ya que habían sido entrenados para no llorar y nunca mostrar sus emociones.
"¡Maldición!"
Naida gritó a todo pulmón mientras le daba un poderoso golpe al suelo. Ese golpe fue tan poderoso que levantó mucha arena de la zona y quebró parte del suelo. La rabia era evidente; ella fue incapaz de controlarla. Era la segunda vez que fracasaba de forma tan miserable. Se suponía que ella era una de las personas más poderosas de este reino, pero habían estado apareciendo sujetos muy fuertes que eran capaces de plantarle cara e incluso superarla. Ella estaba furiosa consigo misma por su propia debilidad, por su falta de fuerza.
"Naida, todo eso que ocurrió estaba fuera de nuestro control. No te culpes a ti misma. Recuerda que incluso yo no pude hacer nada."
"Sí, tienes toda la razón. Fuimos demasiado débiles, por eso no pudimos proteger a nadie."
Naida aún estaba dolida y enojada por dentro. Ella creía fervientemente que la culpa había sido de ellos; después de todo, no tuvieron el poder necesario. Después de un rato se calmó y pudo pensar con claridad las cosas, tenían que irse rápidamente del lugar en el que se encontraban; después de todo, ya se había convertido en un lugar inhóspito. La única razón por la que no se habían muerto aún se debía a que ellos tenían un gran control sobre su maná, pero solo era cuestión de tiempo para que el denso maná de la atmósfera los superara, ya que la calidad del maná en la atmósfera era varias veces superior al maná interno que ellos poseían. Naida dio la orden:
"Vamos, debemos ir a dar la cara por nuestro fracaso."
"Entendido."
Con eso dicho, ambos salieron corriendo a toda velocidad de la zona en la que se encontraban. No pudieron utilizar ninguna clase de hechizo en esa zona debido a la inmensa energía que parecía interrumpir cualquier clase de poder que intentara crear un fenómeno. El ambiente ya se había vuelto mortal para la mayoría de los seres vivos. Mientras corrían, Naida y Keijo pudieron darse cuenta de la enorme devastación que habían causado. Nada había salido ileso de esa fuerte colisión; toda el área fue reducida a arena. Ya no se podían ver los hermosos árboles que rodeaban a la mansión; las casas de los sirvientes que vivían cerca fueron destruidas; no se podía ver ni un solo pedazo de mármol; incluso las casas que estaban construidas en madera fueron completamente reducidas a nada. Pudieron sentir el calor que había en la zona; estaba más que claro que este fenómeno fue causado por el exceso de maná que había soltado su señora y aquella extraña voz.
"Keijo, espero estar equivocada, pero aquella extraña voz parecía estar diciendo la verdad." Naida se estaba dando cuenta de que esa extraña energía se había extendido demasiado y su intensidad no había bajado en lo absoluto.
[Guarida de la bestia divina]
11 de la noche. Dentro de un bosque en el que era difícil diferenciar si era de día o de noche, toda la zona estaba cubierta con orbes de luz que iluminaban todo. En el centro de este gran lugar se podía ver a una gran bestia gigante; era extremadamente colosal. A pesar de estar sentada, fácilmente medía más de 25 metros de altura. Se trataba de una criatura única. Esta criatura estaba mirando a las personas que habían invadido su territorio; las estaba escaneando de pies a cabeza. Ellos se habían estado quedando en este lugar ya que necesitaban protección, y cierta niña no paraba de mirarla, a pesar de tenerle miedo. De vez en cuando la miraba por el rabillo del ojo. Habló la bestia:
"Oye, niñita, si tienes algo que decir, dímelo mirándome a los ojos. ¿Por qué apartas la vista cada vez que hago contacto visual contigo?"
Preguntó la gran bestia. Su voz resonaba con cada palabra que salía de su boca; era normal que esto ocurriera, después de todo, se trataba de una criatura colosal. Contrario a las expectativas de la bestia, quien le contestó la pregunta que había hecho no fue la niña; su abuelo había intervenido:
"Discúlpela, señora Fanaryss, mi nieta es una niña muy tímida; se le hace difícil hacer contacto visual con personas desconocidas."
"Si es como dices, entonces que no me mire. ¡Qué niña tan extraña! Sin lugar a dudas, la criaron de una manera muy rara", exclamó la bestia.
"No creo que solo se trate de ella; lo que pasa es que su figura es muy imponente; a cualquiera se le haría difícil no mirarla."
"Basta de halagos sin sentido; no ganarán nada diciéndome esas palabras."
"No lo decía con esas intenciones."
Varias horas habían pasado desde que habían llegado. La bestia divina los invitó a pasar; pudieron adentrarse dentro del bosque y conocer su verdadera forma. Angrod, Maedhros, Eryn e Idril ya conocían a la bestia divina y sabían cómo se veía, pero Lía, por el contrario, era la primera vez que veía a semejante cosa. Solo bastó una mirada de la pequeña niña a aquella bestia colosal para hacerse en los pantalones; fue casi instantánea la reacción; el miedo era evidente. Esas acciones causaron que la gran bestia se ofendiera y se molestara en el mismo instante en que ocurrió, pero después de varias horas de esfuerzo, Angrod había logrado calmarla. Le había dicho que eso era normal en los niños de esta generación. Por supuesto, él sabía que lo que no era normal era Fanaryss; ¿cómo carajos se podía volver tan grande una bestia? Ella les había hecho unos muebles para que se sentaran, ya que ella, al ser una bestia, no requería de tales cosas; lo había pasado por alto al principio. Ella podía controlar la naturaleza circundante y fácilmente utilizó las flores para hacer muebles que eran extremadamente cómodos e hizo que los utilizara la familia real. De esta forma pasaron las horas. La familia real no tenía ningún tipo de contacto con el exterior, ya que en este lugar todo el maná estaba bajo el control de Fanaryss y les era imposible enviar o recibir cualquier tipo de mensaje por medio de sus artefactos; incluso sus anillos dimensionales se vieron afectados. El silencio que por lo general reinaba en la zona fue roto por la misma persona que había exigido silencio, o más bien por la misma bestia:
"¿A qué clase de maniáticos se les ocurre soltar dos autoridades con esa cantidad insana de maná?", preguntó Fanaryss mientras levantaba su cabeza y miraba hacia el cielo. Algo parecía estar perturbando su poder.
"¿Qué quiere decir con eso?", preguntó Angrod con cautela.
"Alguien chocó dos autoridades, pero usaron demasiado poder, y ahora hay un exceso de maná en la atmósfera."
"Con 'autoridad' se refiere a...", Angrod no logró terminar su pregunta.
"No me digas que ni siquiera sabes lo que es una autoridad."
"Sé lo que es una autoridad; he leído muchos textos antiguos de la familia real que relatan lo que es, pero nunca he visto tal cosa. Había pensado que se trataba de solo una leyenda, que era algo que nadie podía alcanzar."
"Supongo que no puedo culparte por no saber sobre eso; después de todo, quienes son capaces de usar esas cosas se pueden contar con los dedos de las manos. Pero permíteme aclararte una cosa: las autoridades existen. Sin lugar a dudas, son el final de la magia, o debería decir que es el grado más puro de la magia", dijo Fanaryss con una expresión que parecía casi solemne.
"Entonces, fuera de este lugar se tienen que estar librando grandes batallas", exclamó Angrod.
"Sí, pero ya acabó. La lucha terminó hace tiempo; la energía de esos dos seres se desvaneció. Debo admitir que tenían grandes poderes, aunque fue solo por un instante. Pude sentir el poder de un elfo."
Al escuchar esa declaración, la familia real de inmediato agudizó sus oídos y se sorprendió; pensaron que habían escuchado mal lo que la bestia divina les había dicho. Intervino Idril:
"¿Qué quiere decir con 'un elfo'?"
"Tal como lo he dicho, pude sentir la energía de un elfo. Se trataba de la energía característica que todos ustedes desprenden sin darse cuenta. Debo admitir que ese elfo tiene muchísimo maná; casi era comparable al mío. Sin lugar a dudas, entre sus filas tienen a alguien capaz de utilizar una autoridad." Fanaryss estaba completamente segura de lo que estaba diciendo; había sentido dos energías colosales chocar en la distancia; no les había prestado atención y los había dejado ser, pero ahora que la energía de esos dos se había dispersado, era difícil ignorar tal energía; después de todo, esa energía estaba sofocando la atmósfera y haciendo cambios en ella que resultarían en que no podrían vivir más en esas tierras; incluso esta zona boscosa que utilizaba como su guarida, poco a poco estaba siendo atacada por esa energía.
"Tal vez Naida o Keijo usaron la 'manifestación' para eliminar a los enemigos", comentó Idril.
"No, eso que fue utilizado sin lugar a dudas fue una autoridad, o más bien fueron dos autoridades; las hicieron colisionar a propósito, causando que estas filtraran la energía que no podían contener hacia afuera. Si se tratase de una manifestación, me habría dado cuenta. Además, esas cosas son energía pura de la misma naturaleza y no dañarían gravemente a la misma", respondió Fanaryss a Idril. Mientras decía esas palabras, la bestia divina notó ciertos cambios en su zona; una sonrisa se dibujó en su rostro mientras hablaba:
"Parece que esta guarida ya no es un lugar oculto; esa maldita energía está ocasionando que sea fácil encontrarnos", dijo Fanaryss con voz divertida y unos ojos juguetones.
"¿Qué quiere decir con eso?", preguntó Angrod con preocupación.
"Alguien ha invadido mi territorio."