Las palabras que había soltado Fanaryss habían caído como un balde de agua fría en la cabeza de todos. La confusión era evidente, ya que ellos sabían que nadie, en su sano juicio, entraría por su propia voluntad en el territorio de la bestia divina.
"Interesante. Parece ser que alguien fuerte entró, rompió la barrera externa que había colocado y parece que no le tomó nada de tiempo hacerlo. Sin lugar a dudas, es una existencia superior", dijo Fanaryss. Ella no lo decía, pero estaba de muy buen humor; después de todo, alguien poderoso había entrado en su morada por su propia voluntad. Estaba deseosa de una lucha; llevaba mucho tiempo esperando a alguien digno para ella. Esta intrusión era una bendición caída del cielo.
Cada palabra que salía de la boca de la bestia divina ponía nerviosos a los miembros de la familia real que escuchaban atentamente. Era normal que estuvieran preocupados; después de todo, si este lugar dejaba de ser seguro, no podrían encontrar otro lugar, además de este, que fuera lo suficientemente seguro.
"¿Se trata de un enemigo o de un aliado?", preguntó Angrod con preocupación en su voz.
"No lo sé, pero pronto lo descubriremos", respondió Fanaryss. Por lo general, tenía una visión amplia; era capaz de ver a cualquier persona que entrara en contacto con su maná, pero en este caso era incapaz de ver claramente a la persona en cuestión. Parecía estar ocultándose; estaba más que claro que la habilidad del intruso era excelente. El intruso no tardó mucho en mostrarse; se podía escuchar el crujido de la hierba mientras ese individuo caminaba a paso lento. Fanaryss miró a cierta sección del bosque en el que se encontraba y, al mismo tiempo, todos los miembros de la familia real siguieron su línea de visión. Lo que vieron los dejó sin palabras: la figura que había aparecido era la de un hombre alto, de cabello dorado y ojos dorados que parecían brillar. Pero eso no fue todo; en el mismo instante en que todos vieron la figura del hombre, casi de inmediato todos se arrodillaron. El único individuo que permaneció sin arrodillarse fue la bestia divina. Angrod, Maedhros, Eryn, Idril y Lia habían caído de rodillas en contra de su voluntad; sus cuerpos no les respondían. El miedo ya se había apoderado de cada nervio en su cuerpo; estaban sudando profusamente y temblaban de forma incontrolable. Estaba más que claro que todo esto se debía a esa figura que había aparecido. Cuando esa figura terminó de salir del bosque y mostró completamente su figura, Angrod supo de inmediato lo que era ese individuo.
"Saludos", dijo el ser que acababa de llegar. Él había soltado un saludo a todas las personas presentes. La voz de ese individuo provocó aún más miedo en los presentes que se encontraban de rodillas; no se podía sentir ni una pizca de emociones en sus palabras. Su rostro solo mostraba indiferencia. Ese individuo escaneó a todos los elfos que se encontraban arrodillados y luego habló:
"Mis más sinceras disculpas, no es mi intención hacer esto. Por más que reprimo mi presencia, pasa esto". El individuo que había llegado se estaba disculpando; parecía no ser su intención el hacer que se arrodillaran.
"Pero no se preocupen, no estaré por mucho tiempo en este lugar. Solo he venido a hacer unas cuantas preguntas y me iré de inmediato, una vez que sean resueltas mis dudas", declaró el individuo que acababa de llegar. Por desgracia, la familia real no pudo contestar a esa declaración, ya que sus cuerpos no podían ni siquiera soltar palabras adecuadamente. Si hubiesen intentado hablar, se habrían mordido la lengua.
Fanaryss había estado mirando a la criatura que había aparecido. Ella sabía exactamente lo que era; no necesitaba preguntarle sobre su raza. Estaba más que claro que no se trataba de un humano. Ella había estado esperando desde hacía mucho tiempo un oponente digno; ella no iba a dejar pasar esta oportunidad de luchar, así que declaró… Su rostro mostraba una cara de diversión; a pesar de tener la cara de un lobo, se podían ver sus dientes enormes. Estaba más que claro que estaba esbozando una sonrisa y sus ojos parecían brillar por su emoción contenida.
"¿Se podría saber cuáles son esas preguntas?", Fanaryss finalmente había hablado. Su voz se había vuelto más imponente de lo que ya era y su presencia, que normalmente se encontraba reprimida, estaba liberándose poco a poco. Sus ganas de luchar estaban saliendo poco a poco a la luz. Esto no pasó desapercibido por aquel individuo.
"Me disculpo por haber roto tu barrera, pero déjame aclararte una cosa: no he venido a luchar. Así que deja tus intenciones de lucha a un lado. El motivo de mi visita se debe a que he venido a investigar ciertos fenómenos que han estado ocurriendo en este reino".
"Los asuntos de este reino no son de tu incumbencia", declaró Fanaryss con confianza y en un tono arrogante. Sus intenciones eran provocarlo; ella quería que él perdiera el control.
"Todo lo que tiene que ver con el equilibrio es de mi incumbencia", declaró aquella figura que había aparecido. Su voz seguía siendo igual de indiferente; sus ojos de color dorado estaban firmemente clavados en la gran bestia. No se podía ver ni un rastro de temor en ellos; de hecho, parecía estar mirando hacia abajo a la gran bestia divina. Era como si supiera que podría matarla en el momento en que lo quisiera.
"No me importa, quiero que te largues de este lugar y no vuelvas a colocar un pie en este reino. Cualquier desequilibrio que se forme será tratado por las personas de este reino; nadie ha pedido tu ayuda". Fanaryss supo de inmediato que ese ser sabía que se había formado un desequilibrio, no solo a nivel atmosférico.
Al escuchar las palabras irrespetuosas de la bestia divina, el individuo frunció el ceño; ya se estaba empezando a molestar. Por lo general, era paciente con las demás criaturas y siempre había llegado a un entendimiento, pero esta era la primera vez que una criatura de la naturaleza se atrevía a ir en su contra. Él ya había notado que esa bestia lo estaba provocando a propósito y estaba buscando pelea.
"Es bastante extraño que me estés provocando a propósito. Había escuchado que te habías estado escondiendo desde hace siglos; los rumores decían de que habías sido herida de gravedad y que te estabas recuperando, pero viéndote en persona sé que no es esa la verdadera razón. Ya has alcanzado un nivel casi divino; solo con sentir tu presencia y ver ligeramente tu aura puedo decir que la razón por la que te escondes se debe a que no se te permite caminar sobre esta tierra; el mundo te considera una amenaza. La única razón por la que no has sido aniquilada aún se debe a que te has mantenido dentro de esta autoridad en decadencia", declaró el sujeto. Él supo de inmediato que toda esta zona en la que se encontraban era una especie de autoridad que tenía como propósito esconder algo que debía ser destruido.
"¿Y qué importa si el mundo me considera una amenaza?", dijo Fanaryss con confianza. Ella no lo mostró en su rostro, pero estaba extremadamente sorprendida por lo agudo que era ese individuo. Sin lugar a dudas, no era un don nadie.
"Es extraño. Algo está ocurriendo en este lugar. Se supone que las bestias que se convirtieron en bestias inteligentes siempre intentarán proteger y seguir la voluntad del mundo, pero mírate, pareces querer ir en contra de la voluntad del mundo. Eres una existencia que debe ser erradicada". Su voz se volvió aún más fría. Esto provocó un cambio en la atmósfera de forma sutil. Al notar que el sujeto en cuestión ya había decidido luchar, la bestia divina por fin se levantó. Con cada movimiento que hacía la bestia divina para levantarse, la zona temblaba. Estaba más que claro que el peso de la bestia era descomunal. La sombra de la bestia divina cubría a todos los presentes. Cuando terminó de levantarse, de inmediato declaró:
"¡Ya era hora de que te animaras a luchar! Eres un tipo bastante extraño. Por lo general, si se tratase de otro dragón, sé que ya me habrían atacado hace mucho. Seguro que eres muy orgulloso", Fanaryss se burló.
Ahora que los dos se encontraban uno frente al otro, habían comenzado a escanearse el uno al otro. Estaba más que claro que iban a iniciar una confrontación, o más bien una lucha a muerte, en la que el más fuerte saldría vivo y el más débil daría su vida. Pero justo cuando ambos se disponían a hacer sus movimientos, pudieron escuchar un sonido de pisadas que provenían de los árboles cercanos y, con ese sonido, vino una sed de sangre que hizo que la persona que había invadido y se suponía que era un dragón girara rápidamente en su dirección. No solo él, incluso la bestia divina clavó su mirada en esa dirección. Ninguno de esos dos grandes seres había sentido la presencia de ese ser que se ocultaba entre los árboles hasta que escucharon los pasos de ese ser, que vinieron acompañados con una poderosa sed de sangre, que hizo que tanto el dragón como la bestia divina se pusieran serios de inmediato y detuvieran la pelea que estaban a punto de iniciar. Pronto se escuchó una voz; se trataba de la voz de un niño cuya edad no alcanzaba ni siquiera los 10 años.
"Buenas noches. Disculpen mi intromisión; no quería entrar en este lugar de esta forma, pero sentí dos grandes energías en esta zona y me dio curiosidad, así que vine a investigar un poco. ¿Qué les parece si dejan que me una a su pelea?", declaró la figura que aún se encontraba oculta. Parecía estar invisible; nadie podía ver su verdadera apariencia, pero la familia real reconoció la voz y supieron de inmediato a quién pertenecía. Pero, por desgracia, no pudieron ni siquiera mirarlo, ya que se encontraban todos mirando hacia el suelo y arrodillados, incapaces de reunir la fuerza suficiente para levantarse. Esto fue rápidamente notado por aquella existencia que permanecía invisible ante todos. Esto pareció no ser del agrado de ese ser, así que decidió susurrar unas palabras que fueron apenas audibles y que nadie pudo escuchar:
"Mundo del mentiroso".
Una vez que esa existencia, que permanecía invisible, dijo esas palabras, como respondiendo a su voluntad, el mundo alrededor de todos los presentes cambió instantáneamente. Todos fueron trasladados a un mundo que parecía haber sido pintado de blanco: el cielo era blanco, el suelo era blanco, todo era blanco en este lugar. La bestia divina de inmediato supo que se trataba de una autoridad que había sido activada, y el dragón también había notado que el ser que se ocultaba no era un don nadie. El ser permaneció oculto incluso ahora:
"Angrod, Maedhros, Eryn, Idril y Lia tienen mi permiso; pueden moverse".
Cuando la existencia invisible dijo esas palabras, la presión que estaba siendo generada por el dragón fue rápidamente suprimida; ya no se podía sentir ni una pizca de presión en la zona. Rápidamente, la familia real recobró fuerzas suficientes y, uno a uno, se fueron colocando de pie. La única que no logró colocarse de pie fue Lia; sus piernas no le respondían y un líquido parecía fluir de entre sus piernas. Pronto, su madre la tomó entre sus brazos y la ayudó a levantarse. Aunque la presión de aquel ser había desaparecido, sus cuerpos aún recordaban vívidamente el miedo. Angrod fue el primero en recuperarse y en hablar:
"Parece que armaste un gran alboroto ahí afuera". Él había intentado formar una sonrisa en su rostro, pero no pudo; su cuerpo aún se encontraba entumecido.
"Más tarde hablaremos sobre eso, Angrod. Pero respóndeme una cosa: ¿cuál es el enemigo de la niña elfo? ¿Aquel sujeto de cabello dorado o esa bestia gigante?".
Angrod supo de inmediato por qué estaba preguntando sobre quién era el enemigo de la niña elfo. No solo él se dio cuenta; Maedhros, Eryn e Idril también se dieron cuenta y un escalofrío les estaba recorriendo la espalda; un miedo diferente los había invadido, a pesar de que en la zona ya no había un aura presionándolos.
"Ese gran lobo gigante, es la bestia divina; ella es la que se ha estado encargando de la protección de la familia real en tiempos difíciles; en pocas palabras, es un aliado. Y en cuanto a la otra persona que tiene el cabello dorado, es un dragón que parece tener como objetivo averiguar sobre el incidente en el que chocaron dos autoridades. Nos vimos envueltos en esta situación debido a que la bestia divina se negó a responder sus preguntas", respondió Angrod.
"Entiendo", le respondió la figura invisible. Él había guardado silencio; parecía estar contemplando las cosas. Mientras contemplaba las cosas, aquel dragón de cabello dorado habló:
"¿Quién eres?", preguntó el dragón, que no paraba de mirar fijamente hacia cierto lugar. Parecía ser capaz de percibir vagamente a la existencia que intentaba ocultarse; él sabía que su control sobre el maná había sido completamente interrumpido; apenas y podía utilizar habilidades mágicas.
"Tú no necesitas saber eso. Vamos a hacer las cosas un poco más sencillas. Verás, he estado luchando desde muy temprano; llevo varias horas luchando y matando a bastardos que han estado viniendo a molestar a la niña elfo; por lo que veo, tú también la molestaste. Pero estás de suerte; ya estoy cansado de matar personas, así que te dejaré ir vivo de este lugar si te vas tranquilamente", declaró la figura invisible. Cada una de las palabras que había dicho, sin lugar a dudas, serían cumplidas.
"O puedes quedarte y perecer bajo mi mano. Supongo que ya te diste cuenta de que no puedes luchar en igualdad de condiciones contra mí".
La figura invisible ya estaba declarando su victoria; confiaba plenamente en su poder y que no sería superado por esa existencia que tenía frente a él. La figura invisible sabía que solo había un camino para ese ser y era la muerte si se oponía a su voluntad.