El día transcurrió, y Clara se dedicó a cumplir con algunas de las responsabilidades que se esperaban de ella dentro del Castillo de Cordon. Es cierto que no había visto a Gilas ni siquiera después de haber almorzado, pero estaba segura de que él simplemente estaba demasiado ocupado para ir a verla en ese momento. Y además, hasta ella misma parecía estar bastante cansada con todo el trabajo que de repente se le había encomendado.
Después de todo, ella alguna vez había sido una Alfa. Además del hecho de que también había sido una inquilina habitual en el castillo, y sabía más que suficiente sobre cómo funcionaban las cosas allí en términos de burocracia.
—Esto está mal —suspiró Clara.
El sirviente frente a ella parpadeó. —¿Lo está? Pero el escribano que me dio esto dijo que estaría bien.
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