Historia original. (Bueno escrita por mi, porque muy original no creo que sea. ¡Ja!) Esta historia trata sobre dos personas que llevan el temor a enamorarse hasta los limites, mientras son puestos dentro de una compentecia para ganar una gran fortuna. En ese lugar terminarán siendo el adversario de sus propias emociones.
Ese día en que el viento mecía las ramas de los frondosos árboles sobre el extenso terreno de la casa Zehren, los ojos oscuros de Delilah se perdieron en un melancólico y silencioso vacío, a pesar de haber logrado ignorar sus alrededores y de la presión que pudiera experimentar estando en un lugar donde el futuro se percibía incierto. Aun así, se distraía fácilmente con lo desconocido. La mansión regularmente silenciosa se encontraba en completo desorden, tras haber finalizado una ceremonia qué ganó la curiosidad de la alta nobleza, aun cuando estos no suelen mirar los asuntos inferiores.
Delilah no pertenecía a ninguna clase o rango privilegiado, eso era algo que tenía claro, y la responsabilidad de comportarse adecuadamente tan solo porque la ilustre sociedad estaba mirando le sofocaba visiblemente. Con certeza a nadie le importaba lo que ocurriese con una joven ordinaria que había fungido el papel de hija ilegítima en una casa de barones, pero lanzaban críticas que envenenaban incluso el aire que se respiraba.
En cuanto se le ofreció conocer la que sería su habitación a partir de ese momento, Delilah fue la primera entre los 5 candidatos en salir de la sala principal, quiso escapar de los ojos nobles y se aisló en el dormitorio donde tan solo había una persona encargada de organizar sus insulsas pertenencias; porque hasta para una dama de servicio resultaba lamentable ser el poseedor de tan solo un par de vestidos y un cepillo de peinar.
Esta era la mansión de la marquesa Lathasha Zehren, la mujer con la fortuna más grande en un árbol familiar qué se había contaminado con numerosos hijos emparentados dentro de la extensa nobleza. Considerada joven en la aristocracia y la corte, a sus 35 años, Lathasha heredó una gran fortuna tras la muerte de sus padres y como un acto inmaduro para la refinada sociedad, estaba organizando una reunión familiar para elegir entre 5 candidatos, a un heredero dentro de las familias más cercanas. La mujer extravagante que no estaba interesada en concretar un matrimonio como lo haría la mayoría, fue severamente criticada, pero al mismo tiempo, la posibilidad de heredar una gran fortuna de la nada, era demasiado tentadora para aquellas familias que resultaron elegidas.
Delilah creció bajo la prestigiosa familia de los barones Astraea, era bien sabida su ilegitimidad, y aun cuando esta familia tenía hijos legítimos, Lathasha fue clara al escribir su nombre en el decreto que recibió el barón de Astraea, por supuesto que, esto era inconcebible, pero la jovencita que se había vuelto una sombra a pesar de su buen comportamiento, sería fácilmente entregada a cambio de una gran indemnización si es que ocurriese un suceso tan extra ordinario y milagroso que la volviera ganadora, pues para la baronesa, su elección resultaba la más absurda de las bromas, aun si no podía reírse abiertamente, cuando miraba a los otros 4 candidatos que fueron elegidos, sabía que quitarse a Delilah de encima durante un buen tiempo, sería su única ganancia.
Resultaba ser, además, que la baronesa no era la única en encontrar irracional la presencia de su "hija" ilegitima en el círculo de candidatos. En un principio Delilah se rehusó a ser puesta en el mismo sitio que los diligentes y nobles descendientes con quienes coexistiría a partir de ese día, pero los deseos de una dama como Lathasha tenían el poder de someter a una familia con un prestigio tan lamentable.
Los elegidos eran jóvenes discretos, con ambiciones misteriosas y personalidades sobresalientes, ninguna más remarcada que la de la joven Reines, quien desde el primer día pareció la más adecuada para ganar la herencia. La familia Reines se atrevía a declarar que Lucrecia estaba un paso por delante de los demás, era una mujer diestra en la política, única a pesar de su expresión dura, no se podía negar su delicadeza, era una verdadera dama de la alta sociedad. Tenía tantas virtudes aún si los vizcondes no creían sus propias palabras mientras presumían sobre la hija a la que comúnmente menospreciaban. El caso de los otros 3 candidatos no era tan diferente, las casas de las que provenían no resultarían afectadas por su elección y mucho menos por su ausencia.
Tomar estrictas lecciones y responsabilizarse de asuntos nobles junto a la descendencia de la corona era demasiado difícil de aceptar para una chica que apenas conocía los límites de la baronía Astraea.
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