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Un delicado balance 1.20

-Tengo todo- dijo Viggo, con su aljaba con una cuerda cruzada al pecho, el arco colgado sobre su hombro derecho y el hacha en su mano izquierda. Miró a Atreus, Faye y Kratos que estaban parados frente a él y de espaldas a la puerta de la casa de madera oscura. El día estaba despejado y se escuchaban los pájaros cantar a lo lejos.

-No te relajes, niño- dijo Kratos -si lo haces puede ser el fin-

-Ya lo sé: siempre debo esperar lo peor. No suponer nada. Y siempre anticipar un ataque-

Kratos soltó un gruñido y asintió en un gesto suave, con una mirada atenta y severa. Viggo hizo una pequeña sonrisa y después miró a Atreus, parado por delante de Faye. Tenía los ojos rojos en una expresión a punto de llorar. Por otro lado, Faye estaba parada detrás de él, con las manos puestas sobre los hombros de Atreus a modo de consuelo.

-Me voy Atreus, pero volveré con muchos regalos- dijo Viggo con una pequeña sonrisa

Atreus asintió en un gesto firme y se quedó de pie, mirando.

Viggo miró a Faye, la mujer que pudo derretir el corazón del terrible guerrero que era su maestro. Una mujer misteriosa, que ayudaba a otros, pero que a su vez ocultaba muchos secretos. Para empezar, hace poco Viggo se enteró que el hacha que maneja su maestro, en un principio pertenecía a Faye.

-Me voy tía- dijo Viggo

-Cuídate Viggo y como dijo mi marido, no te relajes- dijo Faye -solo la perseverancia te dará la victoria que buscas-

-Lo sé, aunque este con mi familia seguiré entrenando-

Faye asintió y le regalo una pequeña sonrisa.

-Bien- dijo el viejo Xiao, apareciendo desde la nada como si fuera un espejismo hasta materializarse -espero que estés listo-

-Lo estoy, vamos- dijo Viggo

El viejo Xiao miró a Kratos, esté asintió y el viejo también asintió en señal de entendimiento. Después miró a Faye y Atreus, hizo una sonrisa divertida y levanto su mano derecha para despedirse. Después la llevo al hombro izquierdo de Viggo y desaparecieron.

-o-

Al instante siguiente, Viggo vio una extensa pradera cubierta de pastizales hasta la gran muralla que rodeaba la ciudad de Orario. El cielo estaba despejado y el viento soplaba meciendo los largos pastizales. Al mismo tiempo, el cabello rojo de Viggo fue peinado hacia atrás por las fuertes corrientes de aire.

-¿Estamos en casa?- pregunto Viggo

-Sí, estamos a las afueras de Orario- dijo el viejo Xiao, apunto con su mano derecha a una larga fila de carruajes y carretones. Todas se dirigían hacia la entrada de la ciudad, conformada por un gran arco y una reja que en estos momentos estaba elevada. Si la mirabas de lejos, parecía una gran boca con los dientes afilados. Xiao continuo -esa es la entrada-

Viggo comenzó a caminar por su cuenta con una expresión que solo podía ser anticipación. Sin embargo, el viejo Xiao le puso la mano en el hombro y lo detuvo. Viggo se dio la vuelta y lo miró con severidad.

El viejo Xiao soltó un suspiro al ver esa expresión malhumorada y dijo -Viggo, como consejo, te diré que trates de aprender lo bueno y desechar lo malo-

Viggo miró hacia un lado pensando en las palabras, soltó un gruñido y de nuevo lo miró a los ojos -no sé a qué te refieres- dijo en un tono estricto

Xiao soltó un suspiro y negó con la cabeza -lo que sea- dijo -ahora escúchame. Vendré en un mes por ti. Te llevaré al lugar de la prueba y una vez que estés ahí, tendrás que enfrentar por tus propios medios lo que este por delante-

-Lo sé, abuelo- dijo Viggo en un tono firme -llevo todo un año entrenando para esto-

-Todavía no estas listo, así que no te confíes-

-Lo sé, mi maestro me lo recuerda todos los días-

-Entonces no te vayas por la borda solo porque sientes que eres más fuerte ¿Qué te dijo Kratos?-

Viggo tomo el hacha en su mano izquierda y le elevo al cielo azul. Miró el cuerpo completo, desde el pomo hasta la cabeza del hacha. Asintió como llegando a un acuerdo y dijo -que la fuerza de toda arma proviene del corazón, pero que se templa con la mente y solo la disciplina nos puede dar la victoria-

-Así es, así que persevera, mantente vigilante y siempre atento a tus instintos. En estos momentos son tu mejor arma-

-Sí, abuelo, muchas gracias- respondió Viggo en un tono amable. Bajo el hacha y miró al anciano de facciones asiáticas y apariencia amable.

-Sería bueno que todo el tiempo fueras así, es más agradable-

Viggo negó con una sonrisa y comenzó a caminar por delante, sin despedirse, ni decir a donde iba, como muchas veces hacia su maestro. El viejo Xiao quedo mirando como avanzaba por los pastizales mientras el viento le desordenaba el cabello. En estos momentos, con el aspecto delgado y juvenil, parecía un fosforo ardiendo. Sin embargo, el viejo Xiao espera que se convierta en una poderosa montaña de fuego.

Viggo siguió caminando a través de los pastizales, acercándose poco a poco a la gran caravana en la entrada de la ciudad amurallada. En la fila se podían contar con facilidad 10 carrozas de madera oscura y molduras doradas. Además de cuarenta humildes carretas. Muchos nobles de otras tierras venían a visitar la ciudad de los dioses. Por otro lado, los pueblerinos venían a probar suerte. Orario es un lugar en el que puedes prosperar si tienes el suficiente valor.

Viggo escuchaba el rose de sus pies con el pasto a medida que se acercaba a la caravana. También podía escuchar a la gente conversando y otros discutiendo. Todos estaban malhumorados por el lento avance. Una vez que llego a la carretera, Viggo camino por una carretera adoquinada. Paso mirando los grandes caballos negros que tiraban de una lujosa carroza con ventanas de vidrio, madera oscura y bordes dorados. Los caballos tenían el cabello corto, negro como la noche y brillante. La crin estaba cortado y amarrado en pequeños moños a lo largo de la parte posterior del cuello.

-¡Hey, tú! Mantente alejado de los caballos, los vas a ensuciar- dijo el cochero del elegante carruaje. Estaba sentado en el asiento delantero, vistiendo una ropa fina y limpia, mientras señalaba a Viggo con un látigo.

-Ni siquiera lo he tocado- dijo Viggo con desdén, paso por delante de los caballos, mirando los ojos grandes y tranquilos. Cruzo la caravana en horizontal y dejo atrás al caballo.

-Bárbaros- mascullo el cochero al verlo alejarse

Ese comentario llamo la atención de Viggo y se miró el cuerpo. Llevaba ropa hecha de piel de animales. Asintió, ya que estaba sintiendo mucho calor y desconocía el porqué. Se sacó la chaqueta de cuero y camino con el torso desnudo. Después avanzó por al lado de los carruajes hasta llegar a la entrada para las personas que avanzaban a pie. Esta solo tenía el ancho de una puerta normal, avanzabas por un túnel debajo de la muralla y llegabas frente a un grupo de guardias.

La fila era de 20 personas, así que Viggo se puso a la fila y espero. Al mismo tiempo, se dedicó a mirar los hermosos carruajes, el cielo azul y la gran muralla. Se sentía como en un sueño, pero era verdad, estaba de vuelta en su casa.

Media hora más tarde, por fin llegó el turno de Viggo. Paso por el túnel, debajo de la gran muralla de la ciudad y avanzó hasta el interior, en donde lo esperaban una mujer sentada en un escritorio con una pila de papeles a cada lado y cinco guardias detrás de ella.

Viggo se paró delante del escritorio y con una sonrisa tranquila dijo -hola, soy Viggo Dragonroad, quisiera entrar a la ciudad-

La mujer arqueo una ceja, ella conocía muy bien ese nombre, se ajustó la montura de sus gafas y examino a Viggo. No parecía a un Dragonroad, ni mucho menos el hijo de una de las grandes diosas de Orario. Sin embargo, al llegar al cabello rojo como la sangre, frunció el ceño.

-Joven Viggo ¿Puede acreditar su identidad?- pregunto la mujer

-No, verá, andaba de viaje-

La mujer apoyo sus codos en la mesa y entrelazo sus manos -bien, haremos esto: Iras con uno de los guardias y esperaras en las oficinas de la Aduana hasta que alguien venga por ti. Te lo digo desde ya, sin un documento no te puedo dejar entrar, pero en vez de echarte, te daré la oportunidad de probar que eres el real Viggo Dragonroad-

Viggo entrecerró los ojos con una expresión molesta, apretó su puño derecho y sus huesos tronaron. Sin embargo, asintió y dijo -ok, espero que sepas donde vive mi familia-

-No lo sé, pero sé dónde vive la diosa Hephaestus-

-También podrías hablar con Aina, de la guild de aventureros. Ella es una de las esposas de mi padre-

La mujer apretó el ceño, pero asintió, encontrando razonable las palabras. De esa manera, Viggo fue conducido por uno de los guardias a un gran edificio de dos pisos. Se sentó en una banca y esperó a que alguien lo viniera a buscar.

Media hora después, llego Aina, Flora y Tatsumi. Para ese entonces eran las 3 de la tarde.

-¡Viggo, Viggo!- comenzó a gritar Flora por todo el edificio de la aduana. Parecía estar desesperada buscando a su hermano. Aina y Tatsumi la siguieron, hasta que dieron con un joven bárbaro pelirrojo. Parecía recién haber bajado de las montañas. Muy salvaje, vestido con pieles, el torso desnudo y llevando un hacha en la mano izquierda.

Solo Flora lo reconoció de inmediato y saltó para colgarse de su cuello -tonto, tonto, tonto- decía mientras lo abrazaba. Pero lo que parecía un regaño se transformó en un llanterío. Flora lo abrazo con todas sus fuerzas y continúo llorando, mientras todos los miraban.

-Ya Flora, ya, estoy aquí- dijo Viggo dándole palmaditas en la espalda a modo de consuelo

Flora paró de llorar y se apartó para mirarlo con sus grandes ojos llenos de lágrimas. De cabello rubio y mirada amable igual que su madre, era una persona sociable.

-Estas muy flaco- dijo Flora, pasándose las manos por los ojos para limpiarse las lágrimas -además ¿Por qué te vistes como bárbaro? Es alguna nueva moda extraña del Gran Viggo-

Viggo quedo congelado por un momento y se avergonzó de haberse llamado así en algún momento de su pasado. Miró hacia otro lado y se llevó la mano a la cara para rascarse la mejilla derecha.

-No, es solo que donde estuve entrenando era necesario vestir así-

-¿Desnudo?-

Viggo miró su cuerpo y noto su torso desnudo de músculos definidos -esto es solo porque ahora hacia calor- dijo, tomo la chaqueta de piel encima de la banca y se la mostro -en donde estaba hacía mucho frio, todo un mundo de diferencia con Orario-

-Bien, le vas a contar a tu hermana todo lo que hiciste-

-¡¿Eres mi madre?!-

-No, soy tu hermana mayor y si no empiezas a hablar, mis puños de amor te soltarán la lengua- dijo Flora, levantando su pequeño puño de piel clara y construcción delicada.

Viggo miró Tatsumi que estaba parado por detrás de Flora y ambos hicieron una mueca llena de incomodidad. Técnicamente Viggo era el mayor de los tres, pero por el poder de Flora y sus pequeños puños de amor, ella era la mayor.

-Vamos a casa, te contaré en el camino- le dijo Viggo a Flora, después paso por al lado de Flora y miró Tatsumi a los ojos. Tenía los ojos rasgados igual que su madre, de cabello oscuro y expresión tranquila -¿Cómo has estado Tatsu?-

-Bien, nii-sama- respondió Tatsumi

Viggo hizo una sonrisa amable al escucharlo hablar de esa manera. Mikoto, la madre de Tatsumi, lo había educado con las formas de su tierra natal. Viggo dio un paso adelante y le dio un abrazo. Tatsumi se quedó congelado, pero al rato siguiente lo abrazo y comenzó a sollozar.

-Siempre, siempre eres tan cabeza dura. Por eso papá te envió lejos, tonto- dijo

Viggo se sintió triste al escucharlo sollozar y recordó las palabras de Flora. Entonces recordó su actitud de hace un año y sus ojos se llenaron de lágrimas. Viggo sintió un cálido abrazo en su espalda y levantó la mirada para ver a una hermosa elfa de cabello verde.

-Lo siento, tía- dijo Viggo -no te estaba ignorando-

-Lo sé- respondió Aina con una voz triste mientras los abrazaba a los dos -los conozco desde pequeños y siempre estuvieron juntos. Solo pudo imaginar lo que sienten al separarse-

Después se acercó Flora por el otro lado y también los abrazo.

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