ALEX
Me había alegrado que a Gabriela le haya gustado la canción. Todo lo que decía no podía ser más cierto, y claro está que todo era referido a ella, era la primera vez que escribía algo así como una canción, pero por ella haría lo que fuese necesario para que estuviese feliz, eso era lo único que me importaría siempre.
En cuanto vi que empezaba a llorar me acerqué a ella para hacerla sentir mejor, pensé que la había puesto más triste o que todo lo que llevaba soportando este mes era demasiado, pero ambas motivo de preocupación y cuando me dijo que lo que le pasaba era que estaba feliz, me relajé completamente y me besó. En el beso pude notar toda su emoción y yo no dudé un segundo an acercarla a mí, quería sentirla cerca de mí y había empezado a acariciarle los muslos cuando recuerdo que no es el momento para hacerle el amor, lo único que pretendo es hacerla sentir mejor e intentar aliviar un poco de tensión que tiene encima, nada más, por lo que termino el beso y me apoyo en el respaldo.
"Amor ¿a qué viene esa cara?" preguntó confundida por un momento "A nada." respondió "No trates de engañarme, ¿qué es lo que te pasa?" preguntó de nuevo "Es que no quiero hacer nada que no quieres, eso es lo que pasa."
"¿De qué hablas?" cuestionó con tono confundido "Gabriela, te deseo más que a nada en el mundo y a veces siento que no puedo controlarme. Ahora pensarás que soy un pervertido." dije, cerrando los ojos y suspirando "No voy a pensar eso amor, te amo más que a nada."
"Pero no te quiero presionar con eso, lo haremos cuando estés preparada." aseguró "¿Y quién dice que no lo estoy?" preguntó elevando una ceja y lo que hace que quede mirando para ella, porque ahora mismo no había entendido nada de lo que acababa de pasar. ¿De verdad que estaba lista?
No sé si es porque había escuchado mal o no sé, de lo único que estoy seguro es de que no quiero presionarla a hacer nada que ella no quiera, eso es lo único que me preocupa y nada más. "Hermosa, de verdad, no quiero presionarte a hacer nada, podemos dejarlo para otro día."
"Alex, no es coña, quiero que me hagas el amor." Dicho eso me empezó a besar y a pesar de que intentaba aguantar, acabé por ceder a sus encantos. Llevaba tiempo esperando este momento, yo la deseaba más que nada en el mundo y se podría decir de alguna manera que con ella sería mi primera vez, la primera vez que haría el amor con alguien y no sería solo follar.
Empecé a pasarle las manos lentamente por los muslos y me encaminé hacia arriba hasta llegar a sus pechos. Pude notar una sonrisa en sus labios y yo tardé en corresponderle esa sonrisa, a pesar de que ahora mismo no nos estábamos viendo básicamente.
Ella estaba pasando sus manos por mi espalda y acabó por dejar una mano en su cuello profundizando así el beso. Nos tuvimos que separar para coger aire y me quedé mirando para ella y sus hermosos ojos color café. Se podía ver un brillo distinto al que tenía siempre y me encantaba, no podía negarlo.
"¿Segura que quieres?" pregunté de nuevo, solo para asegurarme "Si, estoy tan segura de cómo te amo." Un par de segundos más tarde, acercó sus labios a los míos y nos volvimos a besar hasta que empecé a dejar besos por su mandíbula, en el cuello donde me esmeré un poco más, su clavícula y volví a sus labios.
Mientras seguíamos nuestro beso, ella metió sus manos por debajo de mi camiseta y empezó un recorrido hacia arriba hasta que llegó a mis hombros que me separé un poco para que pudiese sacármela. A los pocos segundos su jersey y su camiseta estaban fuera de su torso, dejándola solo con el sujetador. Me quedé embobado mirando para ella y vi cómo se sonrojaba. Si antes no pensaba que era un pervertido, ahora sí que lo debe de pensar, por lo que me acerqué a ella para empezar un nuevo beso.
Me estaba volviendo loco por sus curvas, y estoy más que seguro que no tardaría demasiado en aprendérmelas, lo que respecta a Gabriela era algo que quedaba rápidamente en mi memoria.
Acabé por levantarme de la silla y dejándola sobre la cama. Con cuidado de no dejar todo mi peso sobre su cuerpo me puse sobre ella y las prendas que nos quedaban encima no duraron mucho más tiempo sobre nuestros cuerpos. Si ya me volvía loco viéndola con la ropa, ahora que la tenía desnuda en frente mía no me podía creer que tuviese tan buena suerte de que la pudiese llamar novia.
Seguí pasando mis manos por todo su cuerpo, estudiándolo para que quedase en mi memoria. Podía escuchar como de vez en cuando soltaba algún gemido lo que hacía que me excitara más de lo que ya estaba de por mí mismo.
Antes de hacer nada, me acerqué al cajón y cogí uno de los condones que tenía en el. Deseaba sentir a Gabriela en todos los sentidos y la verdad estaba un poco nervioso, quería que todo fuese perfecto, y creo que ella noto que estaba algo nervioso porque me besó dulcemente en el que podía notar la seguridad que tenía, haciendo que esos nervios se fuesen.
No podía dejar de pasar mis manos por su cuerpo, era como una droga para mí y la única que probaría, lo tenía más que claro. Si ya por nada del mundo dejaría a Gabriela, ahora mucho menos, no después de tener el placer de poder recorrer todo su cuerpo con mis manos, que no era lo único que me gustaba de ella, me gustaba todo, pero sus curvas en este momento me estaban volviendo loco.
Lentamente me fui metiendo dentro de ella y pude notar sus uñas en mi espalda, lo que hizo que me preocupase e iba a preguntarle si estaba bien, pero me acercó a ella y me siguió besando como si nada. Sus gemidos eran otra cosa que me estaban volviendo loco, toda ella me volvía loco.
Sentía como cada vez estábamos más cerca de llegar al clímax y cuando lo hicimos me acosté a su lado y ella puso su cabeza sobre mi pecho, haciendo que automáticamente le pasase la mano por el pelo y le diese un beso en la frente. No tardó mucho en quedarse dormida, al menos estaba tranquila y descansando, era algo que me importaba, y no podía negar que así estaría yo tranquilo sabiendo que al menos estaba descansando.
El tiempo pasaba y hubo en un momento en el que me había quedado dormido, lo único que pude ver es que Gabriela seguía dormida por lo que me quedé mirándola.
A los pocos minutos empezó a moverse y es como si le costase respirar, lo que hizo que me preocupe, pero antes de preocuparme demasiado despertó y miró para todos lados hasta que pareció que se relajó.
"¿Estás bien hermosa?" pregunté mirando para ella "Si, no te preocupes." contestó "Pues hace un rato no lo parecías. ¿Qué es lo que te pasa?" pregunté un poco preocupado "Nada, solo fue una pesadilla, nada más." respondió "¿Y no quieres contármela? A lo mejor puedo ayudarte."
"Gracias por ofrecerte amor, pero no es algo en lo que me puedas ayudar." aseguró "Es por lo del padre de los chicos ¿verdad?" pregunté a pesar de que sabía prácticamente la respuesta "Es que no lo sé, básicamente me olvido cuando me despierto, es la sensación con la que despierto."
No estoy seguro de que me estuviese diciendo la verdad ahora mismo, sé que no quiere hablar de lo que pasó en el piso de Jack, pero no quiero que se lo guarde para ella, menos teniendo en cuenta que tiene el problema de la ansiedad, no creo que guardárselo para ella misma sea algo muy bueno.
"Bueno, pues si en algún momento te acuerdas y quieres hablarlo me tendrás para escucharte, da igual la hora." aseguré, lo único que quería hacer era asegurarme de que estuviese bien "Lo sé, no te preocupes más anda que me haces sentirme mal por preocuparte."
"Vale, entonces cuéntame algo para que deje de preocuparme." dije, pasando su brazo por su cadera "Es que no tengo nada que contarte." respondió "Algo habrás hecho en todo este tiempo."
"Nada interesante, cuidar a Ana y practicar un poco con mis hermanos." dijo "Eso todo es interesante, sobre todo Ana. ¿Qué tal está ella?" pregunté "Pues bien, no está, no es algo que una niña de seis años debería haber visto. Eso no hubiese pasado si me fuese cuando Jack me lo dijo, es mi culpa."
"No, no lo es. No sé qué es lo que ha pasado allí, solo sé que no tienes culpa de nada de lo que ha pasado, tú solo querías ayudar." dijo "Eso era lo que quería, pero después de pensar millones de veces que pude haber hecho para que eso no hubiese pasado, que no sé…" empezó, pero rápidamente negué, porque nada de lo que estaba diciendo es cierto "Pues no tienes la culpa de nada de lo que ha pasado."
"Eso lo dices porque no estabas allí." murmuró apartando la mirada de la mía "Puede ser que no estuviese allí, pero tengo más que seguro que tú no tienes la culpa de nada de lo que ha pasado." aseguré "No sé Alex, la verdad es que no tengo ni idea, solo no quiero hablar de ello, por favor."
"Vale, no hablaré más del tema, pero entonces dime que quieres hablar." pregunté "Es que no sé, pregunta cualquier cosa." respondió, encogiéndose de hombros "¿Qué tienes pensado para tu futuro?"
"Pues no sé, trabajar, disfrutar de la familia y estar contigo." dijo, con una pequeña sonrisa formándose en su rostro "¿Solo eso?" pregunté, elevando una ceja "Básicamente sí, ¿me vas a decir que es lo que tienes pensado tú?"
"Obviamente tengo pensado estar contigo, hacerte feliz, tener un par de hijos y me gustaría casarme contigo." En ese momento noté como se puso tensa y se levantó para verme la cara. No sé qué es lo que estaba pasando por su cabeza, pero tenía muy buena cara que digamos. "¿Qué te pasa hermosa? ¿Te encuentras mal?" pregunté, empezando a preocuparme "No, estoy bien, solo que me sorprendió eso último."
"¿Por qué? Es algo que me gustaría." dije sinceramente "Pero yo no creo que casarse sea necesario." respondió y fue en este momento en el que yo me giré para verle bien la cara y ver si la había entendido bien. ¿Qué no quería casarse? ¿Era yo el que tenía ganas de casarse con ella? ¿No querría casarse conmigo por todo lo que pasó hace años? Esas y miles de preguntas más comenzaron a pasar por mi cabeza y ninguna tenía demasiado sentido que digamos, por lo que opté por preguntarle directamente.
"¿Por qué no lo ves necesario? Es una manera de demostrar cuanto se quiere a una persona." dije "Lo sé, pero no es necesario llegar a casarse para demostrarse entre dos personas cuánto se aman, y segunda, lo veo como un gasto innecesario de dinero la verdad." respondió "¿Entonces no es por mí?" No quería hacer esa pregunta en voz alta, solo salió de la nada y ella se quedó mirando para mí un rato.
"¿De verdad piensas que no me quiero casar porque es contigo?" preguntó como si no se lo creyese "Si te soy sincero sí, es lo que más sentido me tiene." respondí, encogiéndome de hombros "Pues no es así, llevo pensando así prácticamente toda mi vida, es más, se podría decir que contigo me plantearía la idea de casarme, pero pienso que no es necesario casarse para demostrar cuanto se ama a una persona."
"Entonces ¿qué contestarías en caso de que yo te preguntase?" pregunté con curiosidad "Pues no tengo ni idea, podría ser que sí o que no. En caso de que me hagas la pregunta sería yo la que me tendría que preocupar." contestó, pasando a centrar su mirada en la mía "¿Por?"
"Porque no quiero perderte en caso de decirte que no." dijo "A mí no me perderías, bueno, no ahora que sé las razones, y si no te preguntaría el porqué, podríamos hablarlo. Te amo demasiado como para dejarte Gabriela." contesté sinceramente "Pero en cosas en las que se implica demasiado el corazón es complicado no dejarse llevar por este, lo sabes y lo sé de sobra."
"Puede ser, pero esta vez no cometería el mismo error de hace años, esta vez no me lo perdonarías y yo menos aún." aseguré "No digas eso, porque eso no pasará, estoy segura de que a lo mejor me costaría perdonarte como pasó esta vez, pero luego te perdonaría y estaríamos igual que ahora."
"Yo estoy feliz contigo a mí lado, eres la única que me hace sonreír tanto y estar tan bien." desvelé "Igual tú." dijo con una sonrisa en su rostro "Oye hermosa ¿no quieres comer nada?" pregunté, fijándome en la hora que era "No tengo hambre."
"¿Entonces no me acompañarás mientras yo bajo a comer algo?" pregunté con la idea de convencerla de que comiese un poco una vez llegásemos abajo "Es que no tengo hambre Alex, te puedo acompañar, pero no pienso comer nada."
"¿Cuántos tiempo llevas sin comer algo?" pregunté "Hace un par de horas comí, ¿por?" respondió sin más "Yo no te he visto comer nada cuando llegaste a casa, y luego estoy seguro de que no lo hiciste. No quiero que te pongas mal hermosa."
"No me pasará nada. Además, me comí algo antes de llegar a casa. No sé qué es lo que te habrán dicho en mi casa, pero estoy segura de que están más que equivocados en eso." aseguró "Vale, pues si tan equivocados están, acompáñame y come algo. Quiero enseñarte que mis dotes culinarias mejoraron hasta el nivel de no quemar la cocina y ser comestible."
Eso era mentira, las cosas seguían igual. Es probable que en caso de que aceptara quemase la cocina y con ello la casa entera, pero al menos tenía que intentar que comiese algo porque lo que decían tanto Marcos como su familia era lo que más sentido tenía. Sé que cuando está nerviosa, estresada o preocupada deja de comer porque no tiene apetito, pero no quiero que se ponga peor de lo que está por lo que iba a tener que conseguir de alguna manera que comiese.
"¿Ah sí? ¿Y en qué momento mejoraste hasta ese nivel?" preguntó, elevando una ceja "Pues desde que mi abuela me enseñó algunos trucos para no quemar lo cocina. Venga, te haré lo que quieras. Solo quiero enseñarte que ya no tendrás que cocinar tú sola, que podré ayudarte sin correr el riesgo de quemar la casa entera."
"Está bien, pero te aseguro que no acabaré de comer nada de lo que me hagas." dijo suavemente y con una pequeña sonrisa en su rostro "Me conformaré con que comas un poco."
"Vale." Con eso nos dimos un beso y nos levantamos de la cama y mientras yo me vestía, ella decidió ir a darse una ducha, por lo que le pasé mí sudadera para que no cogiese frío por el camino al baño, y más que nada porque luego su aroma se quedaba en ella y pasaría a ser mi preferida. Yo me dirigí escaleras abajo y en cuanto me aseguré de que Gabriela había abierto el agua llamo a mi abuela para que me diese algún consejo de cómo no quemar la casa, y para mi suerte no tarda demasiado en contestar.
"Abuela, necesito un par de consejos para no quemar la casa entera y hacer comida comestible." Mi abuela se echó a reí y me dio un par de consejos para no incendiar la casa y hacer comida decente para Gabriela, no quería decepcionarla ahora que le había dicho que había aprendido a hacer comida decente y que no incendiaba la casa.