Ya que no quería seguir viviendo en la Ciudad Desierto como el dueño de una tienda que vendía mapas, Hai Bodong siguió a Xiao Yan y dejó la ciudad al día siguiente después de que concluyeran su charla.
Hai Bodong no se llevó nada de la pequeña tienda donde se había quedado. Según lo que dijo, habría un día en el futuro donde estando harto de las disputas volviera a ese lugar y estaría completamente tranquilo mientras seguía viviendo el resto de sus días.
De pie en una duna de arena imponente, Hai Bodong echó un último vistazo a la enorme ciudad que conectaba el límite del desierto y el límite de la pradera. Suspiró suavemente y su expresión se tornó un poco desolada. Habiendo vivido aislado por unas décadas, algunos sentimientos hacia este lugar brotaron en su corazón a pesar de su carácter indiferente.
Volteando lentamente, Hai Bodong vio al joven vestido de negro a su lado y preguntó.
—¿A dónde vamos ahora?
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