En el espacioso campo de batalla, la gélida voz calmada del joven resonó lentamente, haciendo que incontables personas miraran.
—¿Xiao-Yan-Zi? —viendo al joven vestido de negro que había aparecido de repente, Xiao Ding, quien estaba al otro lado del espacio abierto, quedó momentáneamente sin habla. Inmediatamente, una alegría salvaje surgió en su rostro algo oscuro y cruel. Sus palmas aplaudieron pesadamente—: Este chico realmente ha llegado en el momento perfecto.
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