—Entonces, volvamos a mi casa —sugirió Mo Huiling.
Gu Jingze la miró y asintió. Ambos fueron en auto desde la casa de los Gu.
Cuando llegaron a la casa de Mo Huiling, salieron del auto y Mo Huiling tiró de Gu Jingze hacia su propia habitación. Ella hizo una mueca con los labios y lo miró.
—Jingze, te extraño demasiado. Quiero estar contigo todos los días…
Gu Jingze la observó con vacilación.
—Pero Huiling, ya estoy casado…
Mo Huiling levantó la mano.
—Estás casado, pero me amas, Jingze. No me digas que te has enamorado de ella. ¿Por qué más querrías acercarte a ella? Ustedes dos… han llegado muy lejos.
Gu Jingze tampoco estaba seguro de lo que era, pero quería acercarse a Lin Che. Cada vez que se lo hacía, lo hacía olvidarse de todo y seguir sus deseos impulsivos.
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