Kaizan soltó una risita. —¿Por qué tengo la sensación de que estás más encaprichada con él que cualquier otra cosa, Anastasia?
La cabeza de Anastasia giró en su dirección. —¡No estoy encaprichada con él! —Podía sentir el calor subir a sus mejillas.
—Pero dijiste que quieres resolverlo porque te parece misterioso —agregó Ileus con despreocupación.
Ella apretó los dientes porque él recordó esa conversación. —Yo— Yo solo siento que él— él es— —tartamudeó.
—¿Él es qué? —Ileus la incitó.
—Es un enigma, y
—¿Y crees que tú eres la pieza que falta en el enigma? —preguntó Kaizan con una ceja levantada y una sonrisa torcida.
—¡No! —replicó ella vehementemente. ¿Cómo había derivado la conversación hacia ella? —Siento que puedo resolver el enigma.
—¿Ah sí? —añadió Kaizen.
—Quiero decir— quiero decir que me gustaría resolver el misterio que él es. ¡Eso es todo!
Kaizen asintió lentamente. —Hmm… Entiendo. Está bien, Anastasia. No tienes que explicar más.
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