Sin nada que hacer y bastante predispuesto a perder entretenerse un rato mirando estos dibujos esperando que la niebla fuera disminuyendo un poco su intensidad, Abel procedió a tomar otro cuaderno de las pilas de cuadernos para inspeccionar con cuidado.
Ciertamente el patrón se repetia monotona y obsesivamente, no obstante para sorpresa del viudo el artista que había creado estos dibujos realmente tenía una creatividad inmensa, puesto que siempre se las ingeniaba para crear una historia irrepetible y única para cada uno de los personajes que protagonizan cada una de estas macabras historias.
El tiempo fue pasando lentamente y esto no seria un problema si no fuera por que la iluminación en la habitación era bastante escueta, por lo que Abel depende de la luz de la linterna de su celular para ver cada dibujo y como era de esperar la batería del celular se consume realmente rápido usando este recurso.
Por lo que habiendo visto un poco menos de la mitad de cuadernillos apilados en el segundo cajón, el hombre, no dispuesto a perder toda la batería en su celular, procedió a detener su entretenimiento inspeccionando estas historias, para en su lugar ponerse a buscar alguna fuente de iluminación más duradera por la habitación.
—Si este guia dibujaba siempre aca, me imagino que debe tener alguna linterna guardada por acá—Comentó Abel mientras miraba la habitación de arriba a abajo buscando algún lugar donde una persona tan obsesiva podría poner una linterna, por suerte Abel no tuvo que buscar mucho para encontrar una pequeña caja de madera muy llamativa colocadas entre dos grandes cajas de madera que había en el cuarto, a primera vista la caja pasaba algo desapercibida por la falta de luz, pero ahora resaltaba bastante entre las otras cajas de tamaño más grande en la habitación y por otro lado la caja estaba a unos pocos pasos del escritorio por lo que él artista no debería moverse mucho para agarrarla.
Tomado la caja de madera, Abel procedió a llevarla al escritorio para abrirla, ciertamente lo que a primera vista parecía ser una caja, termino siendo un estuche de madera muy antiguo y coqueto lleno de velas, de esos estuches que claramente tienen ese aspecto vintage que atraen la atención de cualquiera.
—En un sótano escondido de una mansión antigua, iluminado con la luz de la velas, realmente es un gran lugar para ponerse a dibujar estos dibujos…—Refleciono Abel en voz alta notando que las velas en la caja estaban perfectamente ordenadas, mientras que cubierta con un panuelo negro muy bonito se encontraba una vela cuya peculiariad es que estaba más consumida que el resto.
Abel tomó una vela sin usar y luego sacó del estuche un encendedor de plata muy bonito, junto a un candelabro de plata que hacía juego con el encendedor. Poniendo la vela en el candelabro,Abel procedió a encenderla, logrando así iluminar el sótano oscuro.
Notando que luego de encontrar la vela y encenderla, su celular solo contaba con un cuarto de batería, Abel maldijo en su interior no haber pensado antes en la posible existencia de una linterna y sin perder el tiempo en vacilaciones procedió a apagar la linterna de su celular, buscando mantener vivo este cuarto de batería el máximo tiempo posible.
Ya tranquilo por no tener nada a mano recordando el paso del tiempo, Abel procedió a sentarse en el escritorios el artista e iluminado con la luz de las velas fue apreciando cada uno de los dibujos en los cuadernillos hasta que finalmente llegó al último de ellos.
Para aquel entonces se había consumido un cuarto de la vela y pese a ello, el viudo noto con preocupación que la niebla que envolvió el suelo del sótano no había bajado su intensidad, mientras que por otro lado los rayos del sol aún no lograban entrar por la trampilla abierta, por lo que todo parecía indicar que la niebla vino para quedarse al menos por este dia completo.