Con la respiración acelerada Abel miró a la puerta cerrada en la habitación, percatandose de que la misma no se había cerrado por nada y que había una persona parada al lado de la puerta mirándolo con cierta curiosidad.
Desde el suelo Abel respondio la mirada de curiosidad con una mirada de completa consternacion mientras miraba a la puerta con mas dudas que miedo, preguntandose por que el asesino no estaba golpeando la puerta desesperadamente y por que esta persona parecia no importarle un carajo que haya un demente del otro lado de la puerta buscando matarlo.
Con tantas dudas en su mente, Abel no habló y la otra persona parecía no tener intenciones de iniciar la conversación tampoco, por lo que un incomodo silencio se creó en la sala.
Aprovechando la pausa silenciosa, Abel ajusta su respiración y observó con bastante sospecha a su supuesto salvador, cuyo silencio lo ponía más en el personaje del cómplice del asesino que el de su gran salvador y la situación ameritaba pensar que esa idea no era del todo equivocada. No obstante el de aspecto de esta persona era demasiado normal para considerarlo un asesino, por no decir que su rostro apuesto y su joven edad lo ayudaban a ganar cierta confianza en la mente de Abel.
Este joven que no tendria mas de 27 anos tenia el pelo negro y los ojos negros, no obstante habria que remarcar que sus ojos negros eran particularemente oscuros de tal forma que tenian un brillo encantador y su rostro realmente parecia el de un modelo, por su parte el joven no tenia remera puesta y estaba bastante tonificado, mientras que su piel tenia un bronceado muy caracteristico de los jovenes que trabajaban el campo por esta latitudes. Dado que no llevaba remera alguna la única ropa del joven era un pantalón militar con una gran cantidad de bolsillos y objetos colocados en el mismo, mientras que el joven tenía unas botas militares manchadas con bastante lodo en los pies, no obstante toda la atención en el aspecto de este joven quedaban opacadas en los ojos de Abel frente al gran y peligroso detalle que había en el atuendo de este joven, puesto que casi atencion del viudo se la había ganado el cuchillo militar que el joven tenía guardado en sus pantalones.
—¿Pasa algo?—Preguntó el joven mirando con una sonrisa el confundido rostro del hombre que lo miraba desde el suelo.
—¿Como?—Pregunto Abel bastante temeroso de la sonrisa de este muchacho extraño, mientras rápidamente se ponía de pie en el suelo y se alejaba unos pasos de la puerta y del joven.
—Jajaja, pareces muy asustado, Abel…—Río el joven con una risa bastante alegre y contagiosa.
—¿Tú cómo sabes mi nombre?, o aún más importante ¿Qué relaciones tienen con el enfermo que nos escucha en el pasillo?!—Grito Abel con miedo mientras retrocedía unos pasos más del sospechoso joven. Abel se dio cuenta de que en esta habitación que parecía ser una despensa había dos hermosas y relucientes ventanas, y para hacer más linda la historia una de estas hermosuras estaba completamente abierta por lo que sería fácil escapar por ella.
—Estas recontra perdido por lo que se ve…—Murmuró el joven mientras ignoraba el terror en los ojos del viudo y en su lugar procedía a abrir la puerta que daba al pasillo.
*Cruiiik*...El incomodisimo ruido de la bisagras oxidadas de la puerta pudo escucharse, provocando que por poco el hombre saltara por la ventana avierta que había en la habitación, sin embargo su cuerpo cambio de idea cuando vio con atención lo que había en el pasillo.
—¿Sigues teniendo miedo?—Preguntó el joven con una sonrisa alegre.
—No entiendo, por que se fue y por que no trato de abrir la puerta?…—Preguntó Abel con aturdimiento viendo que efectivamente en el pasillo no había absolutamente nadie, casi como si todo lo que hubiera ocurrido hace unos minutos nunca hubiera pasado y su mente cansada solo le hubiera jugado una mala pasada.
—Esa cosa no se fue, tu te fuiste, pero se ve que realmente no recuerdas donde estás…—Respondió el joven dejando la puerta del pasillo abierta como si realmente no temiera de que el guia entrara de repente por la misma.
—Acaso no estoy en la mansión de los Fisher, juraría que estoy en ella, pero ciertamente puede ser que no sepa donde estoy, hace mucho no vengo aca. Por lo demas sigo sin entender, por que ese enfermo dejó de acecharme y por que tu sabes mi nombre?, estoy seguro que nunca nos vimos antes, muchacho—Comentó Abel acercándose lo suficiente a la ventana abierta como para ver por el rabillo de su ojo el pasto verde por donde podría escapar fácilmente de un simple salto, sin embargo la falta de reacción por parte de este joven ante la proximidad de su huida lo hacía dudar más de la cuenta.
—Claro estamos en esa mansión, yo soy Soy Martin Meyer, no me recuerdas?. De todas formas no hace falta que me recuerdes todos en este mundo te conocen, desde que mandaste matar al idiota de Klein te convertiste en una leyenda, realmente no se como lo hicisete pero te devemos una muy grande amigo—Comento Martin aunque sus palabras confundieron mas a Abel de lo que le gustaría.
—Te estás referido al anterior guía cuyo apellido era Klein, es decir el asesino serial que vivía en este pueblo?—Pregunto Abel con dudas, logicamente recordaba ese apellido y lo tenia grabado en el alma, por lo demás eso también explicaba por que esta persona conocía su nombre, puesto que su insistencia y vocación en esta investigación fue transmitida por los medios de comunicación del país y más con su historia tan trágica y vendible—Me alegro que la condena del asesino te haya dado paz, pero por desgracia sigo sin recordar haberte conocido. Si tambien eras uno de los familiares que sufrieron la desgracia de ese enfermo, me temo que no recuerdo muy bien a las personas y en aquel entonces mi mente estaba en otro lado luchando con todo el asunto de la investigación y la futura condena de Klein, por lo que lo siento mucho por no poder recordarte.
—Paz…Si, es un manera bonita de decirlo, realmente las cosas han sido pacífica en este lugar desde que al imbécil de Klein le frieron el cerebro—Respondió Martin con una sonrisa bastante alegre, no obstante al notar que Abel seguía mirándolo con desconfianza comentó con calma:
—No deberías estar tan nervioso, tu fuiste el que me dijo que te ayudará en este momento hace algunos años atrás, es mas me dijiste que tu gran problema era que no era muy bueno recordando las cosas importantes, recuerdas ahora algo mas de nuestra charla?...
—No, no recuerdo eso y claramente nunca lo recordaría: Por que no ocurrió!—Dijo Abel con enojo mirando al joven con desconfianza—Como es posible que te diga que me tenias que salvar de ese enfermo mental, más vale que no me hubiera metido nunca en este pueblo de mierda de saber con certeza que aún quedaba otro asesino serial dando vuelta en el pueblo, que clase de estupido haría eso!
El joven no desespero ante el enojo de Abel y en su lugar con mucha calma se sentó en el suelo, tal vez por que estaba cansado o muy probablemente para no lucir tan intimidante y relajar un poco los nervios del viudo, ya sentado relajadamente el Martin defendió su posición costendando:
—Tienes razón, Abel, nadie sería tan estupido y es raro encontrar a alguien buscando su propia muerte activamente, pero en este mundo las cosas no funcionan de esa manera y ese es el gran problema con toda esta charla. Da igual que te diga o te explique la situación en que te encuentras, ya que tu nunca me creerías si te dijera que no estamos en el mundo real, o me equivoco?
—Acaso alguien cuerdo realmente creería semejante tontería?—Contesto Abel irritado y tambien asustado, si bien el joven sentado y a una distancia bastante prudente no era una amenza, sus palabras enganosas en este contexto tan poco claro provocan el instinto de supervivencia del viudo, el cual le pedia a gritos dejar de perder tiempo con este idiota y escaparse lo mas lejos posible de esta mansion antes de que el hombre gordo regresara.