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El día donde mi vida cambió por completo

Eran las 6:31 de la mañana, y el sonido estridente de mi despertador resonó en la habitación, interrumpiendo mis sueños con su persistencia irritante.

Con mis ojos aún entrecerrados, apagué el dispositivo con un suspiro de resignación, preparándome para enfrentar otro día en el colegio.Con movimientos automáticos, me deslicé fuera de la cama y me enfunde en el uniforme escolar, una rutina matutina que ya estaba grabada en mi memoria.Me dirigí al baño, donde el agua tibia de la ducha caló mi piel, ayudándome a despertar por completo. Luego, con precisión mecánica, me lavé la cara, cepillé mis dientes y me peiné mientras mi reflejo en el espejo me devolvía una mirada somnolienta.Cuando finalmente me sentí presentable, salí del baño y me dirigí hacia las escaleras.El delicioso aroma a tostadas recién hechas llenaba el aire, un recordatorio reconfortante de que mi abuela ya estaba en la cocina preparando el desayuno.A pesar de mis protestas repetidas, ella seguía insistiendo en mimarme todas las mañanas. Su amor incondicional se manifestaba en cada rebanada de pan tostado y en cada taza de té que preparaba con esmero.Al llegar a la cocina, la encontré sentada en la mesa, absorta en la lectura del periódico del día, con una taza humeante de té entre sus manos arrugadas.Su expresión serena y sus ojos llenos de sabiduría irradia calidez, y su sonrisa amorosa me dio la bienvenida a un nuevo día lleno de posibilidades.Aunque le había dicho muchas veces que podía cuidarme solo, su ternura maternal seguía siendo mi ancla en un mundo que a veces parecía demasiado abrumador.— "Hola Aōi, ¿dormiste bien?" preguntó mi abuela Úrsula con una preocupación cariñosa en sus ojos.— "Si, dormí bien, lo suficiente como para no quedarme dormido en la escuela," respondí con una sonrisa, tratando de tranquilizarla.Las llamadas de la dirección del colegio sobre mi falta de atención en clase resonaban en mi mente mientras Úrsula continuaba hablando.— "Eso espero, porque tienes que estudiar mucho si quieres convertirte en alguien de quien puedas sentirte orgulloso. Así podrás cuidar a las personas que más te importan. Ahora ven y come para que puedas estar atento en clases," dijo ella, su voz llena de sabiduría y amor.Asentí con la cabeza, agradecido por sus palabras motivadoras, y me dirigí a la mesa para desayunar. Mientras masticaba las tostadas, mis ojos se desviaron hacia el televisor.En las noticias, una historia aterradora se desplegaba: la mafia conocida como "Claw Darkness" había asaltado a más de 15 personas distraídas en la parada del tren. Una mujer valiente se resistió al robo, pero la situación escaló de manera trágica cuando los delincuentes dispararon, llevando consigo su vida.Un escalofrío recorrió mi espalda mientras observaba las imágenes desgarradoras en la pantalla. La realidad del mundo exterior se estrellaba contra la calidez y seguridad de nuestro hogar.Mis pensamientos se volvieron sombríos, consciente de que, aunque había cosas sobre las que podía tener control, existían fuerzas oscuras que acechan más allá de nuestras puertas.— "Es terrible, últimamente solo muestran noticias de esas personas. ¿No tienen algo mejor que hacer que robar a la gente?" dijo mi abuela con una expresión de frustración en su rostro. Su voz estaba cargada de impotencia y tristeza por el estado actual del mundo.A pesar de su aversión por ese tipo de noticias, sabía que era importante estar informados, así que tomé el control remoto y cambié de canal, alejándonos temporalmente de la realidad desgarradora que se mostraba en la pantalla.Pasaron 30 minutos y el tiempo apremiaba. Sabía que debía irme a la escuela.— "Abuela, ya me voy a ir yendo a la escuela," anuncié, preparándome para enfrentar el día fuera del refugio seguro de nuestro hogar.— "Bueno, que te vaya bien. Mira por los dos lados antes de cruzar la calle," advirtió mi abuela con una mezcla de preocupación y cariño en sus ojos.— "No me recuerdes eso, ya no soy un niño," respondí con una sonrisa, tratando de aliviar la tensión del momento. Aunque sus consejos seguían siendo valiosos, me esforzaba por demostrar mi crecimiento y madurez.Con un último vistazo a mi abuela, salí por la puerta, preparado para enfrentar el día con determinación y valentía, llevando sus palabras de precaución y amor conmigo. La seguridad de nuestro hogar quedaba atrás mientras me adentraba en el mundo exterior, consciente de las responsabilidades y desafíos que me esperaban en el camino hacia la escuela.…Debo entrar a las 7:30 AM al colegio, pero como estoy a solo unas cuadras de distancia, me permito dormir un poco más y ajusto mi horario para aprovechar cada minuto adicional de sueño. Con el tiempo caminando, llegué a la entrada del colegio, una estructura familiar que esconde los desafíos cotidianos que enfrento.— "Ahhhh bueno, un día más de tortura, pero todo mejorará cuando consiga el empleo de modelo," murmuré para mí mismo, tratando de mantener una actitud optimista mientras enfrentaba las expectativas y presiones del entorno escolar.Tras ese pensamiento, crucé la puerta y me dirigí a mi salón de clases, la 1C. Al entrar, sentí las miradas curiosas de un grupo de chicas y algunas miradas de envidia de algunos chicos.Para muchos, esto podría parecer una situación ideal, pero lamentablemente, mi falta de habilidades sociales hacía que las miradas y el interés momentáneo fueran efímeros.A pesar de mi apariencia, nunca fui muy sociable, lo que significaba que no podía capitalizar mi atractivo físico.En los primeros días de clase, algunas personas se acercaban para hablar conmigo, pero rápidamente se desinteresaban cuando descubrían mi dificultad para mantener una conversación estable. Mis intentos por conectar con los demás se desvanecían en la incomodidad y el silencio incómodo.En ese momento, se escuchó la puerta abrirse.Mi mirada se desvió hacia la puerta cuando entró la figura familiar del profesor Albert.Su voz autoritaria llenó el aula, instándonos a dejar de hablar para comenzar la clase. Sin embargo, mi mente estaba en otra parte. Ignoré sus palabras y me sumergí en mis pensamientos, perdido en la vista del hermoso día que se desarrollaba fuera de la ventana.Cuatro horas de clase pasaron en un borrón, sin que yo prestará atención a ninguna palabra que saliera de los labios del profesor.El sonido de la campana resonó, anunciando el esperado receso para el almuerzo. Mi estómago gruñó, yendo en busca de algo más allá de la monotonía de las clases. Opté por una hamburguesa, algo que rara vez me daba el lujo de disfrutar.Me alejé del bullicio del comedor, buscando un rincón tranquilo donde nadie pudiera interrumpir mi soledad. Mientras masticaba mi comida, escuché murmullos a mi alrededor.Un grupo de chicas cercanas comentaba sobre mi apariencia, llenando el aire con el sonido de sus voces exaltadas. No entendía por qué hablaban tan alto, como si quisieran que escuchara sus palabras. De repente, una amiga se unió a la conversación.— "Dejen de mirarlo. ¿No han oído hablar del chico guapo de la clase 1C que rara vez habla con nadie? Puede que sea atractivo, pero parece que no le importa interactuar con los demás, como si se creyera mejor que todos," dijo la chica rubia con desdén en su voz.Sus palabras me golpearon como un puñetazo en el estómago. La verdad era totalmente opuesta a su percepción; me sentía como el peor y me costaba horrores entablar conversaciones con las personas desde aquel momento que me marcó profundamente.La campana sonó nuevamente, indicando que era hora de regresar a los salones. Sin embargo, decidí ignorarla y permanecí en mi lugar, sintiendo un nudo en la garganta mientras las palabras hirientes de la chica resonaban en mi mente. La sensación de aislamiento se profundizó, dejándome atrapado en mi propio mundo de inseguridades y dudas.…Después de unos minutos, finalmente reuní el coraje para regresar al aula de clase, aunque las palabras hirientes aún resonaban en mi mente, creando una sensación de pesar que se aferraba a mí como una sombra persistente.El día llegó a su fin y regresé a casa, buscando refugio en las cuatro paredes familiares que siempre habían sido mi santuario. Traté de distraerme mirando un poco de televisión, pero mi mente estaba atrapada en un torbellino de pensamientos negativos que se negaban a desaparecer.La cena preparada con amor por mi abuela me esperaba en la mesa, pero incluso su deliciosa comida no pudo alejar la nube de desesperación que se cernía sobre mí. Después de llenar mi estómago con su comida casera, me retiré a mi santuario personal, mi habitación.Mi corazón dio un salto de emoción cuando recibí un mensaje en mi teléfono.Había estado esperando ansiosamente una respuesta sobre la oportunidad de ser modelo, pero la esperanza se desvaneció en un instante al leer el mensaje.No era lo que esperaba... Me dijeron que no era lo suficientemente bueno, que mi falta de carisma era un obstáculo insuperable. Aunque prometieron considerarlo, la sensación de fracaso me golpeó con una intensidad abrumadora.Las lágrimas se deslizaron por mis mejillas mientras enfrentaba la dura realidad de que ni siquiera mi apariencia podía abrirme puertas.La desesperación me envolvió como una manta fría, y por un momento, la idea de rendirme y dejar de luchar parecía tentadora. La idea de poner fin a mi sufrimiento cruzó mi mente, pero un pensamiento se interpuso: mi abuela. Imaginarla llorando por mi pérdida fue suficiente para detenerme en seco.Tras unos 20 minutos de llanto silencioso, me sequé las lágrimas y me levanté de mi cama.Miré fijamente al techo, mi mente girando en busca de soluciones. Necesitaba encontrar una forma de ganar dinero y seguir adelante, incluso si eso significaba explorar caminos inexplorados y enfrentar desafíos aparentemente insuperables.Mis pensamientos se agitaban mientras consideraba la posibilidad del trabajo en la heladería. La imagen del cartel solicitando un nuevo empleado seguía fresca en mi mente, una pequeña chispa de esperanza en medio de la desesperación que sentía.— "Tal vez debería darle una oportunidad. Podría ser un pequeño paso hacia un cambio positivo," murmuré para mí mismo, sintiendo una mezcla de ansiedad y esperanza en mi pecho.Sin embargo, mi confianza se desvanecía rápidamente bajo el peso de mis inseguridades.— "No estoy seguro de si puedo hacerlo. Quizás debería dejarlo para mi futuro yo resolverlo," pensé con dudas, dejando la decisión para después, como si esperara encontrar una solución mágica en algún momento.Decidí cerrar los ojos, buscando un respiro momentáneo de mis preocupaciones. Pero en lugar de encontrar el consuelo del sueño, fui arrastrado a un mundo completamente diferente.Cuando abrí los ojos de nuevo, me encontré en un paisaje surrealista: una vasta planicie se extendía ante mí, iluminada por una luz dorada que parecía provenir de algún lugar desconocido en el cielo.Confundido y asombrado, murmuré en voz alta.— "¿Dónde estoy?" Mis palabras se perdieron en la inmensidad del paisaje, sin obtener respuesta alguna. Una sensación de temor y curiosidad se apoderó de mí mientras contemplaba el horizonte infinito que se extendía ante mis ojos.[Fin de la introducción] ✓
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