Aunque solo era un matrimonio por conveniencia, Amelie Ashford era la esposa perfecta en todos los aspectos. Era inteligente, obediente y bien respetada. Era amable con todos y devota de su esposo. Y estaba perfectamente contenta de pasar el resto de su vida así, aunque constantemente la acosaran con la idea de quedar embarazada. Eso fue hasta que su esposo entró en su casa con una amante a su lado y eventualmente exigió el divorcio. —Muy bien —dijo Amelie con calma—, te divorciaré. Los ojos de Ricardo brillaron al escuchar a su esposa pronunciar esas palabras. Sin embargo, para su sorpresa, ella no había terminado. —Pero no te sorprendas cuando recibas una invitación a mi próxima boda. Para sorpresa de todos, Amelie de hecho se casó de nuevo, ¡y con un hombre más joven y, como resultó, más rico! Y se aseguró de que su exmarido se diera cuenta de lo que significaba perder el apoyo de una mujer como ella. _____ —Me criaron para ser la esposa perfecta de la clase alta, educada para sobresalir y permanecer alerta. Todo lo que sabía era cómo fingir una sonrisa, leer y trabajar duro para asegurarme de que nadie se atreviera a menospreciar a mi familia. Pero al final, eso fue exactamente lo que me hizo aburrida y sosa. Entonces, ¿por qué cuando mi marido decidió divorciarme, Liam se enamoró de mí en su lugar? Importante: FL no es una Mary Sue. El divorcio ocurre en la segunda parte de la novela así que cuídate la presión arterial.
Ricardo observó cómo Carrie Wright colocaba cuidadosamente las tazas de café caliente en la mesa de café de cristal frente a él con sus manos temblorosas. Siempre le había resultado fascinante lo nervioso que se ponía el personal de su esposa alrededor de él.
Sus ojos se movieron por el interior de la oficina de su esposa en el Emerald Hotel y solo un pensamiento perduraba en su mente: a ella realmente le importaba este lugar. Más que cualquier otra cosa.
—Esta habitación luce drásticamente diferente de lo que tiene en el Grupo JFC. ¿Entonces es este su intento de expresarse? Es extraño. No me siento cómodo aquí en lo absoluto.
Una vez que la secretaria de Amelie finalmente dejó la habitación, Ricardo tomó la taza de café negro humeante en su mano y preguntó con una voz objetiva:
—¿No vas a volver a la mansión en absoluto? También es tu casa, sabes.
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