—¡Sí! —exclamó Sarah Lee.
Sarah Lee se encontró en una posición difícil, pero no había nada que pudiera hacer salvo continuar, preparándose y dando media vuelta para irse.
—¡Señor William Davis, esto va a ser su muerte! —pensó ella.
Pero, ¿qué podía hacer? ¡El trabajo siempre tiene que hacerse!
—¡Señor Walker! —llamó ella.
—¿Por qué estás aquí? —preguntó al ver a la persona que entraba.
Al girarse para salir por la puerta, Sarah Lee se encontró cara a cara con Oliver Walker, sus ojos centelleando con ferviente admiración.
Ella había oído todo sobre los orígenes de la Mamba Negra de Emilia.
Y pensar que una criatura cuyas defensas ni siquiera las hojas más afiladas podían penetrar fue abatida por el hombre ante ella, ¿cuán poderoso debe ser él?
—¡Solo vine a echar un vistazo! —respondió él.
Oliver Walker sonrió levemente; le gustaba bastante la personalidad de Sarah Lee, y ahora que ella estaba con Mike, sabía que eran felices.
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