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"El Renacer en Runaterra"

Título: "El Renacer en Runaterra" En un giro místico del destino, un hombre se encuentra arrojado a un mundo de fantasía legendario conocido como Runaterra. Sin entender cómo o por qué, se despierta dotado de habilidades físicas y mágicas que desafían toda lógica. Pero lo que comienza como un viaje de autodescubrimiento pronto se convierte en una epopeya de proporciones inimaginables. En este vibrante mundo lleno de magia, criaturas fantásticas y culturas diversas, nuestro protagonista se ve inmerso en un viaje intrincado y emocionante. A medida que explora sus nuevas habilidades, descubre que hay fuerzas más oscuras en juego, tejiendo hilos de intriga y misterio en cada esquina de Runaterra. NA: El recuento de palabras por capítulo debe estar entre 2500 y 3000 palabras. ¡Actualizaciones diarias!

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CAPITULO 2

En mi pueblo, en la región de Ionia, nacer con el nombre de Quetzulkan siempre ha sido algo inusual. Desde que tengo memoria, la serpiente ha sido venerada aquí como un símbolo de sabiduría y poder. Crecí rodeado de relatos sobre la grandeza de las serpientes emplumadas, seres mitológicos que se elevaban entre los dioses y los hombres.

Mi propia historia comenzó en un día caluroso de verano, cuando la luz del sol filtraba a través de las hojas de los árboles y los ríos serpentinos que surcaban nuestra tierra parecían cobrar vida con cada reflejo. Mi madre me contó que el día en que nací, una serpiente emplumada se posó en el umbral de nuestra humilde morada, como si estuviera bendiciendo mi llegada al mundo.

Desde entonces, mi vida ha estado marcada por una sensación de destino. A medida que crecía, sentía que había algo más grande esperándome, algo que estaba más allá de las fronteras de nuestro pequeño pueblo. Mis padres me contaban historias sobre los héroes que habían llevado el nombre de Quetzulkan en tiempos antiguos, y sentía que yo también estaba destinado a algo extraordinario.

A medida que pasaban los años, me sumergí en el estudio de nuestras tradiciones y mitos. Aprendí sobre la sabiduría de las serpientes emplumadas, sobre su capacidad para renovarse y transformarse. Me encontraba atraído por la dualidad que representaban, su capacidad para ser tanto criaturas de luz como de sombra.

Con el tiempo, me convertí en un líder en mi comunidad, buscando guiar a mi pueblo hacia un futuro de prosperidad y armonía. Aunque a veces enfrentaba desafíos y adversidades, siempre sentía la presencia de las serpientes emplumadas a mi lado, recordándome que estaba siguiendo el camino correcto.

Ahora, mientras reflexiono sobre mi vida y mis logros, sé que el nombre de Quetzulkan ha sido más que un simple título para mí. Ha sido mi guía, mi inspiración y mi destino. Y aunque el futuro pueda ser incierto, sé que siempre llevaré el espíritu de las serpientes emplumadas conmigo, listo para enfrentar cualquier desafío que se interponga en mi camino.

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Desde joven, siempre supe que era diferente. Como vastaya, tenía un vínculo especial con la naturaleza y la magia que fluía a través de nuestra tierra. Mientras mis compañeros de pueblo se deleitaban en las enseñanzas de nuestros ancestros sobre el equilibrio y la armonía, yo sentía una conexión más profunda, como si la misma esencia de la naturaleza resonara en mi interior.

Descubrir mi talento para la magia fue un momento revelador. Desde que era niño, había sentido una atracción irresistible hacia los misterios del cosmos y las energías que lo impregnaban todo. Pronto me di cuenta de que tenía una habilidad excepcional para manipular estas energías, para dar forma a la realidad a mi alrededor de formas que otros solo podían soñar.

Pero mi conexión con la naturaleza no se limitaba solo a la magia. Desde que era joven, había sido consciente de una fuerza monstruosa latente dentro de mí, una fuerza que podía convocar en momentos de necesidad extrema. Era como si los mismos espíritus de la tierra y el cielo me otorgaran su poder, confiando en mí para proteger nuestro hogar y nuestro pueblo.

Además de mi fuerza y mi magia, descubrí que tenía una mente aguda y una capacidad excepcional para aprender y recordar. Podía absorber conocimientos con una rapidez asombrosa, memorizando cada detalle con una precisión fotográfica. Esta capacidad me permitió dominar las artes de la guerra y el combate con facilidad, a pesar de vivir en un pueblo pacífico.

Mi adaptabilidad también era una de mis mayores fortalezas. Podía cambiar y adaptarme a cualquier situación o entorno con facilidad, como si estuviera en perfecta armonía con el mundo que me rodeaba. Y mi resistencia a los venenos y enfermedades era legendaria entre mi gente, una bendición que me permitía enfrentar incluso a los enemigos más peligrosos sin temor.

Así que, mientras mis compañeros de pueblo seguían su camino en busca de la paz y la tranquilidad, yo me encontraba preparado para un destino diferente. Sabía que mi camino me llevaría a lugares que solo había imaginado en mis sueños más salvajes, pero estaba listo para enfrentar cualquier desafío que el destino me lanzara. Porque soy Quetzulkan, el vastaya que está destinado a dejar su huella en el mundo.

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A medida que Quetzulkan crecía y se desarrollaba, su corazón latía con un deseo ardiente de aventura y gloria. Aunque amaba profundamente a su pueblo y sentía una fuerte responsabilidad hacia él, anhelaba algo más que la vida tranquila de un líder local. Sus padres y sus compañeros de pueblo veían en él un potencial extraordinario, un líder nato con habilidades y talentos que trascendían los límites de su pequeña comunidad.

Aunque Quetzulkan guardaba sus ansias de grandeza en lo más profundo de su corazón, sus seres queridos lo conocían mejor de lo que él mismo se conocía. Sabían que su deseo de proteger y liderar a su pueblo estaba equilibrado con una ambición innata de alcanzar las estrellas y dejar su huella en el mundo.

Por eso, en un acto de confianza y fe en su potencial, el pueblo de Quetzulkan tomó una decisión audaz. En una reunión clandestina, los ancianos y líderes de la comunidad acordaron enviar a Quetzulkan a la capital de Ionia, la ciudad más grande y poderosa de la región. Decidieron esto a sus espaldas, conscientes de que Quetzulkan nunca abandonaría voluntariamente su hogar, especialmente en un momento de incertidumbre como el que enfrentaba Ionia.

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Aunque el pueblo de Quetzulkan se enorgullecía de su pacifismo y armonía con la naturaleza, la realidad era que vivían en un mundo lleno de peligros y desafíos. A lo largo de los años, habían enfrentado amenazas de bandidos locales, bestias del bosque y otros que buscaban causar daño y caos en su comunidad tranquila.

Para protegerse, el pueblo mantenía una milicia entrenada y lista para actuar en caso de emergencia. Entre los miembros de la milicia, Quetzulkan destacaba por su habilidad excepcional en la lucha y su destreza en la supervivencia. Era conocido en todo el pueblo como el guerrero más valiente y experimentado, siempre dispuesto a enfrentarse a cualquier desafío que se interpusiera en su camino.

Cuando el rumor de la inminente invasión de Noxus comenzó a circular, el pueblo vio en Quetzulkan no solo a su líder más destacado, sino también como un símbolo de honor y valentía. Reconocieron que su presencia en la capital de Ionia no solo sería una muestra de apoyo en tiempos de guerra, sino que también representaría el espíritu y la determinación de los vastaya en la lucha por la libertad y la justicia. Por eso, decidieron enviar a Quetzulkan a la capital bajo el pretexto de brindar ayuda y apoyo, sabiendo que su presencia sería un testimonio del compromiso del pueblo con la causa común de defender su hogar y sus valores.

Quetzulkan aceptó el desafío con humildad y determinación. El antiguo líder del pueblo y otros miembros influyentes ya habían tomado medidas para comunicarse con la milicia de la capital, asegurando que su guerrero más destacado fuera recibido con los brazos abiertos y reconocido por su valentía y habilidad en la batalla. Así, Quetzulkan se preparaba para emprender un viaje hacia lo desconocido, listo para representar a su pueblo con honor y coraje en la capital de Ionia.

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Al día siguiente, el día de mi partida hacia la capital de Ionia, fui despedido por mi familia con una mezcla de orgullo y preocupación en sus ojos. Mis padres, figuras imponentes y nobles entre los vastaya, me abrazaron con fuerza, transmitiéndome su amor y su confianza en mis habilidades. Mi madre, con sus escamas azules relucientes y una mirada llena de sabiduría ancestral, y mi padre, con sus alas coloridas y sus ojos llenos de determinación, me instaron a seguir adelante con valentía y honor.

Junto a ellos, estaba mi hermano menor, un pequeño torbellino de energía y curiosidad, con rasgos que combinaban lo mejor de ambos padres. Sabía que lo extrañaría durante mi ausencia, pero también estaba seguro de que lo dejaría en buenas manos.

Mi apariencia era un reflejo de mis raíces vastaya y la influencia de mis padres. Mis orejas y alas eran características de mi linaje, pero mi cuerpo estaba marcado por la influencia reptiliana, con escamas doradas que adornaban mis brazos y piernas, y una larga cola emplumada que se mecía con gracia a mi paso.

Mis alas, grandes y majestuosas, estaban decoradas con un plumaje que mezclaba los tonos rojos y azules, reflejando mi conexión con el cielo y la tierra. Mis ojos, de un verde profundo, reflejaban la determinación y la pasión que ardía dentro de mí.

Tenía el cabello verde oscuro, una manifestación de mi conexión con la naturaleza, y llevaba algunos tatuajes en el pecho y la espalda, cada uno con un significado especial y una historia que contar. Además, adornaba mi cuerpo con algunos accesorios, símbolos de mi identidad y mi herencia vastaya.

Así, con mi familia a mi lado y mi corazón lleno de determinación, me preparé para emprender el viaje hacia la capital de Ionia, listo para enfrentar los desafíos que me esperaban con coraje y honor.

Mientras Quetzulkan se despedía de su pueblo, rodeado por los vitores y los buenos deseos de sus conciudadanos, una figura diminuta se abalanzó sobre él, saltando sobre sus amplios hombros. Era una joven, pequeña en comparación con la imponente estatura del protagonista, pero para los demás, apenas una sombra de baja estatura. Su cabello blanco y corto ondeaba al viento, y sus rasgos, aunque tenues, revelaban su linaje vastaya, aunque mezclado con la humanidad.

La historia de la joven era una antigua leyenda en el pueblo. Abandonada en el bosque en su infancia, había sido salvada de una muerte segura por Quetzulkan, quien la había llevado a la comunidad vastaya y había logrado que fuera aceptada a pesar de su sangre mixta. Aunque algunos residentes miraban con desprecio su presencia, ella se aferraba a Quetzulkan, su protector y guía.

Sin decir una palabra, la joven vastaya se abrazó a Quetzulkan, escondiendo su rostro detrás de él mientras ambos dejaban el pueblo atrás. Cuando estuvieron fuera de la vista de los demás, Quetzulkan la sujetó en sus brazos y la abrazó con ternura, compartiendo un beso cargado de amor y afecto. En un susurro, la joven preguntó si Quetzulkan volvería algún día. Con seguridad y determinación, él le prometió que siempre regresaría a ella.

Después de algunas palabras reconfortantes, la joven regresó al pueblo con lágrimas en los ojos pero una sonrisa en los labios, reconfortada por las promesas de Quetzulkan. Mientras él se alejaba cada vez más de su hogar, Quetzulkan no sabía que su destino lo llevaría de regreso mucho antes de lo que esperaba.

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A lo largo de mi viaje desde mi pueblo hacia la capital de Ionia, me encontré con una variedad de personajes y acontecimientos que marcaron mi camino de maneras diversas. Uno de los seres más notables que encontré fue un individuo amable y en armonía con la naturaleza, que se hacía llamar el Padre de los Bosques, Ivern. Durante nuestro tiempo juntos, Ivern me enseñó a profundizar en mi don del control de la naturaleza, mostrándome cómo utilizarlo de manera más efectiva. Aunque en algunos momentos nos separamos, siempre podía sentir su presencia cerca, una sensación reconfortante en mi viaje solitario.

En mi travesía, pasé por varios pueblos, donde tuve encuentros breves con diversos personajes. En uno de estos pueblos, me encontré con una joven misteriosa de cabello negro y antifaz verde, moviéndose con sigilo por los callejones. Aunque me intrigó su presencia, decidí seguir adelante sin interactuar con ella, centrado en mi objetivo.

Sin embargo, mi camino estuvo marcado por un encuentro casi desafortunado con los Ninjas de las Sombras de Zed, quienes me atacaron sin previo aviso. Antes de que pudiera tomar represalias, fui salvado por una pareja de vastayas: Rakan el Encantador y Xayah la Rebelde. Después de una breve conversación y de conocer mi identidad, se mostraron más amigables, y juntos enfrentamos a nuestros atacantes. Nuestros caminos se separaron poco después, pero el encuentro dejó una impresión duradera en mí.

Durante mi viaje, también experimenté extrañas desapariciones de comida y objetos simples, lo que me llevó a sospechar que alguien me seguía. Sin embargo, pronto descubrí la verdad detrás de estos eventos cuando un misterioso portal azul apareció y una pequeña mano salió de él para robar mi comida. Después de varios intentos fallidos de atrapar al ladrón, decidí enseñarle una lección usando chiles picantes en mi comida. La noche en que intentó robar nuevamente, escuché un grito femenino en el bosque.

Fue entonces cuando apareció una niña con aspecto infantil, cabello naranja, rosado y azul con ojos brillantes, vestida con ropas coloridas y extravagantes. Aunque inicialmente me reí de su desgracia, mi diversión se convirtió en sorpresa cuando ella me lanzó un proyectil tan rápido que apenas pude esquivarlo. El golpe me dejó aturdido, y me desmayé.

Al despertar al día siguiente, me encontré colgadoboca abajo en un alto árbol, con mis pertenencias esparcidas y colgadas a mialrededor. Aunque mi viaje hacia la capital de Ionia había sido lleno dedesafíos y sorpresas.

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Al llegar a la capital, Quetzulkan notó de inmediato la ausencia de actividad militar que esperaba encontrar. Aunque algunos soldados estaban presentes, la falta de movimiento y preparación lo desconcertó. Sin embargo, decidido a cumplir con su deber, se dirigió al templo de Placidium en busca de respuestas.

Dentro del templo, la escena era aún más sorprendente. En lugar de encontrar una atmósfera de urgencia y preparación para la inminente invasión de Noxus, descubrió que los presentes estaban inmersos en estudios filosóficos, como si estuvieran completamente desconectados de la realidad del conflicto que se avecinaba. Aunque esto lo desconcertó, Quetzulkan no permitió que la desilusión lo detuviera y continuó su camino hacia el Consejo Kinkou.

Allí, fue recibido personalmente por el destacado Maestro Yi y los miembros del consejo. Desde su perspectiva, Maestro Yi reconoció el potencial de Quetzulkan como un guerrero poderoso, aunque aún inmaduro. Sin perder tiempo, decidió guiar personalmente a Quetzulkan, reconociendo el valor que podría aportar a la protección de Ionia con el entrenamiento adecuado.

Cuando el líder del Consejo Kinkou vino personalmente a recibirme, me invadió una sensación extraña. Observándolo, percibí inmediatamente su aura como la de un formidable oponente. A pesar de que confiaba en mis habilidades físicas para enfrentarlo, me desconcertó la dificultad de encontrar un punto débil en él, a pesar de su apariencia delgada. Era un enigma fascinante.

Durante nuestra conversación, el Maestro Yi me habló sobre los planes de Ionia para resistir con honor la invasión de Noxus. Sin embargo, también me reveló la presencia de numerosos espías y la inclinación de algunos ancianos de Ionia hacia la paz con Noxus, buscando negociaciones antes del estallido del conflicto. Esta información me dejó reflexionando sobre la complejidad de la situación política y la necesidad de ser cautelosos en nuestros movimientos.

Cuando Quetzulkan y los demás reclutas llegaron a los cuarteles de Placidium, la escena que se presentó no fue la que esperaban. Solo unos pocos soldados estaban presentes, algunos aún entrenando mientras que otros parecían estar ausentes. Aunque podrían sumar unos cientos, tal vez mil soldados en total, la comparación con los rumores sobre el ejército de Noxus los dejaba en clara desventaja. Era evidente que esta fuerza sería insuficiente para enfrentar una invasión a gran escala.

Sin embargo, en lugar de sucumbir al miedo, Quetzulkan sintió cómo el coraje se apoderaba de él. Se armó aún más de valor, consciente de que la protección de su hogar y su familia estaba en juego. Estaba dispuesto a defender su tierra natal, ya fuera con estos pocos soldados o incluso solo si fuera necesario. Su determinación ardiente era un recordatorio de que, incluso en las circunstancias más desafiantes, el coraje y la voluntad de luchar podían ser las armas más poderosas.

NA: La imagen de la apariencia de Quetzulkan.

Y si se lo preguntan, si el aspecto de Quetzulkan es hecho por IA, y tambien ignore las segunda cola, solo tiene una :3.