—Uhm, tal vez intenta hacer lo mismo. Luego puedes mandarlo a un veterinario —sugirió.
—¿La cápsula hará que el gato crezca musculoso como Blackguard? —Un animal anormalmente grande había generado preguntas y curiosidad, pero si añadía otro, la gente estaría curiosa. Quién sabe si un científico loco o un genetista avaro vendría y la secuestraría porque querían lo que ella usaba para potenciar los genes de los animales.
—Anfitriona, no estás en posición de dudar, necesitas decidir ahora mismo si lo vas a salvar o lo dejarás morir. Algunas personas están viniendo hacia aquí ahora mismo. Parece que es ese ministro al que te gusta molestar —dijo.
Abrumada, empujó una cápsula en la boca del gato blanco peludo y le echó agua por la garganta.
Los pasos apresurados crujiendo las hojas secas contra el suelo la cansaron. Sabía quién era, pero una pequeña parte de su cerebro no podía evitar preocuparse. ¿Y si el asesino estaba volviendo para revisar a su presa?
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