Yingbao también estaba ocupada preparando pastillas medicinales para su padre.
Estas pastillas se hacían al vapor, mezclando pasta de dátiles, pasta de frijoles rojos y harina de trigo, amasándolas en pequeñas bolas aproximadamente del tamaño de huevos de ave, e incorporando wu ding zhi.
Preparó cincuenta en total, suficientes para que su padre consumiera una cada día, y hasta sobraron algunas para sus tíos.
El día que comenzaron a trabajar, antes del amanecer, los aldeanos recogieron palas, martillos y cestas, algunos cargando yugos, llegaron a la casa de Jiang Sanlang y lo llamaron para que se uniera a ellos.
Jiang Sanlang también cargó un yugo, puso sus herramientas y ropa de cama sobre él y se mezcló con la multitud con su hermano mayor y el segundo, que cargaban las mismas cargas.
Yingbao se levantó temprano para estar con su madre en el patio y despedir a su padre.
—Madre, ¿dónde va a trabajar papá en el río? —preguntó Yingbao.
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