—Bueno, al menos las cadenas te repararon bien. Vamos.— dijo Yondra.
—¿Qué pasa con los demás?— preguntó Rainer.
—Buena pregunta. —se burló Yondra, mirando a sus colegas que aún no se habían movido—.
—Mi Asistente Nilla murió a manos de la criatura fúngica. No tengo ninguna obligación hacia ninguno de estos niños. Ya fracasé en protegerme a mí misma, cuidar de alguien más está fuera de discusión. —dijo Gaakhu.
—Lo siento, Onma, pero el Profesor Gaakhu tiene razón. —dijo Ellkas— Te prometo que si logro escapar de aquí, enviaré a todo el ejército a tu rescate. Si falló, espero que seas capaz de matarme, porque sea lo que sea que los Odi tengan planeado para nosotros estoy seguro de que es peor que la muerte.
—¡Pero todos ustedes son poderosos magos!— balbuceó Rainer. La voz de Quylla llamándolo cobarde todavía resonaba en su cabeza, impulsándolo a ser un mejor hombre— ¿Realmente no hay nada que puedan hacer?
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