En la habitación de Alex.
Abi finalmente abrió los ojos. Miró a su alrededor y vio a un hombre sentado allí junto a la ventana con las piernas cruzadas, pareciendo un emperador de antaño. No, ¿un dios guapo?
—Estás despierta —su profunda voz resonó en sus oídos y lo vio caminar con gracia hacia ella. Se inclinó y su rostro perfecto flotó sobre ella.
Los eventos en la mazmorra comenzaron a retornarle lentamente a medida que su cerebro empezaba a comprender lo que había sucedido: que alguien más estaba allí con ella, que sintió como algo la estrangulaba, que había intentado pedir ayuda pero no pudo y que luego perdió la conciencia.
Abi cerró los ojos nuevamente para evitar llamarlo por su nombre. Pero luego sintió sus dedos fríos tocar su mejilla.
—¿Estás bien? —oyó que él preguntaba—. ¿Debo llamar a los médicos para que vengan?
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