—Ya no puedo ir con ustedes dos. Las retrasaré... ¡Ustedes dos, corran! —Dahai se detuvo y se dio la vuelta mientras el sudor le caía de la cara.
—Gran estúpido. No puedes quedarte. ¡Ya has estado expuesto, así que te matarán! —Pudín negó con la cabeza y trató de detenerlo.
—No te preocupes. Soy fuerte. No son rival para mí. Corre, Pudín. ¡Dirígete hacia el Sur y no mires atrás!
El tiempo se acababa rápidamente. Dahai decidió que sería mejor si se quedaba atrás y detenía a la gente que los perseguía.
—Gran estúpido... —Pudín comenzó a llorar.
—Deprisa. No pierdas el tiempo. Tienes que encontrar a tu papi. No olvides agradecerme con un montón de dinero... Lo necesito para la operación de mi madre. —Dahai todavía recordaba la promesa de Pudín de antes.
Esto conmovió a Pudín él porque la trataba con respeto. Tomó sus palabras en serio.
Pudín tomó la mano de Porotito y corrieron hacia el sur.
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