Wei Ting rápidamente abrió la puerta para él.
—Cuñado, ¿de verdad ya te levantaste? —Su Ergou se rascó la cabeza.
—Acabo de despertar. ¿Qué pasa? —preguntó Wei Ting.
—Oh, hermana me pidió que te enviara una cesta de panecillos. ¿Quieres bajar a comer con nosotros? —Su Ergou le entregó la vaporera.
—No, comeré en la habitación —dijo Wei Ting.
Su Xiaoxiao y los demás tenían que hacer negocios y comían rápido. Si él se sentaba con ellos, estaría solo poco después. Además, tenía que cuidar a los tres pequeños de al lado.
—Ponlo en la habitación de tu hermana —dijo Wei Ting.
—¡Ay, está bien! —aceptó Su Ergou.
Su Xiaoxiao casi había terminado de comer en el vestíbulo. Tenía la libertad de elegir dónde sentarse. Justo podía ver sus habitaciones y la de Wei Ting. Las otras dos habitaciones estaban en una esquina, que era su punto ciego.
Echó un vistazo a Wei Ting en la pasarela.
Wei Ting entró a su habitación con la habitación de los tres pequeños con una expresión tranquila.
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