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General, tu esposa solicita que vuelvas a casa para la agricultura

—Su Xiaoxiao estaba tomando una siesta, pero abrió los ojos para descubrir que había transmigrado y ahora estaba en el cuerpo de una chica regordeta. De ser una digna doctora militar, se convirtió en una glotona y una holgazana. Además, solía aterrorizar a la gente del pueblo junto a su padre y su hermano. Por eso nadie en millas a la redonda estaba dispuesto a casarse con ella. Aunque su familia consiguió organizar un matrimonio con una familia ilustre, el novio huyó el día de la boda. Cuando su padre dijo que le iba a conseguir un marido, no esperaba que fuera literalmente, capturando a Wei Ting con un saco después de que él estuviera exhausto de luchar contra los bandidos. Su Cheng le sonrió misteriosamente a su hija. —Papá tiene buenas noticias y malas noticias. ¿Cuáles quieres oír primero? —Cualquiera. —He capturado un marido para ti. ¡Es cien veces más guapo que He Tongsheng! ¡Definitivamente te gustará! —Entonces, ¿cuál es la buena noticia? —preguntó ella en un aturdimiento. Su Cheng decidió seguir la corriente y cambió sus palabras. —La buena noticia es que ya no tienes que dar a luz más. ¡Mi yerno ya nos ha dado hijos! Después de casarse, Su Xiaoxiao llevó una vida ajetreada mejorando a su padre gangster y a su hermano menor, salvando la vida de su guapísimo marido y criando a sus tres traviesos… Además, inesperadamente, ¡se convirtió en una de las damas más poderosas de la Dinastía Yan!

Pian Fangfang · 综合
分數不夠
533 Chs

Sorpresa

—Su Cheng se quedó en el rancho equino durante unos días y aceptó el bombardeo de los dos grandes magnates. Finalmente, hoy, logró resistir tres movimientos de Su Shuo.

—Habían hecho una apuesta antes. Si lograba resistir tres movimientos de Su Shuo, lo dejarían volver por la noche.

—Su Shuo cumplió su promesa.

—Su Cheng montó su caballo y no podía esperar para regresar a la Calle Flor de Pera.

—Estos días, no había sido un saco de arena para los dos por nada. Tenía un salario de diez taeles al día. Si actuaba bien, serían veinte taeles. Si no, ¿por qué estaría dispuesto a quedarse allí?

—¡Ya había ganado cien taeles!

—Había comprado un par de auténticos abalorios de jaspe para su hija. ¡Iba a darle una sorpresa más tarde!

—Cuando llegó a la entrada del callejón, se bajó del caballo y lo llevó hasta la puerta.

—Miró dentro primero. Después de confirmar que nadie estaba en el patio frontal, llevó silenciosamente al caballo adentro.

—El caballo resopló.

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