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Tutelaje

Hace días que quiero empezar con las técnicas de bastón reales. Es cierto que aún me queda mucho por practicar combinando movimientos. Pero el instructor de bastón nos dijo que podíamos empezar después de los básicos. Nos recomendó que habláramos con él cuando estuviéramos listos. Hoy es el día que iba a venir a la zona de entrenamiento. Así que voy hacia allá, con el bastón en la espalda.

Las chicas me han hecho una especie de funda sencilla que se ata a la espalda. Resulta útil para llevarlo. Podría usar un anillo de carga. O el Almacén directamente. Pero es mejor que no se sepa que poseo ninguno de los dos.

Noto miradas hacia mí en la zona de entrenamiento. Como siempre. Hay dos especialmente intensas. Me lo temía. Ha sido sospechoso cuando las gemelas han dicho que tenían cosas que hacer. Ahí están. Entrenando. Y mirándome de reojo. Diría que incluso sonríen.

Como la última vez, no son muchos los que están esperando al instructor. A algunos los reconozco de la última vez. Incluso hay quienes me saludan con una leve inclinación de cabeza. Les devuelvo el saludo. Supongo que al usar la misma arma, hay cierta cercanía. Aunque otros me ignoran. Una incluso me mira con desdén. Ni que le hubiera hecho algo. Tampoco importa mucho.

El instructor llega a la hora exacta. Empieza con una charla igual a la ocasión anterior. Los que ya la escuchamos, nos quedamos entrenando.

–¿Quieres practicar?– me ofrece un estudiante pelirrojo.

Su pelo, cejas, pestañas e incluso ojos son anaranjados. Su nariz es algo grande. También está en la primera etapa. Lleva un bastón de entrenamiento.

–Claro. Soy Kong– acepto.

–Dai Quon– se presenta él.

Cojo también un bastón de entrenamiento. No sería razonable que yo luchara con mi bastón. Es mucho mejor que el de entrenamiento. En circulación de qi y dureza.

Intercambiamos golpes con el bastón. Sin ninguna técnica especial. En cada golpe, protegemos el bastón con qi. Y reforzamos el golpe. Pronto, queda claro que tengo mucha ventaja. Él apenas controla dos puntos de qi a la vez. Yo estoy en cinco. Y podía hacerlo con más.

Después del último choque, baja el bastón. Está sudando. Sus brazos le tiemblan un poco. Al no poder competir con qi, su cuerpo ha sufrido más.

–Realmente eres bueno. Joder, ¿cómo lo haces? Ya dominas cinco. Yo dos, y gracias– me pregunta, quejándose.

 No parece enfadado. Quizás un poco decepcionado. Con él mismo.

–Con mucha práctica– reconozco.

–Ya, ya lo imagino. ¿Pero cómo tienes tiempo? Aún tengo que hacer misiones para conseguir un bastón decente, y tú ya tienes uno. De verdad, ¿de dónde sacas el tiempo?

No noto malicia en su voz. Parece genuino su interés. Me temo que solo puedo decepcionarlo. Tengo dos ventajas. Una son las chicas. Puedo entrenar con ellas y absorberles qi. Aunque no puedo hablar de ello. La otra es mi "trabajo".

–Tengo suerte de tener un poco de habilidad copiando manuales. Eso da bastantes puntos– confieso.

–¡Eso es trampa! Ains… Bien por ti. Me das bastante envidia. Ja, ja– se acaba riendo, dándome unas palmadas amistosas en la espalda.

No parece mal tipo. Es amigable. Supongo que si no, no me hubiera ofrecido practicar con él. No me hubiera ni dirigido la palabra. Me recuerda un poco a Xu Siyu. También se me puso a hablar. En la cola para el interrogatorio. Y luego ha venido a los combates.

Está un rato quejándose de lo poco que pagan las misiones. La mayoría son de eliminar algunas bestias. Y traer carne, pieles y núcleos. Esto último si lo tienen. Han de estar en el equivalente de Alma. No sería fácil hacerlo solo. Por eso van en grupo. Quizás sería interesante coger alguna misión. Puedo ir con las chicas. Y conseguir carne para nuestras mascotas. Aunque comprarla es cómodo.

No se calla hasta que sale el instructor de la charla. Ahora nos va a evaluar uno a uno. A darnos consejos. Para eso hemos venido muchos. Es muy útil tener a alguien que te guíe. Aunque las chicas a mí me han ayudado bastante. Sus experiencias al controlar qi con sus armas me han resultado muy útiles. Sus problemas y los míos. Discutirlos. Compararlos.

–No vas mal. Lo que te hace falta es práctica. Deberías llevar siempre un bastón, aunque no sea de gran calidad. Cuando tengas qi de sobras, practica. Estés donde estés. No te preocupes si las condiciones no son las mejores. Cuando tengas que usarlo en combate, nunca lo serán– le explica a Dai Quon.

Me cae bien. Muchos instructores son bastante arrogantes. Incluso déspotas. O gruñones. Parece que dar un consejo les cueste un ojo de la cara. Él, en cambio, es bastante atento. Da la impresión de que realmente se preocupe de que aprendamos. Al menos, no te hace sentir culpable por no ser perfecto.

Cuando acaba con Dai Quon viene hacia mí. Bueno, estábamos al lado. Me pide que demuestre mi control de qi. Veo que abre bastante los ojos.

–Bien, bien. Realmente me has sorprendido, muchacho. Has debido entrenar mucho. ¿Qué tal los movimientos básicos?– me pregunta.

Parece entusiasmado. Por mí. Resulta extraño. Y extrañamente reconfortante.

–He practicado todos los movimientos básicos, aunque me falta acabar de dominar algunos– reconozco. Sobre todo me falta en los que no puedo probar en la cabaña.

–Oh. Bien, bien. Muéstramelos. Usa tu bastón, deja el de entrenamiento. El resto observad. Es instructivo aprender de los errores de otros.

Oh, vaya. Ahora van a estar todos mirándome. Bueno, no puedo negarme. Supongo que no será peor que cuando las chicas se ríen de mí. Aunque sé que en ellas no hay mala intención.

El instructor coge un bastón de entrenamiento. En eso está en desventaja. Aunque ni mucho menos suficiente para compensar la diferencia de cultivación y habilidad. Se pone en una posición básica de defensa.

Yo saco el mío. Lo miro algo indeciso.

–Solo usa los movimientos. No te preocupes de nada más. Ni de defenderte. No te preocupes, no puedes hacerme daño– me insta, con una sonrisa desafiante al final.

Respiro hondo y ataco. Cogiendo el bastón por un extremo, de arriba abajo. Añadiendo qi en el punto de contacto. Él lo bloquea con facilidad. Su qi es abundante. El bastón de entrenamiento es sin duda más que suficiente. Me da la sensación de que incluso podría usar una ramita en lugar de un bastón.

–El movimiento es bueno, pero un poco brusco. Usas demasiada fuerza y qi al principio. Debes ir añadiendo más mientras cae y menos al inicio. Eso además te permitirá cambiar la dirección con más facilidad. Prueba otra vez– me alecciona.

Eso hago. La verdad es que resulta más natural.

–Bien. Mejor. Un poco de qi más al final, en una pequeña explosión. Debes practicar con varios niveles de qi en todas las fases. Incluso variarlo. Eso te ayudará a comprender los efectos. Con el tiempo, conocer las variaciones te será tan fácil como caminar. Muchas veces, tendrás que adaptarte a la situación y al oponente, así que es fundamental estar familiarizado– me explica a mí, pero también al resto –. Otro movimiento.

Supongo que tendré que meditar con calma sus palabras. Ahora no tengo tiempo. Cambio a un ataque horizontal. Como si quisiera ensartarlo con una lanza. Añado qi en la punta, para lo que tiene que ser un golpe seco y contundente. El instructor coloca su bastón en perpendicular al mío. Añade qi en el punto del impacto. No sé muy bien cómo lo hace. El qi para el golpe como si fuera un cojín. Como si estuviera acolchado. No sé cómo de difícil será bloquear así. Tener ese dominio de qi.

–Se nota que has practicado. Aquí el qi tiene que ser muy explosivo al final. Y al principio para ayudar en el impulso. Además, te falta práctica en situaciones concretas. Debería haber sido aún más potente la explosión final en este caso, para lidiar con un bloqueo con bastón. Pero en general, no está mal. Prueba otro– me medio elogia esta vez.

Voy probando todos los golpes explicados en el manual básico. Nos lleva un rato. En ningún momento pierde la paciencia. No deja de dar consejos. Parece incluso disfrutarlo.

La mayoría de los estudiantes de bastón se han quedado mirando. Parecen interesados. Supongo que por los comentarios del instructor. Me pone un poco nervioso. Algunos se han ido. Han sido pocos.

–Mucho mejor de lo que esperaba. Bien. Eres bastante prometedor– me alaba –. ¿Qué tal combinados?

Hubiera preferido que no lo hubiera hecho. Un par me miran con mala cara. Ya no les gustaba que estuviera practicando así con el instructor. ¿Envidia? Puede ser. Tampoco hay para tanto. Parecen niños.

–He practicado un poco, pero aún me queda mucho.– soy honesto.

–Déjame verlos– prácticamente me ordena.

Se pone de nuevo en posición defensiva. Diría que hay incluso pasión. Nah. Me los estoy imaginando. ¿Quién se va a fijar en un ex-esclavo? Aun gracias que se toma la molestia de enseñarme.

Ataco de arriba a abajo. Cuando bloquea, roto el bastón sobre el punto de impacto, para intentar alcanzarlo en el estómago. Lo evita dando un paso atrás. Estoy seguro de que podía haber incluso evitado que hiciera el segundo movimiento. Sonríe. No parece que se esté burlando. ¿Le divierte? Me indica que continúe.

Pruebo con el horizontal, seguido de un golpe en la pierna. Claro que no le doy. Pruebo a chocar bastones, y rotar para darle en la mano. Incluso intento enlazarlo con una patada. Aunque no es muy fluido. El qi no pasa con facilidad de un movimiento a otro. Eso me hace gastar más qi. Los hace más lento. Menos poderosos.

–Bien. Suficiente. Te falta practicar, pero vas por buen camino. Creo que te has dado cuenta cuando el qi no fluía, ¿verdad?– confirma.

–Sí– reconozco.

–Bien. No practiques los básicos, excepto si quieres comprobar algo. Practícalos combinando. Así aprovechas mejor el qi, y entrenas dos conceptos a la vez. También te iría bien elegir una par de técnicas avanzadas de bastón. ¿Has pensado en alguna? Es mejor ir alternando, no obcecarse en solo una faceta. Pero tampoco demasiadas a la vez. Bien, veo también que has practicado una técnica de movimiento. Eso siempre es bueno– me evalúa.

Me sorprende que sea tan preciso. Supongo que ha visto a muchos estudiantes. Que para él es fácil descubrirlo. La verdad es que no tengo ni idea de cómo se ha dado cuenta de la técnica de movimiento. No la he usado. ¿O sí? Al menos, no lo he hecho conscientemente.

–Aún no me he decidido por ninguna. Era una de las razones por las que he venido hoy– admito.

–Bien, bien. No eres demasiado impaciente y sabes escuchar. Eso está bien. Lo mejor sería una defensiva y otra ofensiva. Debes tener al menos una de cada. Una vez tengas un mínimo dominio de ellas, verás más claro qué te falta. Con qué te adaptas mejor. Como ofensiva… Mmmm… Bien… Quizás Bastón fantasma, o Golpe estremecedor. Échales un vistazo, creo que se te ajustarán bien, pero no dudes en coger otra si te llama la atención. Lo importante es que te sientas cómodo– me sugiere.

Le gusta repetir "bien". Resulta curioso. La verdad es que agradezco sus sugerencias. Aunque no hay tantas técnicas de bastón como de otras, tampoco son pocas. Me hubiera costado decidirme.

–En cuanto a defensivas, quizás Rotación suprema. Extensión de qi también estaría bien. No es exclusiva de bastón, pero se adapta bien– sigue hablando.

Aún no las he visto, pero me atrae mucho más Extensión de qi. Con suerte, podría compartirla con las chicas.

–Muchas gracias por su tutelaje– le agradezco, haciéndole una reverencia.

–Ja, ja. Bien, bien. También eres respetuoso. Eso está bien. Siempre es bueno dar algunos consejos a estudiantes prometedores. Estoy deseando ver hasta dónde puedes llegar. Bien, bien.

Parece contento. No sé si es bueno que tenga expectativas sobre mí. Espero eso que no me cause problemas. Sin contar los golpes que me ha dado en el hombro, claro. Duelen un poco.

–Ja, ja, no va a tener mucho futuro. No solo es un esclavo, sino que usa un arma inferior– se burla un estudiante.

Si antes lo pienso… Me giro. Quien habla está en la misma etapa que yo. Usa una espada. Todos mis "compañeros" de bastón lo miran hostiles. Incluso los que me miraban mal a mí. Lo del enemigo común funciona.

–¿Qué miras? ¿Crees que podrías siquiera aguantar treinta segundos contra mí?– me reta.

Sí, lo estaba mirando. Aunque más por curiosidad. Me parece una provocación infantil. Mejor lo ignoro.

–Oh, eso parece una buena idea. ¿Por qué no comparáis movimientos?– sugiere el instructor.

Sonríe como si nada. Aunque su puño se aprieta un poco. ¿Estará enfadado? Lo miro entre sorprendido y frustrado. ¿Por qué me mete en esto? ¿No podría simplemente haberlo ignorado?

–Es una buena oportunidad para ganar experiencia. Y también para ganar algunos puntos con tus camaradas de bastón. Síguele el juego– oigo una voz en mi mente.

Es el instructor. No sé cómo lo ha hecho. Aunque he oído hablar de ello. Suspiro resignado. Mis "camaradas" me miran expectantes. Y furiosos con ese estudiante y su camarilla. Están burlándose de nosotros. Parece que no tengo opción.

Miro al estudiante. ¿Cómo debería aceptar el reto? Quizás poniéndole un poco de presión.

–Si es lo que quieres, a mí me está bien. Espero que estés a la altura de tus palabras. Sería un tanto ridículo no dar la talla contra un ex-esclavo– lo provoco.

Él frunce el ceño. No sé si no se esperaba que aceptara. Sus compañeros me miran con hostilidad. Definitivamente, me he metido en un pequeño lío.