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Emboscada

Estoy ayudando a Ai a volver. Un par de estudiantes han decidido "divertirse" con ella. Lo que no entiendo es que hayan sido tan violentos. No tiene nada grave. Excepto el tobillo. Los estudiantes tendrán que pagar por los días que Ai no pueda trabajar. Para mí no es suficiente.

Estoy el resto del día pensando como darles una lección. Al final me calman. Pero también están enfadadas. Creo que están pensando en algo.

Shu, Ai y Liang están durmiendo. Se quedarán las dos hasta que Ai se cure. Hoy íbamos a visitar a Sai y sus hermanas, pero lo dejaremos para otro día.

Estamos todos un poco nerviosos. Jia Xia estará unos días fuera. En una expedición. Jia Xu estará ocupado. Mao Xuo estará solo. Ahora solo falta que muerda el anzuelo. Hubiera preferido que fuera dentro de un par de semanas, o un mes. Han pasado tres semanas desde que subí a siete. Un poco más y estaría en ocho. Y ellas en siete. Sería más seguro.

No sé si por los nervios, pero tenemos sexo un tanto salvaje. Me hacen follarlas más duro de lo normal. Si no estuviera en la etapa siete, no sé si lo aguantaría. Incluso Yu. Está boca arriba. Con la cabeza en la cama. Con sus caderas a la altura de las mías. Yo arrodillado. Su espalda no llega a la cama. Está arqueada. Sus piernas apoyadas. Sus ojos cerrados. Su boca abierta, jadeando. Yo empujando violentamente. Llegando hasta el final cada vez. Sus pechos cayendo hacia arriba. Y botando.

La dejo caer suavemente. Su pecho sube y baja con su respiración. Abre los ojos y me mira. Me medio sonríe mientras jadea. Me acerco y le acaricio la mejilla. Ella alza la cabeza para darme un pequeño beso. Luego se deja caer de nuevo. Las otras tres están también tumbadas.

–Hoy Yu ha sido muy enérgica– comenta Song, como quien comentara un evento deportivo. O Marcial.

–¡Ha crecido tanto! ¡Aún recuerdo a la niña tímida que era mi herman..! ¡Plaf!– se burla Yi, antes de que un cojín le de en la cara.

Shi se ríe. Yi le devuelve el cojín a su hermana. Falla y da en Song.

–Será mejor que nos devuelvas. Si no, les darán a ellas– sugiere Shi entre risas, señalando a las tres que duermen.

Eso hago. Me quedo acostado junto a las tres. Y veo la pelea de cojines y almohadas de las otras cuatro. Riendo y jugando desnudas. Mientras, Ning me está follando. Sobre mí. De espaldas. Su espalda reclinada en mi dirección. Yo cogiéndola por detrás. A la altura del estómago.

Al cabo de un rato, la dejo caer sobre mí. La detengo. Nos damos la vuelta. La dejo sobre la cama, boca abajo. Me la follo por detrás. Mis dedos en sus labios. Abriendo su boca. Mi otra mano en su pelo. Forzando su cabeza hacia atrás. Sus piernas hacia los lados. Casi en perpendicular a su cuerpo. 

–Así que siempre te gustó el sexo.

El otro día lo reconoció. Sorprendentemente, Song tenía razón.

–¡¡HAaaaah!! ¡Siií! ¡Pero era malo! ¡¡¡HHHAAAAAaaaahhh!!! ¡¡Yo era mala!! ¡¡AAAAaaaaahh!! ¡No podía hacerlo, era malo!– responde Ning.

–¿Y ahora?

–¡Ahora soy la mascota de amo! ¡¡HHHHHAAAAAaaaaaahhh!! ¡Su zorra! ¡Su puta! ¡¡¡AAAAAAAAaaaaahh!!! ¡Soy su coño, para usarme como quiera! ¡¡¡HHHAAaaaaaaahhh!!!

–Levanta un poco el culo.

Ha perdido toda dignidad de sí misma. Toda autoestima. En parte es cómodo para mí. Aunque también asusta un poco. Sigo embistiendo. Su culo tiembla en cada embestida. Ella gime de placer. La hago correrse, pero yo no dentro de ella. En su lugar, hago que se lo meta en la boca. Lo saborea con gula cuando me corro. Con adoración. La devuelvo y traigo a Rui.

La hago bailar delante de mí. Se avergüenza un poco. Se nota en el color de su cara. Creo que es porque no consigue dominarlo bien. Es sexy verla tímida.

Le ordeno que se agache mientras baila. Que me introduzca en su interior. Que se siga moviendo. Intentando bailar. Pero sin sacarla de ella. Es un tanto forzado. Aun así lo intenta. Resulta estimulante verla así. Inquieta. Moviendo su estómago. Sus pechos. Mientras me folla. De repente, Estiro mis brazos y la cojo por sorpresa. La atraigo hacia mí

–¡¡IIIiiiiiih!! ¡¡HHHAAAAaaaah!!

Su cabeza sobre mi hombro. Mis manos apretando en su espalda. Sus pechos presionándome. Mis caderas moviéndose violentamente bajo ella. Tomando el control.

–En silencio– le ordeno.

En mi oído, suena su respiración agitada. Su gemidos ahogados. Apenas son perceptibles. Sé que aprieta los dientes. Sigo embistiendo en su interior. Noto como su vagina me aprieta cuando se corre. No dejo de moverme. Tras la cuarta vez la saco. La empujo hacia mi entrepierna. Su boca coge el relevo de su vagina.

–Más rápido.

Me permito disfrutar del roce de su garganta. De la estrechez de su boca. No me contengo. Dejo que el placer llegue a mí. Hasta que me corro en ella. Se lo traga.

–Mañana sabes lo que tienes que hacer. ¿Alguna duda?

–No, amo.

–Bien. Descansa y estate preparada. Te avisaré.

La envío de vuelta. Creo que también está algo nerviosa. No es seguro que tengamos la oportunidad. Pero lo intentaremos.

—————

Tengo que cortar leña. Me entretengo hablando con algunos esclavos. Podemos permitirnos unos minutos. Pero no mucho más. Las gemelas pasan cerca de mí. Me quedo observando discretamente. Ellas también miran alrededor, como asegurándose que nadie las sigue. Nuestras miradas se cruzan un instante, pero nos ignoramos. Ellas siguen caminando.

Al cabo de poco, aparece una figura. Se esconde tras unas cajas. Las está siguiendo. Es Mao Xuo. Dejo a los esclavos y me dirijo hacia la entrada al bosque, a la zona de bajo nivel. Las gemelas se han detenido. Esperan mi señal. Golpeo con el mango del hacha un poste. Poco después, ellas reanudan el camino. Van hacia el bosque también. Por otro camino. A otra zona. Mirando alrededor para asegurarse que nadie las sigue. En realidad, para aparentarlo.

Suelto a Rui. Su misión es asegurarse que no lleguen refuerzos. De avisarnos. No podemos asegurar que Jia Xu no aparezca. Debería estar ocupado, pero igual ha contactado con él.

A su nivel, Rui puede cruzar la barrera que separa la zona donde han ido las gemelas de la mía. Por supuesto, yo también, aunque no podría si realmente estuviera en la etapa uno.

Me adentro en el bosque, corriendo, ansioso. No puedo ver lo que pasa al otro lado, no puedo ver si ha habido algún imprevisto. Finalmente, llego al punto acordado. Cruzo la barrera. Existe para evitar que bestias de nivel alto pasen a esta zona, e impide que los que no tienen suficiente nivel pasen a la zona superior. He tenido que deshacer el sello para pasar, pero lo hubiera hecho de toda formas.

Sigo corriendo hacia el punto de encuentro. Es un pequeño estanque. Uno de sus lados da a una pared de piedra. Suspiro aliviado. Las gemelas se están bañando en él. Sus ropas en la orilla. Shi me mira desde el otro lado. Hace una señal a las gemelas. Ellas siguen en el agua, jugando.

Una sombra se acerca a la orilla. Es Mao Xuo. Nuestra presa. Le veo sonreír con crueldad al mirar a las que cree que se están bañando indefensas.

–Será mejor que no os mováis, no podéis escapar– dice de pronto.

–¿Tú…? ¿Qué… quieres?– pregunta Yi, aparentemente aterrorizada.

La verdad es que lo parece de verdad. Y creo que él se lo ha creído.

–Puede ser por las buenas o por las malas. Da igual, de las dos formas es excitante– les amenaza.

Se quita la ropa y se mete dentro del agua, dejando su espada curva atrás. Supongo que cree que puede manejar a las dos perfectamente. Es razonable. Les separan un par de etapas y están desarmadas. En teoría.

Yi y Yu se abrazan, temblando, retrocediendo asustadas. Cuando Mao Xuo se acerca, Yi lanza a Yu contra él. Lo coge por sorpresa. Aunque no está asustado. Hasta que Yu llega hasta él. Una mancha roja se extiende por el agua.

–¡Maldita! ¡Te voy a matar!

Le intenta dar un fuerte golpe. Yu lo para fácilmente con ambos brazos en cruz sobre su cabeza. Yi se ha acercado mientras tanto. Él intenta apartarla de un manotazo. Arrogante y enojado. Ella lo desvía con una mano. Con la otra, consigue clavarle la daga al costado.

–¡Aaaaagh! ¡Estáis en la etapa seis!– se da cuenta, asustado. Ellas lo miran desafiantes.

De repente, una explosión de qi lo envuelve, empujando a las gemelas hacia atrás. La trampa es en el agua porque sabemos que tiene ese recurso. En tierra firme, puede ser más peligroso. El agua diluye la fuerza de la explosión.

Corre hacia la orilla, dejando un rastro rojo en el agua tras de sí. Su rostro muestra una mueca de dolor. Y otra de sorpresa cuando llega a la orilla.

–¿Buscas esto?– pregunta Shi

Está empuñando la espada curva de Mao Xuo. Y la ropa está en el suelo, a sus pies. Él la mira, aún más asustado. Creo que no la reconoce. Y supongo que ya se ha dado cuenta que es una trampa.

Intenta huir hacia el otro lado. Normalmente sería difícil que lo consiguiera. Está malherido. Pero en esta situación es imposible. Una lanza se cuela entre sus pies, haciéndole caer. Cojeando, Song clava la lanza en la mano, atravesándola, fijándola en el suelo.

–¡Aaaaaaaaargh!

Yo también me adelanto. No ha hecho falta que actuara, pero estaba aquí por si acaso. Y para dejar a Song allí. Con una daga, atravieso la otra mano. Llegan Shi y las gemelas. Estas han recogido su ropa. Me la tiran y la guardo. No se han molestado en ponérsela. Shi lo coge del pelo. Le hace levantar la cabeza.

–Te arrancaría la piel, pero se lo dejaré a ellas.

Después de esas palabras, le hace golpear la cabeza contra el suelo. La nariz sangra. Su cara llena de tierra. Hay lágrimas en sus ojos. A ninguno nos da lástima. Se encoge y gime de dolor de nuevo. Yi le ha pegado una patada nada más llegar. En la entrepierna. Luego llega Yu. Le clava una daga en el tobillo.

–Así no podrá escapar.

En sus palabras se vislumbra odio.

–Lo siento… Yo… Perdonadme…– suplica.

Yi le pisa la cabeza y la empotra contra el suelo como respuesta. Se intenta resistir, pero no puede. Dos de sus manos están atravesadas y clavadas en el suelo. Su cuerpo tiene varias heridas. Dos de ellas parecen ser muy graves. Se está desangrando. Y Yu le acaba de pegar otra patada en la entrepierna. Luego se agacha.

–Esto es mejor cortarlo.

–No… ¡Nooooo! MMMMmmmmph.

Yi vuelve a presionar su cabeza, haciéndole tragar tierra. Yu usa su daga para clavarla en su pene. Varias veces. Hasta que corta un trozo. Se me ponen los pelos de punta. Mejor no la hago nunca enfadar. Por lo que sé, Mao Xuo se había ensañado con Yu. Su hermana le está dejando desquitarse. Otra mancha de sangre cubre la tierra. No creo que aguante mucho.

De repente, aparece Rui. Shi y Song la miran con cara de pocos amigos, pero no dicen nada. Ella solo me mira a mí.

–Vienen cinco. Etapas seis y siete. Jia Xu entre ellos. Llegarán en un par de minutos.

Inmediatamente, Yi le quiebra el cuello a Mao Xuo, matándolo. Las envío a todas a la Residencia. Guardó el cuerpo. Si ven los restos de sangre adivinarán que ha pasado. Supongo que está bien. Salgo corriendo al riachuelo que sale del estanque. Entro en él y lo recorro río abajo. Para no dejar huellas. Hay pistas preparadas, por si acaso, que se alejan hacia otro lado. Si siguen el río, deberían verlas y distraerlos. Aunque espero que simplemente no sepan qué hacer. De todas formas, dudo que puedan seguir mi rastro.

Llego al borde de la barrera y la cruzo. No es tan fácil cruzarla de este lado. Pero hay algunos puntos de emergencias. Lo justo para una persona. No es difícil para un esclavo acceder casualmente a esa información. No hay ningún problema en cruzarlo. Ya lo había probado hace unos días.

Me dirijo hacia la secta a llevar la leña "que he cortado". Tanto si lo reportan como si no, no deberían llamarme. Todo ha pasado en un área de un nivel en el que los esclavos no podemos entrar. No tenemos suficiente cultivación. O eso creen.

Mientras, he estado mirando a las chicas. Parece que lo llevan mejor que la otra vez. Shi y Song nunca han estado muy afectadas. Son esclavas. Eran esclavas. Han visto mucho. Han sufrido mucho. Todos hemos tenido que lidiar con cadáveres. La muerte no es algo que nos sea ajeno. Las gemelas parecen estar acostumbrándose. Para bien o para mal.

–Quedan dos– parecen decir los labios de Yu.

Las otras tres asienten, con el rostro serio. Luego, se van juntas a tomar un baño. Poco a poco se van relajando. Incluso me saludan. Como si creyeran que las estoy mirando. Si preguntan, lo negaré. Aunque sé que tienen medios para hacerme confesar.

Todo ha salido bien. Queda uno menos. Lo único que lamento es no haberlo golpeado un poco más. Me pregunto si Jia Xu será más precavido a partir de ahora. Puede que lo tengamos difícil. Pero tenemos tiempo. Y ellos no saben a qué se enfrentan.