—¿Señorita Natalie? —llamó uno de los reporteros, pero ella siguió concentrada en su teléfono.
—¿Por qué tan callados? ¿Ya terminaron de hacer todas sus preguntas de una vez? Si es así, ahora es su oportunidad: una por una —dijo Natalie.
—Señorita Natalie, hay un video de usted intentando agredir a su hermana hoy más temprano —dijo un reportero.
—¿Intentando agredir? ¿Estás seguro de que esas son las palabras que quieres usar? —preguntó Natalie, arqueando una ceja, su tono agudo y sin un ápice de culpa.
—En el video, parece muy claro que sí —insistió el reportero.
—Deberías decir que la agredí, no que intenté agredirla. Cuando hago algo, no fallo —respondió Natalie con orgullo—. Fui allí para hacer entrar en razón a su podrido cerebro, lo cual hice y espero que haya funcionado.
—Estás admitiendo haberla agredido —en televisión nacional —incitó el reportero.
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