—Casi pierdo la vida en aquel entonces, pero nunca me arrepentí de arriesgarla para salvar a Alejandro —afirmó Carla orgullosamente, con una amplia sonrisa.
Rain se mordió la mejilla por dentro, sintiendo el peso de los recuerdos que no había procesado completamente hasta ahora. No recordaba a cada niño que había salvado esa noche, pero recordaba vívidamente cómo corría de un lado a otro por el conservatorio, sacando a cualquiera que aún estuviera atrapado.
Al recordar, surgió un recuerdo particular... un niño, el más pesado que había tenido que llevar. Lo encontró solo en la sala de estudio del conservatorio, sus débiles llantos apenas audibles sobre las llamas crepitantes. Había sido herido, atrapado por un estante de madera caído, y aunque consciente, estaba demasiado débil para moverse por sí mismo.
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