Fu Yu Shen estaba atónito, pero no tuvo más remedio que tragar sus gachas a prisa. Anoche fue él quien estuvo de acuerdo con los términos de Song Yan y se convirtió en su asistente, incluso si quisiera ignorar sus órdenes, no podía hacerlo. Así que, con un soplido, terminó su desayuno, se metió un huevo cocido en la boca y corrió hacia su preciosa mochila, de la cual sacó una gran cruz de madera. Sus acciones fueron tan rápidas que tanto Song Lingyan como Wen Mingzhi se quedaron boquiabiertos. Que terminara el desayuno a toda prisa era algo que aún se podía entender, pero ¿cuál era el significado de esa gran cruz?
Pero luego los dos vieron algo aún más fascinante: observaron a Fu Yu Shen sacando una botella y rociando algo de agua sobre su cabeza antes de sacar un rosario y atarlo alrededor de su muñeca e, incluso, se sentó para murmurar una rápida oración. Solo entonces se levantó y sonrió a Song Yan, que salía de su habitación vestida de negro.
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