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8) Llegan los 3 meses

Después de una buena noche de sueño, recuperé la cordura, por así decirlo. Este lugar es aterrador. Ayer sentía que todas las emociones negativas me consumían; matar me parecía necesario, pero al mismo tiempo me destruía psicológicamente. Y luego esas mujeres… ¿Cómo pude perder tanta empatía como para ordenar a mis hombres que las ultrajaran sin pensarmelo antes? Esta tierra, descrita como maldita y alejada de la mano de Dios, es exactamente como la describen. Tal vez solo le estoy echando la culpa a este lugar, pero, ¿y si no es así? Puedo sentir esa energía siniestra, muy presente en las pesadillas. Desde que llegué aquí, los sueños son mucho más vívidos y claros que los que tuve en el pasado.

Pero eso no importa ahora; no es como si pudiera salir de este lugar. Tengo mucho que hacer, y ahora que mi mente está algo más despejada, creo que puedo superar mis problemas actuales. Organicé otra reunión con mi gente para planificar nuestros próximos movimientos y evitar los errores del pasado.

...

Bien, no diré que nos ha ido genial, pero tampoco hemos muerto, y creo que, en este lugar, eso es un logro.

Tenía muchos problemas que no sabía cómo abordar, pero prestando atención a lo que otros como yo publicaron y escuchando a mi gente, he empezado a tomar el camino correcto.

Primero, respecto a las esclavas, me avergonzaba mirarlas después de lo que ordené. Fueron profanadas por mi culpa, no por todos mis hombres. Algunos parecían tener principios, aunque los matones, por ejemplo, estaban felices con mi decisión. Dejé que otras mujeres y hombres se encargaran de ellas, no para matarlas, sino para vigilarlas y darles tareas que pudieran cumplir.

El problema con los esclavos no era solo tratarlos como basura para romper su voluntad. Como dije, hay maneras de facilitar esto, pero no es fácil ni barato en nuestras condiciones actuales. Ese fue mi error: tenía alternativas, pero no las veía. La humanidad no nació dominando el hierro y el acero; comenzó con cosas mucho más simples y accesibles, aunque menos efectivas.

El cobre, por ejemplo, es un metal mucho más sencillo de trabajar, aunque menos duradero y resistente. En el pasado se utilizaba antes de desarrollar el hierro y otros metales. Sería un buen comienzo si quiero trabajar con metales. Aún es extremadamente difícil sin una forja, pero mejor que nada. Además, descubrí que al fundir las monedas de cobre "mágicas" que usamos, el resultado es más resistente que fundir mineral de cobre puro, aunque este proceso no es rentable a largo plazo: las monedas pueden forjarse en objetos, pero no al revés.

También está la opción de la madera, aunque sin clavos es complicado, y estos son caros. Por eso consideré el uso del cobre, aunque sigue siendo una alternativa que debo tener en cuenta.

Me reuní con los herreros, leñadores y carpinteros para planificar juntos cómo conseguir lo que queremos. Los trabajadores de la madera comenzaron con lo que les pedí, mientras que los herreros y constructores empezaron a fabricar un horno capaz de fundir cobre por lo menos. Sabía que no teníamos todo lo necesario, así que acordamos gastar las riquezas que tenemos para comprar lo que haga falta. Sé que podría comprar directamente los elementos que necesito, pero prefiero invertir en una solución duradera; comprar a la gallina antes que los huevos.

Además, ahora que tengo más claro cómo proceder, la construcción de los edificios tiene mejor organización. Las casas se construirán para cumplir con los requisitos de avance; la última de ellas será transformada en una herrería, pues es muy necesaria. Por ahora, un lugar adecuado para trabajar con fuego y metales es prioritario. Para las demás tareas, las casas normales pueden funcionar provisionalmente.

En cuanto a nuestro campamento, eso es todo, pero también debemos hablar de los saqueos. Hay dos días de descanso entre cada uno, lo que parece poco, ya que en una semana hay de dos a tres días de saqueo. Pronto aprendí por qué se establece este intervalo: hay que planificar muy bien y considerar si realmente vale la pena cada incursión.

Cada vez que tuvimos la oportunidad, salimos a saquear en busca de recursos y esclavos gratis, aunque de estos últimos hablaré más adelante. Todo iba bien hasta que recibimos un golpe de realidad en dos ocasiones. La primera fue cuando uno de los saqueos no ocurrió en esta tierra, sino en otro reino de este mundo.

Había ilusión, el entusiasmo de ver algo más allá de esta tierra sombría, pero lo que nos esperaba era algo para lo que no estábamos preparados. Mis hombres y yo aparecimos en medio de un desierto, bajo un sol abrasador. No sé dónde estábamos, pero este lugar era completamente distinto a lo que conocíamos. Lo notamos de inmediato, con el ardor en nuestra piel y la arena sofocándonos en los pulmones. Para empeorar la situación, al ser un saqueo fuera de nuestra tierra, la distancia máxima desde hasta el campamento enemigo aumentó a 20 kilómetros. No logramos llegar al objetivo; apenas avanzamos poco más de un kilómetro y ya nos sentíamos mareados. Nuestro hogar es relativamente frío, y allí casi nos asábamos. Terminamos decidiendo abandonar esa oportunidad, pues incluso si alcanzábamos el objetivo, no estaríamos en condiciones de pelear.

La segunda ocasión en que recibimos un duro golpe fue cuando, en lugar de encontrar un pequeño campamento de cinco personas, nos topamos con uno mediano de veinticinco. Ese día llevé a quince hombres, y regresamos nueve, y eso porque nos retiramos a tiempo. Fue después de esa experiencia que empezamos a ser más precavidos. Noté lo fácil que era reducir nuestras fuerzas y lo difícil que era reponerlas. Comprendí por qué, a pesar de poder saquear tan frecuentemente, los campamentos aún lograban sobrevivir: si saqueas sin cuidado, terminarás sin suficientes fuerzas para protegerte. Parece que otros líderes también entendieron esto rápidamente, ya que cada uno realiza solo un número limitado de saqueos, conservando sus fuerzas. Yo también empecé a hacer lo mismo. Si había un saqueo, debía controlar muy bien quién enviaba y quién dejaba protegiendo el campamento.

Ahora bien, pasando a la cuestión de nuestros números: como mencioné, los saqueos redujeron nuestras fuerzas, y aunque no siempre hubo muertes, las heridas disminuían nuestra mano de obra, lo cual solo empeoraba nuestra situación. Esto continuó hasta que finalmente conseguí lo que buscaba, algo que no había comprado antes por su costo y para lo cual busqué alternativas.

Diferentes culturas pueden tener símbolos distintos, pero uno muy común y que representaba a la mía era la forma de grilletes, el símbolo de la esclavitud. Estos no eran simples grilletes; eran objetos misteriosos propios de este mundo, como las monedas.

Lo primero que obtuvimos fueron unos rudimentarios grilletes de madera, hechos por mi carpintero y los leñadores. Ni siquiera el más cruel de los amos de esclavos querría que sus esclavos usaran algo así, pues eran fáciles de abrir o tan incómodos que reducían la utilidad del esclavo. Sin embargo, era lo que teníamos, y nos esforzamos por hacerlos. Y hacerlos no fue sencillo.

Estos grilletes tenían sus propias características especiales y no cualquier producto podía llegar a convertirse en [Grilletes de esclavo]. Se necesitaba el objeto físico con cierta calidad, ademas de cierto tallado con en un formato específico compuesto por tres partes. Primero, el nombre del amo de esclavos, institución, país o, en general, el dueño del esclavo. Segundo, el título de esclavitud, que podría ser simplemente "Esclavo". Por último, un identificador único del esclavo, que podía ser un número, letras, símbolos o incluso el nombre del esclavo, pero debía ser único. Un mismo amo no podía tener dos [Grilletes de esclavo] iguales, salvo en casos excepcionales.

La dificultad radicaba en que, si se cometía algún error o faltaba algún requisito —los cuales todavía no comprendo completamente—, el objeto no obtenía su "identidad" y debíamos desecharlo y comenzar de nuevo. De cada grupo de diez grilletes, solo un promedio de cuatro resultaban funcionales, y eso después de los errores iniciales, cuando apenas conseguíamos uno o dos grilletes exitosos.

Pero el esfuerzo valía la pena, ya que estos objetos resultaban muy útiles. Primero, facilitaban la imposición de la clase de esclavo, mediante algún tipo de magia o poder que desconozco, pero que claramente funcionaba, aunque la baja calidad reducía ese efecto. Además, tenían una función relacionada con la lealtad: no es que volviera leal al portador, pero si el esclavo intentaba desobedecer o escapar, los grilletes reaccionaban, aumentando su peso significativamente.

Este era un paso importante, así que, después de confirmar su efectividad, no dudé en gastar en algunos clavos para acelerar su producción. Resultaba más fácil adquirir clavos que comprar grilletes de calidad. No era que estos últimos no fueran útiles, sino que su precio era incomparablemente alto.

Así, nuestros saqueos continuaron, pero solo los realizábamos cuando confirmábamos que los campamentos eran pequeños, de alrededor de cinco personas. Si eran más grandes, no nos arriesgábamos.

Las personas capturadas eran controladas y, al principio, golpeadas un poco, y luego ocasionalmente si mostraban poca cooperación. Los grilletes que conseguimos mostraron resultados agradables, aunque su baja calidad reducía su eficacia. Era interesante ver cómo aumentaban su peso o causaban irritación en la piel del portador cuando desobedecían.

...

Así se cumplió el plazo de tres meses, y llegó un gran anuncio que todos los extranjeros escuchamos o leímos:

[A todos los campamentos que han sobrevivido hasta este punto: ha llegado el momento de enfrentar su primer desastre. Dentro de las próximas horas (entre 2 y 6), se iniciará un desastre de escala menor al que deberán enfrentarse. Esto variará según cada zona, reino, cultura, etc. A todos aquellos que no pertenezcan a ningún campamento, se les recomienda mantenerse alejados de estos campamentos y de zonas fuera de las ciudades nativas para evitar verse afectados por estos desastres.]

Llegó el momento. Un desastre se acercaba, y no podía estar más nervioso. Rápidamente reuní a toda mi gente, dando órdenes para que nos preparáramos para lo que venía. Sabía que tenía al menos dos horas antes de que comenzara, pero, era poco tiempo y no sabía qué íbamos a enfrentar.

...

Nuestras armas y soldados estaban listos en todo momento, los recursos y herramientas guardados de forma segura pero de fácil acceso. Nuestros animales descansaban bien cuidados en el centro del campamento, mientras que la vigilancia no cesaba: teníamos patrullas constantes, e incluso los esclavos fueron integrados en ellas. Sabía que era arriesgado poner a los no completamente sometidos en labores de patrullaje, pero tras las pérdidas de las últimas semanas, me quedaban apenas un poco más de 30 hombres leales.

Pasadas las dos horas, mi ansiedad aumentaba sin descanso, pero nada sucedía. Manteniendo la vigilancia durante otra hora, no observé nada extraño, hasta que finalmente decidí ir a la casa de barro y revisar las publicaciones, con la esperanza de ver si alguien ya había encontrado el desastre que se avecinaba.

[GUnUG]: ¿Alguien más siente que ha bajado la temperatura?

[DicksonJonny]: ¿Alguien de Inaztaya? Vendo mi campamento, hablar por privado.

[Galib-Bari]: Buenos días, hermosas criaturas del amanecer.

Había un poco de todo, especialmente sin filtros por región o zona. Sin embargo, después de un rato, logré encontrar algunas personas que ya se enfrentaban a estos desafíos:

[Liod66]: ¡Llueve, llueve mucho, maldita sea! ¿Cómo puede llover tanto de repente? Ha estado lloviendo por horas, me llega hasta los tobillos. ¿Alguien sabe qué hacer?

[Agnu-Hara]: A todos los que estén en los desiertos de Sakaras, advertencia: estoy viendo una tormenta de arena descomunal, se acerca hacia mí. No es una tormenta normal; parece querer tragarse el mundo entero.

[HuyuanGi]: Chicos, acabo de morir y perder todo mi campamento. Si ven una caravana de mercaderes, huyan o disparen sin dudar. No son mercaderes, no confíen en ellos, son bandidos. Por cierto, ¿algún compatriota interesado en recibir a un Albardero-General-Leñador en su campamento?

[BubuiSusui]: ¿Alguien sabe qué es este contador que apareció de repente? A alguien más le ha salido, dice (2/40).

[Grining9]: Yo también tengo uno, apareció después de pisar una rata accidentalmente, es de (1/100)… ¡Oh, Dios mío! Maten a sus ratas, ¡maten a sus ratas! Uno de mis hombres acaba de ser mordido y está vomitando sangre…

Observaba cómo los campamentos se enfrentaban a distintos tipos de desastres: algunos eran naturales, otros provocados por otros humanos. Estaba absorto en la lectura, hasta que escuché un grito desde el exterior.

Salí corriendo, garrote en mano; ya no uso cuchillo, pues lo dejé a alguien más hábil con él. Al llegar, me encontré con un tumulto. Me acerqué, y justo en ese momento apareció en mi visión un contador que decía:

[1/15]

Frente a mí, una esclava cubierta de heridas y sangre gritaba de dolor. Encima de ella, un lobo, con el cuerpo cubierto de flechas y otras lesiones. Mis hombres me explicaron que el lobo salió del bosque y atacó a la mujer cuando se alejó para hacer sus necesidades, obedeciendo la orden que dí de no hacerlo cerca del campamento. Los cazadores que vigilaban a los esclavos fueron los que abatieron al lobo, que, aunque claramente debilitado por el hambre, estaba en un estado mucho menos precario que los lobos que habíamos visto meses atrás.

Lobos, ese podria ser nuestro desastre, y este era el primero. Buscamos rastros de otros, pero no parecía haber señales de más, al menos no a la vista. Los cazadores me informaron que la chica no sobreviviría a sus heridas; ya se le notaba cada vez más débil, incapaz de gritar o llorar con fuerza. Me susurraron algo al oído y solo pude asentir, con tristeza.

Mi gente se retiró mientras los guerreros acababan con el sufrimiento de la chica. Luego llevaron su cuerpo un poco hacia el bosque, dejándolo expuesto, esperando que, si había más lobos rondando, el cadáver sirviera como carnada para evitar ataques sorpresa contra nuestro grupo.

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