—¡¿Diez monedas?! —El tío se quedó en shock. Luego, con buenas intenciones, dijo:
— Niña, no hay una sola verdura en este mercado que se pueda vender por diez monedas por jin. Veo que eres nueva aquí, que recién comienzas a hacer negocios hoy, por eso no entiendes los precios del mercado. Deberías bajar el precio para evitar no poder vender.
—Tío, esta comida es algo en lo que mi esposo y yo hemos trabajado durante mucho tiempo para descubrir. Diez monedas ya es el precio más bajo que podemos ofrecer; si bajamos más, estaríamos perdiendo dinero —mintió An Jing sin cambiar su expresión.
—Esto... —Al escuchar sobre una pérdida, el tío dejó de persuadir. Justo entonces, alguien vino a comprar sus verduras, desviando su atención, y An Jing se alegró de poder zafarse fácilmente.
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