Lin Tang no era consciente de la turbulencia en el corazón del hombre, pues ahora era su turno.
Primero ayudó a una cónyuge anciana de un militar a enviar una carta.
Lin Tang explicó a la operadora que necesitaba hacer una llamada.
Una operadora joven y hermosa con una voz agradable marcó el número por ella.
Después de una breve espera, una voz se escuchó a través del auricular.
—Hola, es el Periódico Xiangyang —respondió una voz masculina clara desde el otro extremo.
La voz sonaba muy joven y especialmente animada.
—Hola, soy Lin Tang de la Brigada Shuangshan. He enviado antes un manuscrito a su periódico. ¿Recuerda? —Lin Tang fue directo al grano.
La persona en el otro extremo de la línea era Wan Xinxue.
Desde que la última edición del periódico se vendió bien, caminaba con aire de confianza.
Incluso la tediosa tarea de revisar manuscritos se había vuelto placentera.
En sus ojos, el nombre de Lin Tang estaba rodeado de un halo, brillante y resplandeciente.
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