Vino solo, sin traer asistentes.
Incluso vestía un traje, pero debido a su llegada apresurada, su camisa había acumulado algunas arrugas.
No parecía representar amenaza alguna.
Aquellos matones habían visto su cuota de grandes escenas, habiendo participado en muchas peleas, entonces, ¿cómo podría una sola amenaza intimidarlos?
Y esta historia de la persecución internacional, no era más que una enorme broma.
Los matones en la vanguardia ni siquiera se preocupaban, continuaban avanzando.
Al margen, el Maestro Yan fruncía el ceño intensamente, como si estuviera esforzándose por pensar en algo.
De repente, se descompuso en un sudor frío y gritó:
—¡Deténganse! ¡Todos deténganse!
Dado que los matones seguían las órdenes del Maestro Yan, naturalmente tenían que detenerse, aunque estaban un poco confundidos.
El joven agente se sacudió la ropa y dijo con media sonrisa:
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