Pei Ziheng pensó que estaba siendo sigiloso, pero olvidó que no muy lejos había dos ociosos metiches.
—Tss, este pequeño pillo, parece tan bonito, pero en el fondo, está podrido —Ning Yuan exclamó con sentimiento. Al no escuchar una respuesta de Yan Yi, no pudo evitar girar la cabeza—. Dime, ¿no vas a hacer algo al respecto? Tú fuiste el que planeó este juego, si algo realmente sale mal, no podrás evadir la responsabilidad.
—Sabiendo que soy el responsable, ¿por qué te preocupas innecesariamente? —Yan Yi dio un sorbo casual a su té.
Ning Yuan se atragantó con el comentario y no pudo evitar recordarle:
— Viejo Yan, déjalo todo lo demás, pero esto no es ninguna broma, si el diablillo descuidadamente estropea y pone algo venenoso allí, no terminará bien.
Yan Yi lo miró de reojo:
— Si tienes miedo, solo mantén la boca cerrada, y si efectivamente sucede algo, no caerá sobre tu cabeza.
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